22.10.09

Bautismo, Confirmación, Comunión

La diócesis de Alcalá de Henares ha decidido recuperar el orden tradicional de los sacramentos de la iniciación cristiana: Bautismo, Confirmación y Eucaristía. Me parece una excelente noticia, y el comienzo de un cambio de tendencia con relación a lo que, hasta ahora, se venía practicando, al menos durante las últimas décadas.

Cuando hablamos de “iniciación cristiana” nos referimos a ese proceso que consiste en poner los fundamentos de toda la vida cristiana. Una casa no se comienza a construir por el tejado, sino por el cimiento. Sobre él descansa todo el edificio. Lo mismo sucede con la vida de fe. Toda ella se apoya en la regeneración bautismal, en ese nuevo nacimiento que es “confirmado” - es decir, robustecido y perfeccionado - , por el sacramento de la Confirmación, y acrecentado y renovado por la Comunión.

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Vivir en la esperanza

San Pablo, en la Carta a los Romanos, nos invita a vivir en la esperanza, engendrada por la fe y sostenida por la acción del Espíritu Santo en nuestro interior.

El don de la fe, que hemos recibido, garantiza y prueba aquello que esperamos (cfr. Heb 11,1). El Espíritu Santo, que mueve nuestro corazón y lo dirige a Dios, que abre los ojos del alma y nos concede el gusto de aceptar y creer la verdad (cfr. DV 5), hace posible y anima la esperanza.

El Espíritu acude en ayuda de nuestra debilidad para que podamos descubrir en la Cruz de Cristo la manifestación del misterio de Dios Salvador, que es el objeto de la fe y de la esperanza.

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20.10.09

Los tres secretos del Papa

En la tarde del 16 de octubre de 1978, la Iglesia recibía con gozo el anuncio de la elección del cardenal Karol Wojtyla, Arzobispo de Cracovia, como nuevo sucesor de San Pedro en la sede de Roma. Sobre Juan Pablo II había escrito, cuando se celebraban los XXV años de su elección (en 2003), un texto que, en recuerdo del Papa, cuelgo hoy en el blog:

LOS TRES SECRETOS DEL PAPA

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19.10.09

Agenda B

Un amigo dice que los que rondamos los cuarenta años – un poco por arriba o por abajo – tenemos dos agendas: La “agenda A”, nuestros compromisos de trabajo, nuestras ocupaciones diarias, y la “agenda B”, que nos viene dada por el tiempo que hemos de dedicar a atender a nuestros padres: estar un poco pendientes de las visitas a los médicos, acompañarles a las revisiones, supervisar un poco la medicación que toman, etc.

Es un trabajo grato, el de la agenda B. Sobre todo porque rondar los cuarenta – unos añitos por encima o por abajo, al final, no importan – y tener a los propios padres vivos es ya un privilegio. Sin padres, la familia queda reducida a los hermanos y el vínculo fraterno depende tanto del centro de gravedad – el padre y la madre- que, cuando este centro desaparece, el vínculo, aunque subiste, se hace menos intenso.

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18.10.09

¿Amargados?

La amargura es terrible. Se cuela por las fibras del alma como una mancha de aceite por el tejido de un traje. La amargura no avisa, no da señales de inmediato. Como un cáncer maligno, se va gestando en el espíritu hasta que ya los indicios manifiestos son, en realidad, síntomas del final y no advertencias a tiempo de una posible curación.

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