La Iglesia como madre de los creyentes
La eclesialidad de la fe (IV)
La Iglesia es la Madre de los creyentes, “que responde a Dios con su fe y que nos enseña a decir: ‘creo’, ‘creemos’ ” . La salvación viene de Dios, pero recibimos la vida de fe a través de la Iglesia. La misma expresión “creer en la Iglesia” debe interpretarse como “creer eclesialmente”. La Iglesia es el modo, el contexto y el lugar desde donde se cree, gracias al impulso del Espíritu Santo, en Dios uno y trino.
La Iglesia no es primeramente objeto, término o contenido de la fe, sino una dimensión intrínseca del creer . Es verdad que la Iglesia puede ser definida, por aparecer como un artículo del credo, como un objeto material de la fe y, de manera instrumental, forma parte también del objeto formal de la fe, ya que, a través de ella, se manifiesta la autoridad de Dios revelante . Pero la Iglesia no forma parte de la fe como un objeto cualquiera, sino como principio y órgano de discernimiento de lo que debe ser creído.
La expresión patrística Ecclesia Mater hace referencia a este carácter de la Iglesia como medio y contexto comunitario de la fe. Según Tertuliano, es la Iglesia Madre la que garantiza la fe, ya que sólo en ella resulta posible el bautismo. En paralelismo con Eva, la Iglesia es la verdadera madre de todos los vivientes. Y San Cipriano, con una expresión que recordará San Agustín, afirma que “nadie puede tener a Dios como padre si no tiene a la Iglesia como madre” . Para el Obispo de Hipona, la Iglesia es una Madre que engendra hijos y que, a semejanza de María, permanece íntegra y fecunda.
La Iglesia es la Madre que convoca y congrega a sus hijos. Ella es portadora de salvación y generadora del hombre nuevo mediante la palabra de Dios, que suscita la fe, y la celebración de los sacramentos. Esta función materna resulta tan imprescindible que, ya desde los inicios de la creación, la Iglesia estaba prefigurada (cf LG 2).