InfoCatólica / La Puerta de Damasco / Categoría: General

13.06.24

Vírgenes necias

En la catedral de Magdeburgo, en Alemania, una de las primeras catedrales góticas de ese país, se encuentran, en el exterior de la entrada norte al transepto, las esculturas de las cinco vírgenes sabias y de las cinco necias. Datan, estas esculturas, de mediados del siglo XIII y, con gran maestría para su época, expresan las emociones y el lenguaje corporal de los personajes que representan.

Obviamente, el motivo de este conjunto escultórico se encuentra en el capítulo 25 del evangelio según san Mateo: la parábola de las diez vírgenes. Las diez esperan ansiosamente la venida del esposo. Las prudentes son aquellas que tienen previsión y que preparan todo lo necesario para recibirlo. Las necias son las que carecen de esa cautela.

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8.06.24

Un mundo que parece haber perdido el corazón

El papa Francisco anunciaba, en la audiencia general del pasado miércoles, la próxima publicación -en septiembre- de un documento sobre el culto al Sagrado Corazón de Jesús para meditar “sobre diversos aspectos del amor del Señor que pueden iluminar el camino de la renovación eclesial; y que también digan algo significativo a un mundo que parece haber perdido el corazón”.

Un mundo sin corazón es un mundo aprisionado por la racionalidad técnica, instrumental, que remueve lo emocional del hombre hacia lo irracional y que sueña, como lo hacen algunas utopías del transhumanismo, con superar incluso el cuerpo, visto como un “envoltorio” del que cabe prescindir en cuanto se pueda transferir la mente a un sustrato electrónico.

El culto al Sagrado Corazón reivindica el cuerpo como imagen del espíritu. Lo invisible se hace presente en lo visible; el amor de Dios se expresa en el Corazón de Cristo. San Buenaventura decía que las heridas del cuerpo muestran las heridas del alma: “¡Contemplemos por las heridas visibles las heridas invisibles del amor!”.

De un modo similar, Antoine de Saint-Exupéry hace decir a su principito que “solo se ve bien con el corazón”. Es un error desterrar los sentidos, la sensibilidad y los sentimientos del ámbito del conocer, como si el hombre fuese una inteligencia separada de la carne. El corazón es la quintaesencia de las pasiones. El Corazón de Cristo manifiesta que no hay Pasión (divina) sin pasiones, sin la capacidad de sentir.

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30.05.24

Creer e imaginar

Hay un vínculo interno que une imaginación, conocimiento y acción. Sin imaginación, sin mediación entre lo visible y lo invisible, entre el cuerpo y el espíritu, no hay acción. No nos sentimos movidos a intentar aquello que nos parece del todo “inimaginable”, absolutamente imposible de comprender o de realizar.

La Biblia concede una gran importancia a la imaginación. Baste mencionar el libro del Apocalipsis - plagado de imágenes-, que invita a ver el mundo de otro modo, con la finalidad de obrar concretamente en él para el bien. Se escribe en medio de los avatares que provoca la acometida del Imperio Romano contra la Iglesia naciente, persiguiéndola o relegándola. De las revelaciones y visiones que Cristo le concede, la Iglesia obtiene la fuerza para no sucumbir ante la amenaza del Imperio. Con imágenes se denuncia la idolatría imperial, que pretende usurpar el papel de Dios y exigir la adoración de sus súbditos. Pero nada puede impedir la irrupción de lo nuevo: la ciudad santa que descendía del cielo, con una “muralla grande y elevada, tenía doce puertas y sobre las puertas doce ángeles y nombres grabados”.

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28.05.24

Don Luis Quinteiro, administrador apostólico de Tui-Vigo

He tenido el enorme privilegio, y espero seguir teniéndolo con el favor de Dios, de haber conocido y tratado a don Luis Quinteiro Fiúza, hasta hace muy poco obispo de Tui-Vigo y actualmente administrador apostólico de esta diócesis. Ya se ha hecho público el nombramiento de quien lo sucederá en el cargo, el sacerdote de Mondoñedo-Ferrol don Antonio Valín Valdés.

Don Luis destaca por su inteligencia y cultura. Normalmente, si uno ha estudiado y leído un poco, suele admirar a quien le sobrepasa en estudios y lecturas. Don Luis es un filósofo, doctor en esta disciplina, que ha dialogado personalmente con un pensador tan relevante para nuestro tiempo como Jürgen Habermas. Es un teólogo. Es un humanista. Un políglota, en esta España nuestra aún tan poco ducha en el conocimiento de otros idiomas. Habla, con fluidez, no solo gallego y castellano, sino asimismo inglés, francés, italiano y alemán. Es un gran amante y conocedor de la historia de la música. También de la de Wagner.

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24.05.24

La fe y los sentidos

Existe una tendencia a espiritualizar excesivamente la revelación y la fe, así como a disociar el alma del cuerpo. Se trata de un error, porque el cristianismo es la religión de la encarnación – “el Verbo se hizo carne” – y el hombre no es una inteligencia pura, una razón separada, sino que posee una inteligencia sentiente, una razón sensible. Todo nuestro conocimiento toma su origen en los sentidos y no es una excepción el conocimiento que proporciona la fe: “Los sentidos de nuestro cuerpo nos abren a la presencia de Dios en el instante del mundo”, escribe José Tolentino Mendonça.

La doctrina de los “sentidos espirituales” recurre a las imágenes de la experiencia de los cinco sentidos para usarlas como metáforas y símbolos de la experiencia que el hombre vive en relación con Dios. La fe está ligada al oído, viene de la escucha. Es preciso que Dios, con su gracia, prepare nuestros oídos para que podamos escuchar su Palabra; para curar nuestro mutismo y nuestra sordera, abriéndonos a la filiación y a la fraternidad. La palabra - y también el canto y la música - son mediaciones sensibles de lo invisible, la presencia de Cristo en medio de su pueblo.

Quien cree, ve. La fe, decía Pierre Rousselot, es la capacidad de ver lo que Dios quiere mostrar y que no puede ser visto sin ella. La gracia de la fe concede a los ojos ver acertadamente, proporcionalmente, su objeto. El mundo de nuestra experiencia no se empequeñece al creer, sino que se dilata: “Quien cree ve; ve con una luz que ilumina todo el trayecto del camino, porque llega a nosotros desde Cristo resucitado, estrella de la mañana que no conoce ocaso”, dice el papa Francisco. Podemos ver el mundo con ojos nuevos si nos sabemos bajo la mirada de Dios. La belleza en general, y el arte en particular, puede abrir la vía a la búsqueda de Dios y al encuentro con él.

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