21.05.13

Algunas razones para la enseñanza de la Religión (católica) en la escuela

Algunas razones para la enseñanza de la Religión (católica) en la escuela

1. La misión específica de la educación es la formación “integral” de la persona humana. “Integral” significa “global”, “total”. Uno puede ser un genio en las matemáticas, o en la física, o en la biología. Pero solo eso no basta. No somos solamente agentes de cálculo, seres dotados de peso y medida o, simplemente, seres vivos. Somos algo más. Somos personas. Y, en la calidad de tales, tenemos dotes físicas, morales, intelectuales y espirituales.
2. Ser persona humana implica, potencialmente, ser responsable, ser libre y ser social.
3. Los principales educadores son los padres. Y la sociedad, el Estado, y hasta la escuela, han de ayudar a los padres a educar a sus hijos.
4. Los padres tienen derecho a elegir para sus hijos una educación conforme con su fe religiosa.
5. No puede haber, en la educación, ningún monopolio, que elimine el principio de subsidiaridad; es decir, que el Estado no debe sustituir las instancias intermedias, entre ellas, la familia.
6. Si no se pudiese enseñar Religión en la escuela los alumnos quedarían privados, en ese ámbito, de la apertura a la dimensión trascendente de la vida.
7. Si no se pudiese enseñar Religión en la escuela el derecho a la libertad religiosa se vería mermado.
8. Si en la escuela pública se dijese que todas las religiones valen lo mismo o que ninguna vale nada significaría que el Estado, pasando por encima de las convicciones de sus ciudadanos, se atribuye el derecho a decidir que lo mejor es una supuesta “neutralidad” que llevaría al indiferentismo.
9. El poder civil no debe impedir, sino favorecer, la vida religiosa de los ciudadanos.
10. Si se trata de enseñanza de la Religión católica, solo la Iglesia Católica puede establecer qué contenidos son conformes o no con su creencia.
11. La enseñanza de la Religión en la escuela no es catequesis. La catequesis busca la adhesión. La enseñanza de la Religión en la escuela busca el conocimiento sobre la identidad del cristianismo y de la vida cristiana.
12. Si una enseñanza que se imparte en la escuela es privada de su condición de “enseñanza”, si no cuenta para nada, si es lo mismo cursarla o no, esa enseñanza queda completamente desvirtuada.
13. La libertad de los padres, o de los alumnos, ha de ser respetada. Pero también en el sentido positivo. También hay que respetar la libertad de los padres, y de los alumnos, que desean recibir enseñanza de la Religión en la escuela.

Guillermo Juan Morado.

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18.05.13

El Espíritu Santo

Homilía para la solemnidad de Pentecostés

La Liturgia ha escogido, como antífona de entrada de la Misa del Domingo de Pentecostés, unas palabras del libro de la Sabiduría: “El Espíritu del Señor llena la tierra y, como da consistencia al universo, no ignora ningún sonido” (Sab 1,7). La persona inefable del Espíritu Santo, el Soplo de Dios, está en el origen del ser y de la vida de toda criatura. Él da consistencia al universo y es capaz de percibir los gemidos de la creación entera y nuestros propios gemidos interiores, que manifiestan el ansia de la redención (cf Rm 8, 22-23).

Para poder escuchar a Dios, para no ignorar ningún sonido que nos hable de Él, necesitamos el estímulo del Espíritu Santo. Los ojos, privados de la luz, no pueden ver. Los oídos no pueden oír, si el sonido no es transmitido por el aire. El olfato no puede oler si no hay aromas o sustancias que lo activen. San Hilario emplea esta comparación con los sentidos corporales para explicar que también nuestra alma necesita ser avivada por el Espíritu Santo para llegar al conocimiento de Dios: nuestra alma “si no recibe por la fe el Don que es el Espíritu, tendrá ciertamente una naturaleza capaz de entender a Dios, pero le faltará la luz para llegar a ese conocimiento”.

Dios nos habla en la creación, a través de la belleza del universo. Nos habla también en nuestro interior, y nos empuja a buscar la verdad y el bien. Nos ha hablado en Cristo, su Hijo, la Palabra encarnada, que se ha dejado ver y oír. Pero, para que podamos escuchar atentamente esta Palabra, y para que se conserve en nuestra mente y en nuestro corazón, el Padre y el Hijo envían al Espíritu Santo: “Él será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho” (Jn 14,26).

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15.05.13

Por dinero se llega a hacer cualquier cosa. Hasta a abortar a niños

Informa Infocatólica de las atrocidades cometidas por el médico Kermit Gosnell, declarado culpable por asesinar a bebés recién nacidos en su clínica abortista.

El jurado necesitó, según parece, diez días de deliberaciones. Y, pese a eso, se sienten, los miembros del jurado, “estancados”, ya que no ven de modo evidente si ha habido delito en otros dos casos.

A mí todo esto me suena a fariseísmo, en el peor sentido de la palabra, a pura hipocresía, a fingimiento, a doblez.

Leyendo las noticias se deduciría que el mayor mal cometido por el Dr. Kermit Gosnell sería el de haber decapitado, o cortado la médula espinal, a los bebés “nacidos vivos”. Pero esos bebés “nacidos vivos” – alguno hasta en un inodoro – han nacido “vivos” pese al Dr. Gosnell.

