InfoCatólica / La Puerta de Damasco / Categoría: General

27.01.09

El Presidente positivista

Zapatero se ha revelado, una vez más, como un positivista. No como alguien atento a la realidad de los hechos; sobre los que tiende a no pronunciarse: “¿Es el feto una persona humana o no lo es?” Tal pregunta no obtiene respuesta. El positivismo de Zapatero es un positivismo jurídico, que no se para a pensar sobre la deseable vinculación entre moral y derecho. Lo que importa no es la realidad, sino lo que el derecho positivo; es decir, las leyes vigentes, admiten. Sólo desde esta lógica se comprende que la toma de posición sobre el carácter humano del feto se desplace en favor de una vaga alusión a una sentencia del Tribunal Constitucional.

Pero el suyo es un positivismo no coherente. Zapatero divaga. Habla, primero, del aborto como un derecho de la mujer y, después, se refugia en el carácter indeseable de penar a la mujer que aborta. Ambas cosas no son lo mismo. Si nos atenemos a las leyes vigentes en España, el aborto no es un derecho, es un delito. En el Código Penal, libro II, título II, se trata del aborto en el contexto de los “delitos y sus penas”. Un delito es un quebrantamiento de la ley. Un delito no es un derecho, ni puede serlo. El aborto es un delito que, en algunos casos, no es punible, pero que no deja de ser delito.

La sentencia de 1985 del Tribunal Constitucional considera al “nasciturus” – con la abstracción de la realidad que conlleva el positivismo jurídico - como un “bien jurídico”; un bien que debe ser protegido por el Estado. Si el aborto fuese un derecho de la mujer, el Estado únicamente habría de proteger ese “derecho”, sin obligación alguna de velar por la vida del que va a nacer. Si fuese un derecho, bastaría con querer abortar y punto. Y el Estado debería poner todos sus medios para que ese derecho pudiese ser ejercido, sin ningún tipo de límite. Establecer plazos, supuestos, condiciones, equivale, en el fondo, a decir que el aborto no es un derecho, sino, a lo sumo, un mal que se “tolera” en favor de lo que se entiende que sería un mal mayor – la puesta a disposición judicial de las personas que perpetran ese mal, con el consiguiente riesgo de encarcelamiento, multa o cualquier otro tipo de sanción - .

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26.01.09

¿El retorno o la búsqueda de la plena comunión?

Además de las cuestiones litúrgicas, en las que se ha producido un mayor acercamiento al reconocer la posibilidad de celebrar la Santa Misa según la llamada “forma extraordinaria”, algunos otros temas dividen a los seguidores de Mons. Lefebvre de las autoridades doctrinales de la Iglesia Católica. Dos de ellos revisten gran importancia teórica y no carecen, obviamente, de repercusiones pastorales. Me refiero a la doctrina de la “Dignitatis humanae” sobre la libertad religiosa, que los lefebvrianos juzgan antropocéntrica, humanista y en discontinuidad con el magisterio católico de siempre, así como a la cuestión del ecumenismo, cuyos principios se exponen en el decreto “Unitatis redintegratio” del Concilio Vaticano II; doctrina sospechosa, para ellos, de desdibujar la identidad de la Iglesia.

Mons. Fellay parece un obispo interesado en lograr la plena inserción de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X en la Iglesia de Roma, de la que, nos dice, nunca se han separado, ya que reconocen los dogmas de la fe y al Papa como Sucesor de Pedro y Vicario de Cristo. Mons. Fellay explicita que “si la Iglesia dice hoy algo que está en contradicción con lo que enseñó ayer, y si nos obliga a aceptar este cambio, entonces debe explicar la razón de esto. Yo creo en la infalibilidad de la Iglesia y pienso que llegaremos a una verdadera solución”.

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25.01.09

Obama y la reserva escatológica

El teólogo alemán Metz ha popularizado la expresión “reserva escatológica” para aludir a la relación dialéctica que existe entre las promesas de Dios y la realidad histórica. Toda realización intramundana es provisional; ningún logro político, social o económico es, sin más, “el Reino de Dios”.

Viene a mi mente el nombre de Metz a propósito del nuevo presidente de los EEUU, saludado por tantos como una especie de “mesías” que vendría a instaurar una nueva era; la era de la paz y del respeto a la justicia. Yo le deseo al presidente de los EEUU lo mejor. No sólo por él y por su pueblo, sino por el bien de todo el mundo.

Pero Obama no es el mesías. Se impone, como siempre, la reserva escatológica. Con pena leo que una de sus primeras medidas ha consistido en levantar el veto a la financiación de los grupos promotores del aborto.

El aborto es, siempre, un mal; es, siempre, una injusticia. Defenderlo, ampararlo, promoverlo es defender, amparar y promover el mal. Triste comienzo para un mandatario de cuyas decisiones depende tanto para tanta gente.

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24.01.09

Con solicitud pastoral y paterna misericordia : La remisión de la excomunión a los Obispos de la FSSPX

Hoy se ha hecho pública una buena noticia para los que amamos la unidad de la Iglesia: El Papa Benedicto XVI, mediante decreto de la Congregación para los Obispos de 21 de enero de 2009, “remite la excomunión que gravaba sobre los (…) Prelados” de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X.

Ateniéndonos al comunicado de la Sala de Prensa de la Santa Sede, algunos aspectos merecen ser destacados:

1. Los cuatro Obispos de la Fraternidad habían incurrido en excomunión “latae sententiae”, declarada formalmente por la Santa Sede, por haber sido ordenados obispos sin mandato pontificio.

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22.01.09

Teólogos nombrados obispos

Hoy he visto en vatican.va el nombramiento episcopal de Antonio Staglianò, nuevo obispo de Noto, en Siracusa. Pertenecía al clero de la archidiócesis de Crotone-Santa Severina y era, o es todavía, el director del Instituto Teológico de Calabria, en Catanzaro. Un hombre joven, de cuarenta y nueve años, y un teólogo conocido en Italia.

Recuerdo un curso que impartía, y al que yo asistí como alumno, en la Universidad Gregoriana. Estaba dedicado a San Anselmo de Aosta, un autor al que el Prof. Staglianò conocía muy bien, como se manifiesta en su denso estudio titulado “La mente umana alla prova di Dio. Filosofia e teologia nel dibattito contemporaneo sull’argomento di Anselmo d’Aosta” (1996).

Luego llegaron otros libros; bastantes libros. Que yo haya leído, un texto sobre “La Teologia ‘che serve’” (1996) y un importante manual sobre Dios, “Il mistero del Dio vivente. Per una teologia dell’Assoluto trinitario” (2002).

En Italia, y en otros países, no sorprende que los teólogos sean nombrados obispos. A pocos se les ocurriría la peregrina pregunta acerca de cuál es su “experiencia pastoral”. Porque no deja de resultar absurdo que la cualificación teológica de un nuevo obispo suscite dudas acerca de su capacidad pastoral. Como si ambas dimensiones fuesen opuestas. Como si dedicarse a la Teología, para un sacerdote, no fuese, en sí mismo, una tarea pastoral de primer orden. O como, en un supuesto aún más triste, se pudiese hacer verdadera pastoral al margen de la Teología.

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