Cosas de nuestra historia que no se enseñan

Iglesia de S. Pedro de la Nave, Campillo, Zamora, s. VII



Dada la variedad, diversidad y pluralidad de las sociedades más o menos “abiertas”[1], es triste pero comprensible que haya un cierto número de niños a los que no se les enseñará nunca historia, o algo digno de tal nombre. Como España es una de esas sociedades más o menos “abiertas”, el inevitable que haya niños a los que se les eduque de forma, digamos, un tanto “peculiar”.



Dejo a un lado ese “extraño” fenómeno por el cual tanto la educación en casa, o “home-schooling”, como la educación diferenciada, “los niños con los niños y las niñas con las niñas”, sufren tantas trabas legales y presiones políticas.



También dejo a un lado ese fenómeno aún más “extraño” por el que a la FERE-CECA y EyG no le termina de parecer del todo mal que el Estado imponga, incluso en los centros de su titularidad, una asignatura obligatoria y evaluable como Educación para la Ciudadanía, que no incluye contenidos relacionados ni con los procesos de enseñanza y aprendizaje, ni con los mecanismos relativos al ejercicio de los derechos y deberes de los ciudadanos.



Por desgracia, cada uno de esos dos asuntos requeriría varios posts que, por el momento y en un futuro previsible, no me veo capaz de redactar.



Entiendo que los progresistas, en gran número hijos de esa aristocracia azul mahón que nuestras familias hubieron de sufrir durante cuarenta años, tengan una visión un tanto sesgada de nuestra historia.



También entiendo que los llamados “nacionalistas”, esa “élite” formada por la sempiterna “gens” caciquil, unas veces enfundada en trajes de Prada y Loewe y otra en vaqueros Versace y conjuntos Coronel Tapioca, se hayan confeccionado una historia a la medida de las prebendas y los despachos oficiales que ocupan.



Y por último, también entiendo que a los posibilistas, los arribistas de toda la vida, excepto sus intereses más inmediatos, les dé todo exactamente igual.



Esas tres visiones sesgadas forman parte de lo que se suele llamar el “debate de ideas” que, en realidad, nunca es un debate de ideas sino propaganda politica pura y dura. Propaganda usada en el fragor de las luchas por la obtención y el mantenimiento del poder político como resorte para la obtención y mantenimiento del poder económico del clan al que se pertenece.



Esto es lo que hay, y con estas mimbres hemos de intentar construir el cesto nacional en el que todos vivimos, y en el que queremos que vivan nuestros hijos no sólo en paz sino en pleno ejercicio de sus deberes y derechos como ciudadanos[2].



Sin embargo, lo que no entiendo tanto es el silencio del resto de la población. Especialmente, el silencio de gran parte de la así llamada “comunidad educativa”. Empezando por quienes tienen más responsabilidad en la educación de sus hijos, los padres, y terminando por aquellos a los que casi nadie hace caso, los profesores que, día a día, intentan enseñar la asignatura de su especialidad[3].



Francamente, ya va siendo hora de que los padres españoles digamos y hagamos algo acerca de esos contenidos que en España no se enseñan a nuestros hijos. Y si para eso hay que pedir locales a los municipios o a las parroquias y trabajar una par de horas extra de forma gratuita, pues habrá que hacerlo. De hecho, no estaría de más crear una red de “escuelas populares” en las que docentes voluntarios se dedicaran enseñar lo que no encuentra “acomodo” en los reales decretos de contenidos mínimos del Ministerio de Educación y Ciencia y en los decretos de las distintas consejerías de educación.



