El “Día de la ira”

No tratamos, en este artículo, de la famosa secuencia de la Misa de Requiem, el “dies irae”, poema que apela, por encima de todo, a la misericordia de Cristo, a quien se aclama como “Señor de piedad”.

Hoy, en Egipto, el “Día de la ira” se refiere a algo muy distinto a la piedad. Alude a la llamada de los “Hermanos musulmanes” a manifestarse en contra del Ejército. Esta llamada no ha sido, según parece, oída masivamente, aunque sí por unos miles de personas.

La relativamente baja participación pone de manifiesto, según dicen algunos cronistas, la división entre los islamistas, incluso entre los mismos simpatizantes de los “Hermanos musulmanes”. No todos coinciden en la oportunidad de recurrir a la violencia.

A diferencia de lo que ha sucedido en estos últimos días, parece que hoy, de momento, no se han atacado las iglesias o las casas de los cristianos. El movimiento Tamarod, que ha llevado a la caída de Morsi, había pedido a sus miembros salir a la calle para defender las sedes del gobierno, los conventos y las iglesias.

Occidente se manifiesta confuso. Según el portavoz de la Iglesia Católica en Egipto, el padre Rafic Greiche, Obama parece no comprender la situación. No ha hablado, por ejemplo, de las iglesias cristianas quemadas por los Hermanos Musulmanes.

Los Hermanos Musulmanes, según esa misma fuente, lanzan un doble mensaje: hablan de democracia y de golpe de Estado, cuando se dirigen a los medios de comunicación de Occidente, y, en cambio, cuando se dirigen a los medios árabes, insisten en su proyecto de construir un Estado basado sobre la ley islámica.

El padre Greiche añade: “En Egipto no hay dos grupos que combaten entre sí”. Por una parte, dice, está la mayoría de la población – musulmanes, cristianos y otros -; por otra, un pequeño grupo de terroristas – ligados a al Qaeda y a los salafistas - que usan la religión para imponer su dominio.

No cabe más que pedir a la Comunidad Internacional que ayude a detener este desorden y sumarse a la petición del papa Francisco para que se impongan, en lugar de las armas, “la paz, el diálogo y la reconciliación”.

Guillermo Juan Morado.

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