Para una reunión con los padres
Los que estamos en parroquias tenemos que cuidar, en estas fechas o en fechas próximas, como elementos integrantes de la iniciación cristiana, la celebración de los sacramentos de la Confirmación y de la Eucaristía - en concreto, de la Primera Comunión-.
No creo que me canse de pedir la recuperación del orden tradicional, y a mi modo de ver lógico, de la iniciación cristiana: Bautismo, Confirmación y Eucaristía, en este orden. ¿Por qué razón un bautizado que ya ha accedido a recibir a Cristo en la Comunión ha de esperar a los catorce años para recibir la Confirmación?
En una reunión con los padres hay un elemento de “agenda”: Señalar fechas y horas, obviamente de mutuo acuerdo. Creo que se debe señalar una o varias fechas “oficiales”, por decirlo así, y estar dispuestos a una total flexibilidad, ya que cada familia tiene sus propias circunstancias. Si se calcula que el número de comulgantes es alto, convendría ofrecer un abanico amplio de días.
Ya en el plano celebrativo, habrá que indicar cuándo los niños harán su primera confesión. Un aspecto nada secundario. El canon 914 del “Código de Derecho Canónico” prescribe una “previa confesión sacramental”: “Los padres en primer lugar, y quienes hacen sus veces, así como también el párroco, tienen obligación de procurar que los niños que han llegado al uso de razón se preparen convenientemente y se nutran cuanto antes, previa confesión sacramental, con este alimento divino; corresponde también al párroco vigilar para que no reciban la santísima Eucaristía los niños que aún no hayan llegado al uso de razón, o a los que no juzgue suficientemente dispuestos”.
Es muy importante la gradación de responsabilidades que señala el “Código”: Los padres “en primer lugar”, así como “también el párroco”. Los primeros responsables de la educación cristiana de los niños no son los párrocos, son sus padres. La Parroquia cumple un papel importante, pero subsidiario.
¿Dónde debe estar centrada nuestra atención? En el acontecimiento que esos niños van a vivir: recibir, por vez primera, a Cristo en la Comunión. Todo lo demás es secundario, muy secundario. Por otra parte, la comunidad cristiana que se reúne cada domingo ha de acoger a estos niños, pero sin romper el ritmo que marca el año litúrgico y sin relegar a un segundo plano la solemnidad que se celebra. Por decirlo de un modo concreto: la solemnidad del Corpus es, ante todo, la solemnidad del Corpus, con Primeras Comuniones o sin ellas. No desenfocar la realidad de las cosas resulta esencial y, por añadidura, pedagógico.