Dejadme soñar. Jóvenes de entre dieciséis y dieciocho años leyendo voluntariamente a Cervantes, Quevedo, Lope, Calderón, Diego de Torres Villarroel, Clarín, Pereda, Galdós, Eurípides, Catulo, Séneca, Dante, Hölderlin, Montaigne, Marlowe, Shakespeare, Donne o Milton en sus respectivas lenguas nativas, apreciando el cavernoso timbre de voz de María Callas, el sonido cristalino de la de Pavarotti, disfrutando con los nocturnos de Chopin, los piano concertos de Beethoven o el golpe seco del piano de Telonius Monk, distinguiendo las trompetas de Charlie Parker, Miles Davis y Chet Baker, apreciando el arte Louis Amstrong y de Winston Marsalis, el de Django Reinhart, el de Wes Montgomery y el de Norman Brown, reconociendo a Bach, disfrutando del Réquiem de Mozart, distinguiendo a Händel de Haydn, reconociendo el paso de tiempo compositivo en las sinfonías de Beethoven, descubriendo la estructura de los iconos bizantinos, la pintura renacentista y las escuelas española y flamenca, sus estudios del rostro humano y de la iluminación. Me gustaría verlos haciendo campeonatos de ajedrez, de cálculo diferencial, escribiendo programas en objetive-C/C++ para resolver integrales de Riemann… En una palabra, dejadme soñar con una educación según el trimilenario cánon occidental.



Siendo más realistas, pediría que, al menos, leyeran en español a alguno de esos autores en algún momento de su vida. O que, como mínimo, tuvieran siquiera el deseo de hacerlo. Que se expresaran con corrección, entendieran lo que leen y escribieran con una caligrafía aceptable y sin faltas de ortografía. En trece años de educación, eso es algo perfectamente posible[4].



Dado que es mucho lo que nos jugamos todos, creo que es mejor que no perdamos más batallas. Y si para no perderlas tenemos que pedirle los locales parroquiales al sr. párroco y llegar dos horas más tarde a casa, pues que así sea.



La que he propuesto es sólo una de las muchas iniciativas que está planeando la Asociación de Docentes Santo Tomás de Aquino (ADSTA)[5]. Puede que llegue a buen puerto, o puede que no. Pero si no es esa iniciativa, serán otras.



Es hora de unirse y actuar. Profesor, afíliate a esa o a cualquier otra asociación de docentes dispuesta a luchar contra la pauperización de la enseñanza.



Nuestros hijos se lo merecen. Nosotros, también.



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[1]
Uso el término “sociedad abierta” con el significado que le atribuye Karl R. Popper en su libro “La sociedad abierta y sus enemigos”.
http://www.economiaparatodos.com.ar/ver_nota.php?nota=541



[2]
Escribo “derechos y deberes” y no “deberes y derechos” porque creo que son los deberes los que engendran los derechos, no al revés. En toda sociedad, inevitablemente, siempre habrá individuos que ejercitarán más sus deberes que sus derechos. Ésa es la única forma de que todos puedan ejercitar sus derechos de forma ordenada.

Si todo el mundo pretendiera ejercitar sus derechos antes que sus deberes, la convivencia devendría en una lucha de todos contra todos, lucha en la que siempre ganan tanto el más poderoso como el que tiene menos escrúpulos morales.



[3]
Para un profesor no hay mayor felicidad que corregir un examen de Matrícula de Honor. Es una sensación indescriptible ver cómo la mente del alumno capta los contenidos de la tradición cultural occidental, incorporándolos a su horizonte de conocimientos y expectativas.



[4]
Centrándome en el caso de la historia de España, no querría que se omitieran de la educación de nuestros hijos hechos como los que siguen. Es posible que, al principio, puedan parecer más o menos intrascendentes o desconectados entre sí, pero si se medita un poco, se verá que no es así.

Siendo Amalarico rey (511-531), el II Concilio de Toledo (527) prescribió en su Canon I que los jóvenes oblatos, una vez tonsurados, fueran educados por la Iglesia, bajo la tutela del obispo local, por una persona encargada especialmente de su educación. Siguiendo las prescripciones conciliares, el rey Atanagildo (554-567) fundó en 554 el monasterio de Agalia, en Toledo, donde decidió establecer la capital de reino visigodo. Para hacernos una idea de la fecha, ese mismo año abd Allah ibn Abd al-Muttalib, futuro padre del profeta Mahoma, cumplía nueve años.

