InfoCatólica / La Puerta de Damasco / Archivos para: Diciembre 2012

19.12.12

La fe de los sencillos

Me complace dar noticia de un libro en el que he colaborado:

La fe de los sencillos AUTOR: Rico Pavés, José (dir.)
COLECCIÓN: Fuera de colección (FC0105)
ED-IMP.: 1-1 (2012)
PÁGINAS: 1236
MATERIA: Pastoral
ISBN: 978-84-220-1618-2
DISPONIBILIDAD: Total
PRECIO: 37,50€ (sin IVA)

Comentario a la Instrucción pastoral “Teología y secularización en España. A los cuarenta años de la clausura del Concilio Vaticano II", de la LXXXVI Asamblea Plenaria de la CEE (30-3-2006).

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15.12.12

El mensaje del papa para la Jornada Mundial de la Paz: complejo, realista y propositivo

No pretendo resumir el contenido del Mensaje del papa Benedicto XVI para la XLVI Jornada Mundial de la Paz del próximo 1 de enero de 2013. Si tuviese que calificarlo lo haría con el uso de tres adjetivos: es un mensaje complejo, es un mensaje realista y es, a la vez, propositivo.

“Complejo” porque se compone de elementos diversos, que no se pueden reducir fácilmente a un titular. “Realista”, porque describe la situación actual yendo a sus causas profundas. Y “propositivo” porque pide aprovechar la crisis para crear un nuevo modelo.

La realidad que vivimos causa alarma, por varios motivos: “Causan alarma los focos de tensión y contraposición provocados por la creciente desigualdad entre ricos y pobres, por el predominio de una mentalidad egoísta e individualista, que se expresa también en un capitalismo financiero no regulado. Aparte de las diversas formas de terrorismo y delincuencia internacional, representan un peligro para la paz los fundamentalismos y fanatismos que distorsionan la verdadera naturaleza de la religión, llamada a favorecer la comunión y la reconciliación entre los hombres”.

¿Cómo superar estos fenómenos preocupantes? No se trata de dar recetas que se limiten a paliar los síntomas; se trata de ir a la raíz. Hay que apostar por “un humanismo abierto a la trascendencia”, por una antropología y una ética que vaya más allá del subjetivismo y del pragmatismo, del relativismo y de la pretensión de “una moral totalmente autónoma” en lugar de reconocer “la imprescindible ley moral inscrita por Dios en la conciencia de cada hombre”. La paz es, en definitiva, “la construcción de la convivencia en términos racionales y morales”. Es preciso, en suma, dejarse guiar “por las exigencias de la verdad, la justicia y el amor”.

Desde esa base se podrá proponer un cambio, “un nuevo modelo de desarrollo”: “Para salir de la actual crisis financiera y económica – que tiene como efecto un aumento de las desigualdades – se necesitan personas, grupos e instituciones que promuevan la vida, favoreciendo la creatividad humana para aprovechar incluso la crisis como una ocasión de discernimiento y un nuevo modelo económico”.

Este nuevo modelo ha de abarcar los círculos concéntricos que afectan a la persona. En primer lugar, respetando la vida humana, “considerada en sus múltiples aspectos, desde su concepción, en su desarrollo y hasta su fin natural”, pero también la verdad sobre el matrimonio y la familia. Cuidando de la educación, ya que el mundo actual necesita “del soporte de un pensamiento nuevo, de una nueva síntesis cultural, para superar tecnicismos y armonizar las múltiples tendencias políticas con vistas al bien común”.

La libertad religiosa – que ha de ser promovida desde un punto de vista positivo -, el derecho al trabajo – que no puede ser considerado como “una mera variable dependiente de los mecanismos económicos y financieros” – y hasta la economía entran dentro de esos círculos. No puede admitirse que se acepte como una convicción que “el crecimiento económico se ha de conseguir incluso a costa de erosionar la función social del Estado y de las redes de solidaridad de la sociedad civil, así como de los derechos y deberes sociales”.

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La estrella de los Magos

¿Qué dice el papa, en su libro sobre “La infancia de Jesús", acerca de la estrella que siguieron los Magos?

No ha dicho que no fuese un fenómeno histórico. La “Dei Verbum” afirma, conviene recordarlo, que “la Santa Madre Iglesia firme y constantemente ha creído y cree que los cuatro referidos Evangelios, cuya historicidad afirma sin vacilar, comunican fielmente lo que Jesús Hijo de Dios, viviendo entre los hombres, hizo y enseñó realmente para la salvación de ellos, hasta el día que fue levantado al cielo” (DV 19).

Creo que lo que subyace en las palabras del papa – de J. Ratzinger, ya que escribe como doctor privado – es una discusión propiamente teológica. La estrella puede haber sido, como decía San Juan Crisóstomo, algo extraordinario o pudo haber sido, al menos en principio, en pura hipótesis, un fenómeno astronómico. El papa no dice que haya sido un fenómeno astronómico, sino que “sería un error rechazar a priori esa pregunta remitiéndose a la naturaleza teológica de la historia”.

