La credibilidad de Jesús de Nazaret
Ofrezco este texto que puede ayudar a contextualizar la lectura del libro de Benedicto XVI, “Jesús de Nazaret. Desde la entrada en Jerusalén hasta la Resurrección", Madrid 2011.
1. Introducción: Jesús de Nazaret, objeto, motivo de la fe y motivo de credibilidad
Preguntarse sobre la credibilidad de Jesús de Nazaret equivale a interrogarse por la responsabilidad intelectual de la fe, que tiene en Jesús su origen, centro y fundamento.
La fe cristiana consiste en la adhesión a Jesucristo, en reconocerlo a Él como el Mesías y el Hijo de Dios vivo (cf Mt 16,16). Él es no solo el Revelador, sino la misma Revelación, su mediador y su plenitud (cf DV 3). Tal como escribió San Juan de la Cruz: “Porque en darnos, como nos dio a su Hijo, que es una Palabra suya, que no tiene otra, todo nos lo habló junto y de una vez en esta sola Palabra”.
La fe, como enseña el Concilio Vaticano I, ha de ser “conforme a la razón” y, para que esta conformidad o proporción sea posible, la revelación porta en sí misma motivos de credibilidad que muestran que el asentimiento de fe “no es en modo alguno un movimiento ciego del espíritu” (DH 3010). Entre estos signos ciertos de la revelación, adaptados a la inteligencia de todos, sobresale uno: la misma figura de Jesús de Nazaret.
Es decir, en Jesús de Nazaret coinciden el objeto de la fe – la revelación que Él es –; el motivo de la fe – la razón última por la que se cree: la autoridad divina, que en Jesús se nos presenta en su forma personal - y el motivo principal de credibilidad en virtud del que podemos asentir de un modo libre y humanamente responsable.
2. Tres dimensiones de la credibilidad de Jesús
Podríamos distinguir, al menos, tres aspectos en los que se refleja la credibilidad de Jesús de Nazaret, tres dimensiones que muestran que su Persona, su figura y su mensaje son dignos de ser creídos: Su perfecta coherencia, su historicidad y su significatividad; es decir, su capacidad de iluminar los interrogantes más profundos del hombre. Las tres dimensiones son necesarias y, a la vez, indisociables .
No bastaría con que Cristo fuese un personaje coherente, desde el punto de vista literario, para creer responsablemente en Él. Tampoco sería suficiente mostrar solo la historicidad de Jesús de Nazaret para que el acto de fe resultase conforme a la razón. Hay muchos personajes históricos, de los que tenemos abundantes datos, que no por ello se convierten, para una persona sensata, en objeto de una adhesión personal plena y definitiva como lo es la adhesión de fe a Cristo. No nos conformaríamos, asimismo, con mostrar solo la significatividad, la capacidad de iluminar la condición humana, de Jesús de Nazaret para poder creer en Él, si esta capacidad no estuviese respaldada por la coherencia y por la historicidad de su figura.