22.12.09

Vivamos una Navidad católica

La Navidad es una fiesta de resonancia universal. Ya sólo el hecho de que todo el planeta se rija oficialmente por el calendario cristiano, que divide la Historia en antes y después del nacimiento de Jesucristo, indica la trascendencia que tienen estas fechas para la humanidad en general. Alrededor de ellas ha surgido toda una cultura, que se manifiesta en dos estilos de celebración: el sagrado y el profano. El primero se centra en la fe en el misterio de la Encarnación del Verbo y en los valores que de ella se derivan; por eso es, sobre todo, una fiesta de la familia (la familia humana debe estar imbuida del espíritu de la Sagrada Familia, que es, a su vez, espejo de la Familia Trinitaria). El otro estilo de celebración de la Navidad se ha apropiado de la festividad cristiana, fagocitándola, vaciándola de su sentido primigenio y transformándola en una mera ocasión para el ocio y la diversión, sin ningún sentido religioso o con éste muy amortiguado y ahogado por la fiebre consumista y comercial que todo lo invade. Ya el saludo con el que se felicita en este período denuncia el estilo de celebración que se asume: “Feliz Navidad” al modo cristiano; “Felices Fiestas” al modo paganizante que se ha puesto de moda. Desde estas líneas queremos contribuir con nuestro granito de arena a rescatar el sentido católico de la entrañable festividad que nos recuerda el nacimiento del Hijo de Dios según la carne.

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29.09.09

Progres y "religiosidad popular"

Una característica de la modernidad-posmodernidad, en el ámbito eclesial, ha sido “reflexionar” sobre lo que es, o deja de ser, eso que se ha dado en llamar “religiosidad popular”. No deja de resultar paradójico que esa preocupación haya venido pareja a movimientos orientados a desmantelar buena parte del bagaje doctrinal e histórico de la Iglesia. Movimientos en la teología, en la liturgia, que inevitablemente, tenían que desembarcar en intentos de aniquilación de la que fue correa de transmisión histórica por antonomasia entre jerarquía y pueblo cristiano. Cuando la Santa Sede, en las épocas más recientes, ha venido a preocuparse por la “religiosidad popular” (siempre, gracias a Dios, valorándola como expresión auténtica de la Fe del pueblo cristiano, y animando a enriquecerla en compatibilidad con la liturgia), este hecho venía precedido del movimiento del sector “progresista” de la Iglesia, que acusaba a las cofradías, a sus costumbres, a las del pueblo en general, de no adaptarse al Concilio Vaticano II, o a su “espíritu”, o a lo que en cada momento ellos habían decidido que era el camino que la Iglesia entera debía seguir. La visita de la anciana los primeros viernes de cada mes al Cristo de sus devociones, las medallas y escapularios de la Virgen del Carmen, los rezos a las Ánimas Benditas del Purgatorio, eran todo producto de una fe inmadura, ignorante. Frente a ello, los que se creen paladines de la Nueva Evangelización, que siempre renuncian a la evangelización de gentiles, herejes, etc. para no “herir su sensibilidad”, oponían sus “fórmulas mágicas” con las que incardinar en el tonto pueblo cristiano la fe verdadera y consciente: Misas en las que cada cura inventa, añade o quita lo que cree conveniente, supuestos ejercicios espirituales con meditación zen, encuentros “ecuménicos” con musulmanes, hinduistas o animistas, reuniones de carácter político social con los amigos y defensores del otro lado del ya desaparecido Muro de Berlín, palmas y guitarras eléctricas en las iglesias, “experiencias de la fe” epidérmicas, consistentes en reunir a los parroquianos alrededor de una mesa para obligarles a hacer cosas ridículas y ñoñas… (ponga el lector toda las que conozca o se le ocurran).

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18.09.09

Progrerío y semántica

Jean Guitton, en su libro “nuevo arte de pensar” precisaba algo importante sobre el lenguaje “la lengua es como un río que corre majestuosamente en las orillas, veo las lilas perdidas entre las cañas; la gente joven se divierte cortando las lilas, y una vez hechas estas coronas de flores, las tiran en la corriente del río. Es así que habiendo compuesto versos con nuestras más bellas palabras, los poetas las devuelven al destino de la lengua, que las asume. Esta es la grandeza del lenguaje. Uno cree que se llena la mente de vocablos; en realidad uno se enriquece con pensamientos. Pero la moneda tiene su reverso. Y es igualmente verdad que el lenguaje es un instrumento que corre el riesgo de favorecer la pereza. Y esto es porque contiene pensamiento en potencia y tenemos la tentación de descansar demasiado en él, y que nos haga todo el trabajo”.

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21.08.09

Etiqueta y protocolo en la Iglesia

Vivimos en una época de informalidad. Se ha perdido el sentido de la jerarquía y de las conveniencias, se han olvidado las maneras y las reglas elementales de trato social, que han contribuido a lo largo de la Historia a fomentar el respeto y la deferencia en las relaciones humanas. Hoy en día es común, por ejemplo, comprobar cómo se va extendiendo la costumbre de tutear los jóvenes a los ancianos, y no en un contexto familiar o amical, sino por la calle, en el ámbito comercial e incluso en el de la administración pública. Pero lo que es deplorable en el mundo civil lo es con mayor razón en el eclesiástico, que está basado precisamente en un orden jerárquico que viene de Dios. Máxime cuando el olvido de la reverencia que se debe a lo sagrado es propiciado por aquellos mismos que deberían fomentarla, es decir los propios clérigos, que son acreedores a un trato deferente por ser personas sagradas, es decir no por ser quienes son sino por ser lo que son, a saber: representantes y ministros de Dios, a quien se debe todo acatamiento en Sí mismo y en todo cuanto pertenece a su culto. ¡Cuántas veces no hemos sido testigos de cómo sacerdotes y monjas se hacían tutear por los feligreses y llamar por el nombre de pila sin el apelativo de Don, Padre o Sor!

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14.07.09

Las campanas de Jaén: si callan ellas gritarán hasta las piedras

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Un vecino de la ciudad de Jaén, tras una larga batalla legal, obtuvo en octubre de 2007 del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía que el cabildo de la santa iglesia catedral de Jaén disminuya la intensidad del toque de las campanas de ésta. Ahora el Ayuntamiento jienense ha decidido dar un mes de plazo a la corporación eclesiástica para que efectúe los cambios técnicos necesarios a fin de que el volumen del tañido no sea superior al límite máximo de decibelios autorizado por las ordenanzas municipales. El cabildo, por su parte, atendido el clamor popular en contra de esta disposición, ha comenzado a recabar firmas para que las campanas puedan seguir sonando como hasta ahora. Y la primera en estampar su rúbrica ha sido curiosamente la alcaldesa socialista Carmen Peñalver. La llamada “guerra de las campanas” está servida.

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