Siendo Sisenando rey (631-636), el IV Concilio de Toledo (633), presidido por el obispo de Sevilla, San Isidoro, unificó la liturgia de todo el reino visigodo y ordenó que todo presbítero pasara por una escuela catedralicia antes de su ordenación, estableciendo que todas las diócesis creasen escuelas catedralicias en las que, además del Trivium (gramática latina, retórica, lógica) y del Qvadrivivm (aritmética, astronomía, geometría, música), se enseñaran hebreo, griego, teología, derecho y medicina. La enseñanza de la medicina era muy útil para entablillar huesos, sacar muelas, amputar miembros y cauterizar heridas. Pero, por desgracia, a causa de la invasión árabe, hasta 1130 no se pudo fundar la primera escuela catedralicia, la de Salamanca.

Durante la celebración del VIII Concilio de Toledo (653), el rey visigodo Recesvinto (653-672) promulgó el Liber Iudicum, Iudiciorum o Gothorum (Lex Visigothorum, Fori Iudicum, Forum Iudicum, Iudiciorum, Código de Recesvinto, o Libro de los Juicios) que unificaba toda la legislación haciéndola aplicable a toda la población del Reino Visigodo. Las tropas visigodas se encargaron de difundirlo usando las calzadas romanas, que mantenían libres de ladrones y salteadores.

En esas fechas se contruyó la iglesia de San Pedro de la Nave en Campillo, provincia de Zamora.

Al XIII Concilio de Toledo (683), bajo el reinado de Ervigio (680-687), acudieron setenta y siete obispos, cinco abades, tres dignatarios catedralicios y veintiséis funcionarios palatinos. A finales del s. VII ya había en la Península Ibérica más de treinta monasterios hispanovisigodos. Casi todos ellos disponían de biblioteca. Y la mayoría disponía de un scriptorium para la copia de libros. Muchos de ellos tenían, además, una escuela monástica asociada.

Prácticamente todos los monasterios desaparecieron a causa de la la llegada de las tropas dirigidas por el gobernador persa de la Mauritania Tingitana, Táriq ibn Ziyad (+720), el 27 de abril de 711. La Península Ibérica quedó casi totalmente conquistada por el Califato Omeya en el 725.

Los invasores estaban en su mayoría recién convertidos al Islam y todavía sin arabizar. Persia, de donde procedía Táriq, había sido conquistada en 650 y Cartago en 698.

En el 722 las huestes del caballero don Pelayo (+737) ya habían ganado la batalla de Covadonga, liberando Gijón y creado el Reino de Asturias, que alcanzó su extensión máxima bajo el reinado Alfonso II el Casto (791-842).

En el Chronicon Albeldense, redactado en 881 por el monje Dulcidius por mandato del Rey de Asturias Alfonso III el Magno (866-919), el obispo don Oppas le decía a don Pelayo: «Juzgo, hermano e hijo, que no se te oculta cómo hace poco se hallaba toda España unida bajo el gobierno de los godos y brillaba más que los otros países por su doctrina y ciencia…»[a]

En 932 el Condado de Castilla ya llegaba al Duero.

Cuando en 1029 fue asesinado el Conde de Castilla García Sánchez, su cuñado Sancho Garcés III el Fuerte, Rey de Pamplona (1004-1035), a través de su matrimonio con Muniadona de Castilla, hija del Conde Sancho Garcia y bisnieta del Conde Fernán González, se convirtió en jefe de la familia condal castellana, anexionando su territorio. Dominó Navarra, Aragón, Sobrarbe y Ribagorza, Castilla, Álava, Vizcaya, León y Astorga. Los condados de Barcelona y Gascuña le rindieron vasallaje. El primero para defenderse de los reyes moros de Tortosa y Zaragoza. El segundo por relaciones de parentesco. En 1033 se trasladó a León para tomar posesión del reino. Su reinado pudo haber acortado en varios siglos la Reconquista. Sin embargo, su muerte, ocurrida en 1035 en su viaje de regreso a Pamplona, supuso un punto de inflexión a causa de la luchas que se desataron por la herencia entre sus hijos Ramiro, Fernando y García, que acabaron provocando la ruptura y división del reino.

