Pornografía
Esta tarde, mientras rezaba Vísperas con mis feligreses, me ha “golpeado” un texto de San Pablo: “¡Glorificad a Dios con vuestro cuerpo!” (1 Cor 6,20). No solo tenemos cuerpo. Somos también cuerpo. Somos “espíritus encarnados”, una unidad de alma y cuerpo.
A veces da la sensación de que la herencia cartesiana es demasiado influyente, con la insistencia en la separación entre la “res cogitans” y la “res extensa”. No es una visión adecuada. Yo soy lo que soy, pensamiento y corporalidad, sin que una faceta se pueda disociar de la otra.
Parece, en nuestra cultura, que si uno decide libremente ser tratado como un zapato es lícito, previo consenso, tratar al otro como un zapato. Y no lo es. El otro, y uno mismo, merece el máximo respeto. También mi cuerpo – y el cuerpo del otro – lo merece. Es, en cualquier caso, un cuerpo humano. El cuerpo de alguien que ha sido creado a imagen de Dios.
Amar es admirar. Y admirar es respetar. En cuerpo y alma. El Hijo de Dios, en la Encarnación, se hizo hombre, carne. No solo alma, sino carne. Y esta afinidad entre Dios y el hombre resalta la inmensa dignidad de lo humano. No es cualquier cosa ser hombre – humano – si el mismo Dios se ha dignado serlo.
El Diccionario de la Real Academia Española relaciona la “pornografía” con la “prostitución”, con la “actividad a la que se dedica quien mantiene relaciones sexuales con otras personas, a cambio de dinero“.
Entregar el cuerpo, como entregar el alma, es venderse. Es aceptar convertirse uno mismo en mercancía, en cosa. Y una persona no puede ser una cosa.

Homilía para la solemnidad de la Ascensión del Señor (Ciclo A)
Acabo de regresar de Salamanca, tras haber participado en las “XXVIII Conversaciones de Salamanca”, organizadas por la Facultad de Teología de la UPSA los días 29 y 30 de mayo de 2014. Hemos estado presentes, además de algunos profesores de la Facultad, los directores de los Centros asociados y afiliados, así como numerosos profesores de Cristología de estas instituciones académicas.
Homilía para el Domingo sexto de Pascua (Ciclo A)
El beato Newman escribió: “Las opiniones cambian, las conclusiones se debilitan, las investigaciones se agotan, la razón se detiene: solo la fe llega hasta el final, solo la fe permanece” (J.H. Newman, “Discursos sobre la fe”, Madrid 1981, 197).






