“En tus manos”, de Gilberto Gómez González
El Grupo Editorial Fonte da a conocer en su página web la publicación de un libro de poemas de Gilberto Gómez González titulado “En tus manos”, una edición preparada por Pablo Cervera Barranco.
Gilberto Gómez González es el obispo de Abancay, en Perú. Nació en Albeos (Crecente, Pontevedra), la tierra natal de san Pelayo, en 1952. Fue presbítero de la diócesis de Tui- Vigo desde 1975 – fecha de su ordenación sacerdotal – hasta 2002, año en que fue ordenado obispo, primero auxiliar de Abancay y, a partir de 2009, obispo residencial de esa misma diócesis andina. A pesar de la distancia física, ha mantenido siempre un vínculo efectivo y cordial con Tui-Vigo.
Don Gilberto es también poeta. Sus versos los define él mismo como “pequeños desahogos (borradores les llamo yo) que escribo muy de tarde en tarde (hace falta tiempo y paz)”. En 2005 ganó la XXIV edición del Premio Mundial Fernando Rielo de Poesía Mística con su obra “Via Lucis” y en 1922 publicó, en la editorial CCS, su obra “Rosario. Poesía, oración y mística”.
Quedaba pendiente la publicación de su obra poética completa – hasta ahora, porque don Gilberto sigue escribiendo versos - en lengua española. Y esa tarea ha sido felizmente culminada con el libro del que damos noticia, que acaba de salir en la colección de “Poesía espiritual” del mencionado Grupo Editorial Fonte.
Sé que también acaba de ver la luz un volumen con sus poemas en gallego con el título “Terriña”, pero no conozco aún los datos precisos del mismo.
Es una buena noticia. La Editorial Fonte permite el acceso a una muestra importante de “En tus manos”: el prólogo escrito por el Yolanda Obregón García, la introducción del autor, el índice completo del libro y seis poemas del capítulo primero. Reproduzco el primero de ellos:
A tristes y aburridos
“Perdónalos, Señor, porque no saben
lo que hacen, lo que buscan, lo que sueñan…
No te irrites, mi Dios, porque no caben
tus aguas en vasijas tan pequeñas./
¿En dónde, materile, están las llaves
que abren la compuerta a las estrellas,
las que sueltan al mar todas las naves
ancladas en prisión de las arenas?/
La alegría es un don: que no se aburran
los que sienten de cerca tu amistad;
los que saben ser libres, porque escuchan/
y guardan tus palabras de Verdad.
Concédeles, Señor, a los que luchan
el fumar de la pipa de tu paz”.
¡Feliz lectura!
Guillermo Juan Morado.
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