InfoCatólica / La Puerta de Damasco / Archivos para: Marzo 2012

22.03.12

XII estación: JESÚS MUERE EN LA CRUZ

Todo está cumplido.
La voluntad del Padre fue obedecida
hasta el extremo.
Nada te guardaste. Todo
lo que Él te dijo
nos lo ofreciste.
Y en último gesto de amor
inclinas la cabeza
como un Sí definitivo
al Padre, a nosotros
y a la misión cumplida.

Todavía se han de asegurar
de tu muerte. Te lancean
el costado, y un manantial
de sangre y agua
derramas sobre nosotros
en un bautismo postrero.

Ya no queda más que hacer
en esta tierra. Todo queda dicho
y hecho.
Bajarás al infierno incluso
para que tu humanidad
se cumpla absolutamente.
Es el momento de la fe y de la esperanza,
o de la desesperación.

Habrás de abajarte otra vez
para que te creamos.

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Eduardo Jariod.

21.03.12

XI estación: JESÚS, CLAVADO EN LA CRUZ

Hasta ahora la cruz pesaba
sobre tus hombros. Ahora será ella
quien te soporte, soportándola tú
atravesado de clavos.
Ya no habrá más caídas.
Llegaste al final en un abrazo de vida
clavado.
Morirás
perdonando a tus verdugos,
prometiendo el paraíso al buen ladrón,
rechazando todo alivio, consciente
hasta el último sufrimiento
desgarrador.
Consuelas a tu madre,
y nos la entregas madre del mundo
en la persona de tu apóstol amado.

Aún soportas unas horas.
Has de estar clavado allí; no ha de ser
instantánea tu muerte.
Vivo y clavado ya para siempre
en nuestros corazones…

Nunca se vió mayor entrega de amor.

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Eduardo Jariod

19.03.12

X estación: Jesús es despojado de sus vestiduras

Te queda una última herida
antes del sacrificio final.
Te arrancan tu túnica ensangrentada
y exponen a una humillante desnudez
tu cuerpo destrozado.

No les importa nada; has de beber
hasta la última gota de este cáliz
amarguísimo. Nada te será
ahorrado. Desnudo, expuesto,
envilecido, echarán a suertes
la veste que cubrió tu último
pudor.

Pero tu desnudez remite a tu grandeza.
Lo estás dando todo;
llegas a la cruz desnudo, pleno,
omnipotente de amor.
Ya sólo te queda lo único que vas a dar
también.
Y por nosotros…

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Eduardo Jariod.

Los sacerdotes, ¿felices o amargados?

Las encuestas son encuestas. En el mejor de los casos constituyen una especie de instantánea de la realidad. A cada uno de nosotros podrían hacernos, a lo largo de día, diversas fotografías. Según el enfoque, la luz, el encuadre, etc, saldríamos más o menos favorecidos, más o menos jóvenes, más o menos altos o delgados.

La vida es una realidad compleja que no se deja reducir fácilmente a una instantánea. La vida es una sucesión de momentos, cada uno de ellos con un estado de ánimo, con una mayor o menor sensación de plenitud o de todo lo contrario a la plenitud.

¿Somos, en general, felices los sacerdotes? Pues depende… Depende de cada sacerdote, ya que algo así como “la felicidad” no se reparte a granel entre todos los que comparten una misma misión o tarea. Si hablamos de la felicidad de las madres, o de los padres, podríamos constatar un abanico tan amplio de resultados como amplio es el espectro que abarca a los seres humanos que son padres o madres.

El “Diccionario de la Real Academia Española” recoge tres acepciones del significado de “felicidad": 1. Estado de ánimo que se complace en la posesión de un bien. 2. Satisfacción, gusto, contento. 3. Suerte feliz.

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17.03.12

“No te prometo un gran sueldo, te prometo un trabajo fijo”

La frase está ahí. Con esas palabras comienza un vídeo sobre la vocación sacerdotal preparado por la Conferencia Episcopal Española para el Día del Seminario. La productora que lo ha elaborado explicaba: “Estamos en un mundo audiovisualmente agresivo, los mensajes con contenido profundo quedan sofocados, así que usamos las reglas de juego del siglo XXI, las mismas que usan las grandes compañías. Hacemos marketing viral con vídeos de impacto en redes sociales e Internet”.

Lógicamente el lenguaje de la pastoral y de la teología no se deja reducir a un “impacto” publicitario. Sería más exacto decir algo así como: “Dios cuenta contigo, tiene un proyecto para tu vida”. Pero, en medio de tanto ruido, quizá esta propuesta más exacta pasaría desapercibida. No sería ni tenida en cuenta desde la perspectiva mediática. Y el vídeo que comentamos es solo eso: un vídeo.

He podido constatar durante estos días la reacción de muchos cristianos: “no está bien decir eso, el sacerdocio es una vocación, no un trabajo fijo”. Esta reacción es sana. No brota de la reflexión sobre las campañas publicitarias, sino de la lógica de la fe. Los cristianos saben, y la gente en general también, que quienes se ordenan sacerdotes no lo hacen movidos por solucionar un problema laboral. Lo saben más que de sobra.

Pero esta justa reacción quizá no se hubiese originado sin el provocativo comienzo del vídeo. Lo que importa, en un primer momento, es que se hable del sacerdocio, que se piense en él, que se sepa que es una posibilidad abierta si Dios y el destinatario de su llamada lo quieren. Y a ese fin, a abrir ese interrogante, está orientado el vídeo, que, si se ve en su integridad, dice muchas más cosas.

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