Ni este “médico” ni las personas que acudieron a su “consulta” querían que los bebés naciesen. Y menos que naciesen vivos. Iban a lo que iban. Iban a matar. Y el Dr. Gosnell no defraudó. Aseguró la muerte de las víctimas, sin reparar en el detalle de que muriesen un poquito antes, o un poquito después, de salir del vientre de sus madres.

El Dr. Gosnell era un abortista eficiente. De eso no cabe dudar. Quien recurría a él salía con un cadáver en una caja de zapatos, o en el recipiente que fuese. Con un cadáver. De eso se trataba en suma.

¿Por qué condenar a este “médico”? Nada más que por salvar las apariencias. Todos sabemos, los médicos más, que abortar es matar. Todos sabemos que eso es horrible. Todos sabemos que eso no debería pasar. Pero, por egoísmo, las sociedades democráticas y avanzadas han pensado que se puede combinar lo no combinable: defender la vida y, a la vez, destruirla.

El mal químicamente puro, el mal sin disimulos, es demasiado mal para ser digerido. Una persona no desea abortar con el cargo de conciencia de haber matado. No. Desea abortar, o aprobar el aborto, o “comprenderlo”, con la buena conciencia de quien resuelve un problema grave. No con la mala conciencia de quien mata a un inocente.

No consta que el Dr. Gosnell haya perseguido a las embarazadas para resolverles el problema. Parece que han sido las embarazadas las que han acudido a su clínica-matadero y pagando, nunca gratis.

Y él ha cumplido. Ha hecho lo que se esperaba que hiciera. Matar. Un oficio muy rentable económicamente. ¿Le habrá costado algo matar al Dr. Gosnell? Quizá sí, las primeras veces. Luego, ya no. Y menos al ver cómo iba subiendo su cuenta corriente. ¿Qué más da otro más?

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13.05.13

El Papa Francisco consagra a Nuestra Señora de Fátima su pontificado

El pontificado del papa Francisco fue consagrado hoy lunes, 13 de Mayo, a la protección de la Virgen María, en una Misa que se celebró en el Santuario de Fátima. La Santa Misa fue presidida por el Arzobispo de Río de Janeiro, concelebrando el Nuncio y un gran número de Obispos, mayoritariamente portugueses, y ante casi unas 300.000 personas presentes en la explanada del santuario.

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10.05.13

Cristo ha inaugurado para el hombre un espacio en Dios

En el Credo profesamos que “Jesucristo subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso”. A los cuarenta días de la Resurrección, Cristo, el Hijo de Dios hecho hombre, es elevado y exaltado a la derecha del Padre, entrando su humanidad, de modo irreversible, en la gloria divina. El Señor toma así posesión de la realeza de Dios sobre el mundo, de un Reino que no tendrá fin.


Su misterio pascual no queda recluido en el pasado: “Todo lo que Cristo es y todo lo que hizo y padeció por los hombres participa de la eternidad divina y domina así todos los tiempos y en ellos se mantiene permanentemente presente. El acontecimiento de la Cruz y de la Resurrección permanece y atrae todo hacia la Vida” (Catecismo 1085). Lejos de alejarse de nosotros, por su Ascensión se hace presente de un modo nuevo, con la presencia invisible, pero que todo lo abarca, de Dios.

Jesús exaltado es el Sacerdote celeste, siempre vivo para interceder en nuestro favor (cf Hb 7,25). Él, asociando consigo a la Iglesia, es el “centro y el oficiante principal de la liturgia que honra al Padre en los cielos” (Catecismo 662). Celebrando la fe cada domingo, ofreciendo el Santo Sacrificio de la Misa, nosotros, aún peregrinos por este mundo, pregustamos y participamos en aquella liturgia del cielo hasta que, también nosotros, entremos en la gloria de Dios.

Con su Ascensión, Cristo ha inaugurado para el hombre un espacio en Dios: “El ‘cielo’, la palabra cielo no indica un lugar sobre las estrellas, sino algo mucho más osado y sublime: indica a Cristo mismo, la Persona divina que acoge plenamente y para siempre a la humanidad, Aquel en quien Dios y el hombre están inseparablemente unidos para siempre” (Benedicto XVI). En la medida en que nos acerquemos a Jesús y entremos en comunión con Él – mediante la fe, los sacramentos y la entrega de la propia vida – nos estaremos acercando al cielo.

El Señor anuncia el Don del Espíritu Santo, la fuerza que nos permitirá ser sus testigos en medio del mundo, viviendo “la ardiente esperanza de seguirlo en su reino”, de entrar también nosotros, para siempre en la gloria de Dios. Como escribe San Juan Crisóstomo: “Pero dirás: ¿a mí en qué me interesa? Pues tú serás igualmente llevado a los cielos, porque tu cuerpo es de la misma naturaleza que el cuerpo de Jesucristo. Tu cuerpo, pues, será tan ágil, que podrá atravesar los espacios; porque así como la cabeza, es el cuerpo; como el principio, así el fin. Véase cómo fuimos honrados por este principio. El hombre era la clase más ínfima de las creaturas racionales, pero los pies se hicieron semejantes a la cabeza, fueron encumbrados en una torre real por virtud de Jesucristo, su cabeza”.

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