Tal y como el ex-alcalde de Pamplona, Juan Miguel Arrieta, dijo sobre él, se trató del “primer rey cristiano que, frente al Califato de Córdoba, aglutinó en torno a su persona a todos los reinos y condados existentes hasta convertirse en el rey cristiano más poderoso de la Península y centro político de la España Medieval[b].

Su segundo hijo, Fernando I de León el Magno, heredó en 1028 el Condado de Castilla de su tío el Conde García Sánchez, y se convirtió en Rey de León en 1037 por su matrimonio con doña Sancha, hermana del Rey Bermudo III que había fallecido sin descendencia. En 1056, se coronó a sí mismo como Fernando I de Castilla y León con el título de “Imperator Hispaniae”. Su segundo hijo, Alfonso VI de León y Castilla, conocido como El Bravo, una vez unificada la herencia de su padre, se hizo coronar con el título de “Imperator totius Hispaniae”. Fue Rey de León (1065-1109), Galicia (1071-1109) y Castilla (1072-1109). El 25 de mayo de 1085 decidió terminar con la taifa de Toledo, que hasta entonces le había rendido vasallaje pagándole tributo[c].

Uno de sus caballeros de confianza fue don Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador (1045-1099). Esa confianza despertó envidias y recelos en la corte leonesa. En 1079 todavía era hombre de confianza de Alfonso VI, puesto que fue enviado a cobrar las parias al rey Almutamid de la taifa de Sevilla.

En esa época, el rey Al-Qádir, de la taifa de Toledo, también rendía tributo a Alfonso VI. En 1080, tropas andalusíes atacaron y saquearon varias poblaciones de Soria. Durante la persecución, las tropas de Cid se internaron en la taifa Toledana, que estaba bajo el amparo de Alfonso VI, y saquearon su zona oriental. Alfonso VI aplicó al Cid la figura jurídica de la «ira regia», que conllevaba el destierrro y la ruptura de la relación de vasallaje. Después de una vida azarosa, Rodrigo Díaz de Vivar casó a su hija Cristina con el Infante Ramiro Sánchez de Pamplona y a su hija María con el Conde de Barcelona Ramón Berenguer III, confirmando así los vv. 3.723 y 3.724 del Cantar de Mío Cid: «hoy los reyes de España sus parientes son,/ a todos alcanza honra por el que en buen hora nació».

Uno de los nietos del Cid fue el Rey de Pamplona, García Ramírez el Restaurador (1134-1150). Uno de sus tataranietos fue Alfonso VIII de Castilla (1155-1214), que casó en septiembre de 1170 con Leonor de Plantagenet (1162-1214), hija de Enrique II de Inglaterra (1133-1189) y Leonor de Aquitania (1122-1204). Alfonso VIII de Castilla fundó el «studium generale» de Palencia en 1178 y derrotó a los almohades en 1212 en la batalla de las Navas de Tolosa.

Una de las hijas de Alfonso VIII de Castilla fue la Infanta Berenguela (1180-1246), que contrajo matrimonio con el Rey Alfonso IX de León (1171-1230) y fue madre de Fernando III el Santo (1199-1252), Rey de Castilla y León (1230-1252). Otra de sus hijas fue la infanta Leonor de Castilla (1202-1244), reina consorte de Aragón por su matrimonio con Jaime I el Conquistador (1208-1276). Muerta Leonor, Jaime I casó en segundas nupcias con Violante de Hungría (1216-1251). Una de sus hijas, Violante de Aragón (1236-1301), casó con Alfonso X el Sabio (1221-1284)[d].

En 1264, Alfonso X el Sabio incorporó Cádiz a la Corona de Castilla.

Sin conocer estos hechos, es muy fácil que interpretaciones interesadamente sesgadas de nuestra historia puedan influir en la forma de pensar de nuestros hijos, alterando sustancialmente las condiciones futuras de convivencia en esta nuestra piel de toro.

