La festividad de Santo Tomás de Aquino

Festividad de Santo Tomás
Instituto Teológico de Vigo
28.I.2013

Nota para los lectores del blog: Este texto corresponde al de un breve discurso que he pronunciado como inicio del acto académico en honor de Santo Tomás celebrado ayer en el Instituto Teológico de Vigo. Inevitablemente habrá referencias que, más allá de lo local, no les interesarán. Pero creo que la línea de fondo sí puede ser de interés más amplio:

Es un honor, para el Instituto Teológico “San José”, recibirles en esta festividad de Santo Tomás de Aquino, patrono de los teólogos y, también, patrono de la Universidad. Agradecemos mucho su presencia, que es una muestra de apoyo y a la vez un estímulo para seguir desempeñando nuestra misión.

“La Universidad” y “la Teología” no constituyen, en absoluto, términos antagónicos. Cuando comienzan a aparecer las Universidades, la Teología se transforma: pasa de ser una teología “monástica” a ser una teología “escolástica”; es decir, universitaria. Sin abandonar la preocupación por el Uno – por Dios - , se abre a la universalidad, al todo: al hombre y al mundo, sin olvidar que hombre y mundo están relacionados con Dios pues de Él, de Dios, depende, como afirma Santo Tomás, la total salvación del hombre.

Un teólogo moderno, W. Pannenerg, escribió que “teología y filosofía coinciden en el esfuerzo por procurar al hombre una orientación sobre su propia realidad y sobre la realidad del mundo como un todo”. La Teología, y la Filosofía, sin la cual la Teología no podría existir, intentan velar por la “universitas”; por el todo, por lo entero, por lo universal. Recortar los saberes, reducirlos “a priori” a lo muy exacto pero muy limitado equivaldría, a la postre, a recortar al hombre.

La Iglesia, convocada por el papa Benedicto XVI, celebra un “Año de la Fe”. En la carta apostólica “Porta Fidei”, el papa dice sobre este Año: “Comenzará el 11 de octubre de 2012, en el cincuenta aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II, y terminará en la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, el 24 de noviembre de 2013. En la fecha del 11 de octubre de 2012, se celebrarán también los veinte años de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica, promulgado por mi Predecesor, el beato Papa Juan Pablo II, con la intención de ilustrar a todos los fieles la fuerza y belleza de la fe”.

En un Centro de Estudios Eclesiásticos esta llamada del papa no puede pasar desapercibida, como, de hecho, no ha pasado a la Diócesis en su Programación Pastoral. También nosotros, unidos a la Diócesis, queremos contribuir a la celebración del “Año de la Fe”. Hemos planteado, en esta línea, un “Curso de Teología para sacerdotes”, que se está llevando a cabo con buena aceptación. Los alumnos del Instituto Teológico siguen un seminario especializado sobre el “Catecismo de la Iglesia Católica”. Queríamos, asimismo, dedicar un acto académico al Concilio Vaticano II.

Juan Pablo II, en la carta apostólica “Vicesimus quintus annus”, afirma que la Constitución sobre la Sagrada Liturgia “era el primer fruto del Concilio, querido por Juan XXIII, para que la Iglesia se pusiera al día”. El primer fruto, no el único fruto. Pero, en cualquier modo, un fruto significativo. Por esta razón, ante la imposibilidad de tratar en una sola conferencia toda la riqueza del Concilio, hemos pedido al Prof. Dr. D. Jaume González Padrós, Director del Instituto Superior de Liturgia de Barcelona, que hiciese un balance, cincuenta años después, sobre hasta qué punto lo que pretendía el Concilio se ha conseguido o no.

Un Centro de Estudios no es una “cosa irreal”. No. Es muy real. Tiene hasta nombres y apellidos. Son los nombres y los apellidos de las personas que, con su trabajo, lo hacen posible. Una de estas personas es D. Jesús Gago Blanco. Nuestra deuda con él es muy grande. Ha sido, durante muchos años, profesor, especializado en el área de Teología Práctica. Ha sido Rector del Seminario. Ha sido Vicario General y Administrador Diocesano. Pero ha sido – y sigue siendo – un sacerdote ejemplar. Una persona humilde, acogedora y de enorme bondad. Por eso un homenaje resulta justo y hasta necesario.

A D. Diego Pérez Gondar no podemos tributarle un homenaje del mismo tipo. D. Diego no se ha jubilado. Más bien, D. Diego comienza ahora su trayectoria académica, que deseamos que sea muy fructífera. De todos modos, ahora que es profesor de la Universidad de Navarra, nos sentiremos legítimamente orgullosos de que, en su curriculum, figure que ha sido – durante dos cursos – profesor de nuestro Instituto.

El Concilio Vaticano II hace una advertencia muy precisa: “Ordénese la teología dogmática de forma que, ante todo, se propongan los temas bíblicos; expóngase luego a los alumnos la contribución que los Padres de la Iglesia de Oriente y de Occidente han aportado en la fiel transmisión y comprensión de cada una de las verdades de la Revelación, y la historia posterior del dogma, considerada incluso en relación con la historia general de la Iglesia; aprendan luego los alumnos a ilustrar los misterios de la salvación, cuanto más puedan, y comprenderlos más profundamente y observar sus mutuas relaciones por medio de la especulación, siguiendo las enseñanzas de Santo Tomás; aprendan también a reconocerlos presentes y operantes en las acciones litúrgicas y en toda la vida de la Iglesia; a buscar la solución de los problemas humanos bajo la luz de la Revelación; a aplicar las verdades eternas a la variable condición de las cosas humanas, y a comunicarlas en modo apropiado a los hombres de su tiempo”.

Si somos capaces de cumplir esta encomienda del Concilio, “siguiendo las enseñanzas de Santo Tomás”, no cabe duda de que seguiremos velando para que la preocupación por el Uno – por Dios – sea indisociable de la preocupación por el “todo”.

Muchas gracias.

Guillermo Juan Morado.

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