El aborto, una derrota de la humanidad. Sobre un artículo del Cardenal Cañizares
He leído con gran interés, y con atención, un artículo del Cardenal Cañizares que hoy (11 de septiembre de 2008) publica el diario “La Razón”. Se titula el escrito: “El aborto, una derrota de la humanidad”. Tiene una virtud, a mi juicio, el Cardenal de Toledo: la valentía de decir lo que piensa en los medios de comunicación. Es muy fácil, tal vez, escribir en un Boletín Diocesano o en una Hoja Parroquial. Mucho menos cómodo resulta expresar la propia opinión en un periódico, donde nunca falta el juicio, muchas veces inmisericorde, del “otro”, del que no ve las cosas del mismo modo como las ve uno.
Apelando a la razón, que, en teoría al menos, es un elemento que une a los seres humanos, el Cardenal aborda la cuestión del aborto desde la perspectiva de los fundamentos del Derecho y de la Moral. No hay ni una sola cita explícita del Evangelio, ni del Magisterio de la Iglesia, ni de lo específicamente cristiano, aunque todo lo que dice está en plena armonía – no cabe ni sospechar lo contrario – con la revelación.
El Derecho y los derechos están presentes en la reflexión de Mons. Cañizares. Las leyes no pueden ir en contra del derecho a la vida. Si así lo hicieran se conculcaría el más fundamental de los derechos del hombre, que es, precisamente, el derecho a la vida. Además, se pondría en entredicho la dignidad inviolable de todo ser humano; dignidad que es la base de la convivencia y de la sociedad. Se violaría incluso el “no matarás”, entendido como un absoluto inscrito en la naturaleza humana.

La sacralidad de la vida humana, o la debilidad de una ética sin Dios
Nuestros gobernantes parecen estar “desatados”; es decir, dan la impresión de proceder sin freno y desordenadamente. Sin freno, desde luego. Dicen ellos mismos que su ideología incorpora asertos como éste: “el propietario de tu cuerpo eres tú. Tú eres quien toma decisiones. Eso es ideología socialista” (Bernat Soria).
Merece la pena releer la encíclica de Juan Pablo II “Evangelium vitae”. Sobre el aborto, recuerda el Papa que, entre todos los delitos que el hombre puede cometer contra la vida, reviste éste características que lo hacen “particularmente grave e ignominioso”. Realmente es, como enseñó el Concilio Vaticano II, un crimen nefando (cf “Evangelium vitae”, 58).
Los españoles vivimos en la angustia. Podemos pensar, como quizá pensaban los ciudadanos de Roma o del III Reich, ¿cuál será la nueva iniciativa legal de nuestro Gobierno? ¿Qué buscarán ahora? ¿Cuál será el objetivo de la voluntad del César?












