Sin Dios, el hombre no tiene futuro (por Mons. Demetrio Fernández)

Se quiere construir una sociedad sin Dios, y sin Dios el hombre no tiene futuro. Dios es el futuro de nuestra vida, a nivel personal y a nivel social. Si quitamos a Dios de la existencia humana, el hombre se queda sin horizonte. El hombre sin Dios queda amputado en una de sus principales dimensiones, la dimensión religiosa. Esta dimensión religiosa del hombre no se reduce a la esfera privada de la conciencia, sino que por la propia naturaleza humana tiende a expresarse y a vivirse en sociedad.

Dios no es enemigo del hombre. Dios no estorba para el progreso y para la felicidad del hombre. Dios ha sido y seguirá siendo el principal factor de transformación de la sociedad, de respeto al ser humano, de promoción de sus derechos, de fomento de la convivencia. La religión no ha sido, como tantas veces se nos quiere hacer ver, la causa de los enfrentamientos a lo largo de la historia. Cuando el hombre deja de ser religioso, no por eso cesan las guerras y las ambiciones, sino que por el contrario se multiplican. La historia demuestra que cuando el hombre se acerca a Dios, se hace más capaz de crear una convivencia pacífica entre todos.

Oímos continuamente proclamas en contra de Dios y de la religión, y al hacer estas proclamas, se sueña con un progreso que traerá la paz y la felicidad para todos. Pero junto a estas proclamas y como una consecuencia de las mismas, se anuncia el aborto sin medida, la eutanasia legalizada y otros “progresos” que no respetan los derechos fundamentales del hombre.

La vida es el bien fundamental de la persona. Todos tienen derecho a la vida. También los que han sido engendrados y todavía no han nacido. Desde el momento mismo de la fecundación, tenemos una nueva persona, dotada de alma y cuerpo, con un proyecto genético y vital propio. Truncar esa vida es matar a un inocente. El sentido común y la fe en Dios nos dicen que nadie tiene derecho a suprimir esa vida que ha brotado en el seno materno. Hoy nos presentan como un progreso la libertad para matar al inocente en el seno materno, poniendo al alcance de quienes lo deseen todo tipo de medios. La vida no es respetada, el hombre no tiene futuro por este camino. Cuando el hombre se aleja de Dios, pierde hasta la luz natural para entender esta verdad elemental.

La vida en todas sus fases debe ser respetada, amada, acogida, alentada. No es ningún progreso poder eliminar a los minusválidos, a los que tienen síndrome de Down, a los que por cualquier accidente viven una vida limitada, a veces vegetativa. No hace bien al hombre y a la sociedad esta falta de protección del más débil, incluidos los que llegan a una edad avanzada y, gracias a la medicina, prolongan sus años. Cuando el hombre se aleja de Dios, se vuelve contra el hombre con toda crueldad. Y eso no constituye ningún progreso.

Por eso, nos llena de esperanza la próxima Jornada Mundial de la Juventud en Sydney del 15 al 20 de julio, en la que el Papa Benedicto XVI convoca a jóvenes de todo el mundo. Desde el encuentro fuerte con Jesucristo, estos miles y miles de jóvenes se animan a construir la civilización del amor, que respeta y ama al hombre, especialmente al más débil, en todos los momentos de su existencia. Es urgente construir un mundo nuevo. Y esto no podrá hacerse nunca al margen de Dios. Los miles de jóvenes que acudirán a Sydney y los millones de jóvenes que se unirán desde cualquier rincón del planeta a este acontecimiento constituyen una esperanza y una promesa. En ellos tenemos la esperanza de un mundo nuevo donde el hombre será respetado y amado en todas las circunstancias de la vida.

Con mi afecto y bendición:

+ Demetrio Fernández, obispo de Tarazona

3 comentarios

  
pecapas
Totalmente de acuerdo, D.Demetrio.¿Que tipo de catolicismo estamos viviendo hoy en España? Parece como si tuvieramos que escondernos en las Catacumbas para declarar: ¡soy católico! y como tal voy a actuar en el mundo del trabajo, del estudio, del ocio, de la politca, etc. Como decia un Santo Fundador, no podemos ir por el mundo como un esquizafrénico, con doble personalidad: católico cuando estoy en la Iglesia y ciudadano "ligh" (creo que se escribe así), cuando estoy en el seno de la socidad. Ese es el mas grave problema que tienen nuestros politicos actuales (los que todavía se dicen catolicos), el no decir las cosas claras parano ser tachados de "antiguos", "carcas" y otros apelativos similares.
07/07/08 7:46 PM
  
antonio
El futuro está en los jovenes pero que no se nos olvide que estos copian lo bueno o menos bueno de los que no lo son por lo que debemos estar siempre en continua alerta con una actitud acorde con nuestro cristianismo y si no se pudiera por la miseria humana explicarles a los jóvenes que aunque continuamente metemos la pata Dios nos ama porque nos sabe necesitados de su misericordia, y ésta es la fuerza que nos mueve a continuar luchando por una sociedad más justa.
Por supuesto que en el arca de Noé caben todos incluso usted como dice mi canción.
No somos dioses para decidir si éste o aquel deben abortarse.
Decir que los ataques contra la iglesia o contra el mismo Dios por parte de la sociedad son más que nada quejas de los que quieren que les dejen hacer sus proyectos. Estas personas lo único que desean con sus proclamas es quitarse de enmedio el estorbo (Dios, Iglesia,fe..)para seguir con sus aberraciones. Su actitud podría resumirse con un versiculo; "quien eres tú? Yo soy Jesús a quién tú persigues".
Cuando se persigue a seres inocentes (aborto, ancianos ,disminuidos,etc) también se persigue a Jesus.
16/07/08 11:23 AM
  
anarico
No hace falta ser un águila para darse cuenta que vivimos en una sociedad, la española, que está moralmente enferma, todavía más: que está en estado comatoso. Sería una estupidez, no reflexionar, cómo, por dónde, y por qué, hemos llegado a ésta situación. No me hace ilusión señalar a los responsables, pero sin duda los hay.
Para el presente, y para el futuro, creo que conviene abandonar los tópicos, mejor aún, conviene explicarlos, y poner al alcance intelectual de todos, la doctrina de la justicia, como la llama S. Pablo en su carta a los hebreos, y la doctrina del amor como más habitualmente la llaman los clásicos. Es un mandato del Papa, y condición necesaria para alcanzar una fe que sea operativa en el hombre de hoy, y cortar por lo sano la "verguenza" de llamarse cristianos. Claro, los que tienen que llevar a cabo ésta misión, tendrán que espabilarse un poco más, ser humildes, aprender primero de los que sí sabían de estas cosas Y dejarse de moralina social, ocurrencias, etc
Doctores tiene la Iglesia.

21/07/08 8:26 AM

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