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5.12.21

La Navidad de los poetas

El misterio de la Navidad es un acontecimiento divino y humano. Dios se hizo hombre: “El eterno hoy de Dios ha descendido en el hoy efímero del mundo, arrastrando nuestro hoy pasajero al hoy perenne de Dios”, escribía Benedicto XVI. Y añadía: “Dios es tan grande que puede hacerse pequeño. Dios es tan poderoso que puede hacerse inerme y venir a nuestro encuentro como niño indefenso para que podamos amarlo. Dios es tan bueno que puede renunciar a su esplendor divino y descender a un establo para que podamos encontrarlo y, de este modo, su bondad nos toque, se nos comunique y continúe actuando a través de nosotros”.

No es extraño que este acontecimiento haya propiciado el asombro y la admiración de tantos artistas y poetas. Es imposible no conmoverse, por ejemplo, ante La adoración de los pastores atribuida al pintor italiano Giorgione. En el óleo, un luminoso paisaje contrasta con la entrada de una gruta oscura. En el centro del cuadro, los peregrinos pastores se postran ante Jesús recién nacido. El misterio de ese Nacimiento nos concierne a todos. Como afirma el Concilio Vaticano II, en una de sus páginas más brillantes, “Él mismo, el Hijo de Dios, con su encarnación, se ha unido, en cierto modo, con todo hombre. Trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre”.

También los poetas, los artistas de la palabra, se han dejado conmover por la Navidad, escrutando el misterio en el acontecimiento; interpretando la sacramentalidad, la valencia simbólica – “el Verbo se hizo carne”-, de un hecho: el nacimiento de Jesús. En la antología de Yolanda Obregón, 400 poemas para explicar la fe (Vita Brevis, 2019) se recogen algunas de las más bellas poesías dedicadas a la Navidad. Entre ellas, el simpático villancico de un futbolista, de José María Fernández Nieto. Un joven futbolista se acerca, por error, al portal de Belén, creyendo “que era el Portal portería/ de algún celeste partido”. El Niño Dios acaba jugando al fútbol mientras la creación entera celebra el momento: “Jesús, con sus manos bellas/ le está pidiendo el balón/ y recibe la ovación/ de un graderío de estrellas”. “Chuta el Niño a la primera;/ María exclama: ‘Es un sol, / José dice: ‘¡Aquí hay madera!, / Y en la Creación entera, / bien claro y en español, / los demonios gritan: ‘Fuera’, / los ángeles gritan: ‘Gol’ ”.

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