20.02.18

Conversión: desandar el camino (parte 2ª)

La CONVERSIÓN -lo escribíamos hace unos días- es, para todos los católicos, un mandato de Cristo. Lo recogía el Evangelio de la Santa Misa de este pasado domingo, I de Cuaresma: Se ha cumplido el tiempo, está cerca el Reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio. Evangelio que, para sus contemporáneos -sus hermanos judíos- era la Buena Nueva que custodiaba y transmitía, de generación el generación el Pueblo escogido. No podían ser los “Cuatro Evangelios” tal como los hemos recibido nosotros porque no existían. Para todos en la Iglesia Católica este Evangelio sí son, strictu sensu, los Cuatro que inician el Nuevo Testamento.

Y apuntábamos que conversión significa desandar el camino: volver a la casa del Padre, de la que nos alejamos con nuestros pecados.

Pero la conversión no es algo que sólo se nos pida a los comunes católicos de a pie: en la Iglesia se pide a todos, desde el Papa -encomendemos los Ejercicios espirituales que está haciendo estos días- hasta el más jovencito hijo de Dios, con uso ya de razón.

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13.02.18

El "hombre nuevo": utopía y aberración.

Son muy “viejos” los intentos de “buscar", “alcanzar” o “crear” al así llamado “hombre nuevo”; un “hombre” que lleva sobre la tierra la friolera de cientos de miles de años: ni los “expertos” saben cuántos. Intento absolutamente inútil, porque “lo que no puede ser, no puede ser, y además es imposible".

Pero “lo nuevo” siempre “tira” y siempre “vende” al hombre de siempre -al hombre “viejo"-, al de toda la vida. De ahí que los intentos -vanos, ilógicos, pueriles, utópicos, necios, míticos, falsos y aberrantes- por intentar “re-crear” al hombre -al hombre “nuevo"- siguen vigentes; y por eso son y están periódicamente puestos al día. Hoy, tanto dentro y fuera de la Iglesia Católica, y en una carrera enloquecida ya totalmente; hasta el punto de que, con lo sembrado hasta aquí, la persona humana, católica o no, ya no se reconoce -no se respeta- ni como hombre ni como mujer. Lo que es lógica y claramente aberrante.

El problema -no reconocido jamás por los “viejos” hombres vendedores de “novedades” a los incautos e ingenuos “hombres viejos” que, en lugar de escarmentar, tropiezan una y otra vez en la misma piedra falsa de toda falsedad- es que el hombre es el que es y no puede ser ni otra cosa ni de otra manera.

“Naturaliter” -según su naturaleza propia- es “animal racional” -el único que hay así, de/con esta categoría-; por usar una terminología que, aunque no lo dice todo sobre el hombre, sí lo sitúa bastante bien, en el contexto en el que aparece, vive y muere. Ya viene de los griegos: de Aristóteles, si no me engaña la memoria.

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10.02.18

Conversión: desandar el camino.

Pocas palabras definen mejor la misión de la Iglesia Católica en el mundo como lo hace la palabra CONVERSIÓN. De hecho, es la consecuencia práctica más inmediata que el mismo Jesús, en las primeras palabras que recoge Marcos de su predicación y de cara a nosotros, nos concreta y señala como vocación y como misión nuestra: Se ha cumplido el tiempo. Está cerca el Reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio.

Y nuestra Santa Madre la Iglesia no ha dejado de propagarla desde que echó a andar, ya con la primera predicación de Pedro al frente de los demás Apóstoles la misma mañana de Pentecostés, como contestación obligada a la pregunta que le dirigen los oyentes, removidos hasta el hondón del alma por su discurso: -¿Qué hemos de hacer, hermanos? Pedro contestará, como quien lo tiene muy bien grabado en su alma por bien aprendido de su Maestro y Señor: Convertíos y que cada uno de vosotros se bautice en el nombre de Jesucristo para perdon de vuestros pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque la promesa es para vosotros, para vuestros hijos y para todos los que están lejos, para todos los que quiera llamar el Señor Dios nuestro. 

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3.02.18

Los nuevos "brotes verdes" de la Iglesia, hoy: el cardenal Parolin.

Se acaba de publicar una extensa -y, a su modo, también intensa- entrevista al cardenal Parolin centrada casi exclusivamente en el tema -candente y materialmente sangrante- de la Iglesia Católica en China y los “nuevos” intentos de la diplomacia vaticana de acercamiento a esas autoridades y a la “iglesia” llamada “patriótica", patrocinada, cocinada, financiada y dirigida “modus totalitarius” -marca de la casa- por el Régimen comunista chino.

Tales intentos, que han llevado al cardenal emérito Zen -de probado pedigrí y de larga fidelidad a Roma y a sus ovejas chinas, todo ello sellado con su sangre y sus sufrimientos-, a personarse en Roma para entregar ¡en mano! una carta al papa Francisco en la que denuncia los, para el cardenal emérito chino, incomprensibles “manejos” de la diplomacia vaticana con las autoridades chinas; en contra, según su más que fundado parecer -y el de otros obispos católicos locales-, de la propia Iglesia en China. Tales “manejos” -por decirlo suavemente- le parecen tan inconcebibles que no ha dudado en declarar que “no cree que se estén haciendo en nombre y con conocimiento del Santo Padre". De ahí el llevarle personalmente la misiva para entregársela en mano; no fuese que, por los conductos reglamentarios, no le llegase. Tal cual. Experiencia no les falta.

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26.01.18

"Un confesionalismo lleno de prejuicios" (CEE)

Como viene siendo habitual en los últimos años -excepto en las etapas Rouco, todo hay que decirlo-, la CEE pretende expresarse con un lenguaje que, amén de initeligible en sí mismo -con una mezcla de lugares comunes, de acusaciones infundadas, de generalidades sin nombres y demostraciones dadas por supuesto-, va, y la lía aún más. Por si no estuviesen las cosas suficientemente liadas ya.

Es lo que tiene el lenguaje y la visión de los “entendidos", a expensas y sueldo de los señores obispos. Y es una “tentación” en la que caer está como obligado: ¡es tan fácil! Pero el problema está servido, y surge, inmediato, para los obispos porque son éstos, con su firma, los que asumen lo escrito por sus “peritos"; en consecuencia, los “expertos” se curan en salud y toda la responsabilidad se la llevan sus señores. Y así les va, a éstos.

En el “Mensaje” que se han marcado desde la CEE para la recientemente finalizada “Semana de oración por la Unidad de los Cristianos” se despachan con lo siguiente: “La Iglesia admite un confesionalismo lleno de prejuicios que niega identidad cristiana a los bautizados de otras confesiones". Y se queda tan pancha.

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