Santo Tomás, en la cuestión 36 de la tercera parte de la “Summa”, se pregunta si la estrella que se apareció a los Magos fue uno de los astros del cielo: “Parece más probable – responde el Doctor Angélico - que fuese una estrella creada de nuevo, no en el cielo, sino en la atmósfera próxima a la tierra, y que se desplazaba a voluntad de Dios”. O sea, se inclina por el parecer de San Juan Crisóstomo, pero con cautela a la hora de determinar en qué consiste el fenómeno extraordinario en sí: “parece más probable”.

¿Por qué el papa considera que no hay que desechar a priori que haya sido un fenómeno astronómico? Por el valor teológico que le concede al “liber naturae”, a la naturaleza como “libro” que nos habla de Dios.

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13.12.12

Estad alegres

Homilía para el III Domingo de Adviento (Ciclo C)

El domingo III de Adviento constituye una invitación a la alegría. Pero no se trata de una exhortación inmotivada, sino de una advertencia que va acompañada de la indicación del fundamento de ese júbilo: “El Señor está cerca”. La proximidad del Señor es la razón de la alegría.

El Señor viene a cancelar nuestra condena; Él es “un guerrero que salva” (cf Sofonías 3, 14-18a). Por eso la Iglesia, y a través de ella la humanidad entera, es convocada a gritar con júbilo: “¡Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel”. Y, en la Iglesia, cada uno de nosotros pedimos a Dios que nos conceda “llegar a la Navidad – fiesta de gozo y salvación – y poder celebrarla con alegría desbordante” (oración colecta de la Misa).

Sin la luz de la fe, una mirada dirigida al mundo no siempre suscitaría en nosotros la alegría. A lo sumo, encontraríamos una alegría momentánea, experimentando, en ocasiones, un sentimiento grato por los acontecimientos amables que nos toca vivir o de los que somos espectadores. Pero ese sentimiento se vería continuamente empañado por las nubes del dolor y del sufrimiento que, a poco que abramos los ojos, descubrimos en todas partes.

Hay quien busca “anestesias” para el dolor de la vida; paréntesis de excitación que conjuren la monotonía de la existencia, la amenaza del tedio, el cansancio de los días. El alcohol, las drogas, el aturdimiento del ruido, del alboroto, la exaltación orgiástica del sexo son paliativos con los que, a veces, se quiere ahuyentar la tristeza, o la amenaza de la tristeza.

La fe nos pide una “sobria ebriedad”, una alegría serena, que brota de la vecindad de Dios. Dios, el origen y la meta de lo que somos, el sentido del mundo, la razón de ser de todo, está cerca. Dios se manifiesta en la humildad de un Niño, en la debilidad de un recién nacido, para acompañar, desde un pesebre convertido en cuna, nuestras soledades y nuestros miedos.

No hay que huir lejos para encontrar a Dios. Él llama a la puerta de nuestra vida, de nuestro corazón. Se hace uno de los nuestros; pobre como nosotros; limitado, en su omnipotencia, como limitados somos los hombres.

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12.12.12

Sagrado Corazón. I. El plan del Señor subsiste por siempre

“El plan del Señor subsiste por siempre; los proyectos de su corazón, de edad en edad” (Sal 32,11).

El Salmo 32 es un himno de alabanza que se refiere al proyecto divino que guía la historia: “El plan del Señor subsiste por siempre”. Un proyecto que no está abocado al fracaso, ya que Dios triunfará.

Acercarse al Sagrado Corazón de Jesús equivale a meditar sobre este plan, sobre este misterio, contemplando la magnitud del amor de Dios a los hombres manifestado en Cristo.

El Concilio Vaticano II enseña que “dispuso Dios en su sabiduría revelarse a Sí mismo y dar a conocer el misterio de su voluntad, mediante el cual los hombres, por medio de Cristo, Verbo encarnado, tienen acceso al Padre en el Espíritu Santo y se hacen consortes de la naturaleza divina” (DV 2).

El misterio de su voluntad es un designio de benevolencia, de misericordia y de amor que consiste en “recapitular en Cristo todas las cosas del cielo y de la tierra” (Ef 1,10). Toda la realidad encuentra su síntesis en Cristo, Dios y Hombre, auténtico vértice de la creación.

¿Cómo entramos cada uno de nosotros en este proyecto? Entramos de un modo muy significativo, ya que no hemos venido a la existencia por azar o casualidad, pues Dios nos ha elegido, incluso antes de la creación del mundo, para ser hijos adoptivos suyos por la gracia: “Él nos ha destinado por medio de Jesucristo según el beneplácito de su voluntad, a ser sus hijos” (Ef 1,5).

La iniciativa divina está en el origen de todo. Es, como enseña el papa Benedicto XVI, “un don gratuito de su amor que nos envuelve y nos transforma” (“Audiencia General”, 5-XII-2012).

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