[a] En 1950 don Dámaso Alonso y Fernández de las Redondas (1898-1990) descubrió en el folio 245v del códice emilianense de ese mismo Cronicón Albeldense una glosa latina, fechada entre 1065 y 1075, que hacía referencia a una materia épica independiente de la francesa y anterior a todos los poemas francos conocidos. Esa materia épica acabaría dando lugar al perdido Cantar de Roncesvalles (s. XIII) del que se conservan 100 de sus 5000 versos, parte de los cuales han podido ser parcialmente reconstruidos gracias a cronicones medievales posteriores.

[b] “Sancho el Mayor, rey de Pamplona y de las Españas”, La Razón, 21 de enero de 2003.
http://www.paralalibertad.org/modules.php?op=modload&name=News&file=article&sid=435

[c] cfr.
http://revista.libertaddigital.com/un-rey-para-los-abertzales-1275763521.html
http://es.wikipedia.org/wiki/Sancho_Garcés_III_de_Pamplona
http://es.wikipedia.org/wiki/Fernando_I_de_Castilla
http://es.wikipedia.org/wiki/Alfonso_VI_de_León_y_Castilla

[d] cfr.
http://es.wikipedia.org/wiki/Rodrigo_Díaz_de_Vivar
http://es.wikipedia.org/wiki/Alfonso_VIII_de_Castilla



[5]
El ámbito de actuación de la ADSTA es de toda España.

Está registrada civilmente en el Registro de Asociaciones del Entidades Religiosas de la Dirección General de Relaciones con las Confesiones del Ministerio de Justicia con el número 7392 de la Sección Especial, Grupo C (7392-SE/C).
http://www.adsta.org/quienessomos.htm

Está registrada canónicamente como una Asociacion Privada de Fieles, constituida en la Diócesis de Cartagena pero de ámbito nacional. Se trata de una corporacion con personalidad juridica privada, erigida por el excmo. Sr. Obispo de Cartagena conforme a los canones §113.2, §114, §115 y §116 y concordantes, en relacion al Título V (“De las asociaciones de fieles”), según los cánones §298 a §311; y conforme al Capítulo III (“De las asociaciones privadas de fieles”), según los cánones §321 a §326, del Código de Derecho Canónico de 1983, siendo asimismo de aplicación, en su caso, el artículo §1.2 del Acuerdo o Concordato entre el Estado Español y la Santa Sede sobre Asuntos Juridicos, de 3 de enero de 1979 (ratificado por instrumento de 4 de diciembre de 1979, y publicado en el BOE 15-12-1979, num. 300).
http://www.adsta.org/estatutos.htm

10 comentarios

  
Norberto
Te olvidas de Herbie Hancock,como pianista, el pasado 12 cumplió 70 años,y Charlie Parker "Bird" era saxo alto, el mejor, pero no trompetista.
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Cierto. Deben ser cosas de la edad.

Disfruté mucho el "Mr. Hands" de Hancock, especialmente "Spiraling prism".

http://www.youtube.com/watch?v=MeZxe4V_aBY

Y lo de decir que el oso (bird, bear) Parker es un trompetista debe haber sido porque estaba acordándome de la versión que hace Miles Davis de "Bird of Paradise".

(Acabo de editar el comentario porque el "The Shape of Things to Come", con el "Chattanooga Choo Choo", es de George Benson. La verdad es que el título -y la portada del vinilo- "Mr. Hands" de Hancock siempre me ha parecido muy tonto, mientras que siempre me ha gustado el título "The Shape of Things to Come" -y la portada del vinilo- de Benson. Mejor me voy a dormir. No comment...)

En fin. Gracias por las muy merecidas y exactas correcciones.
18/04/10 11:26 PM
  
Roi
Creo que casi 100% de acuerdo.
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Entonces ya sólo nos queda operar como las células maoístas descritas por André Malraux en "La condición humana": actuando todos en la misma dirección, sin necesidad de ninguna dirección centralizada, susceptible de copamientos o presiones, aunque sin excluir estructuras organizativas, limitadas e independientes.

A eso se le llama "networked wars" (netwars).
http://en.wikipedia.org/wiki/Netwar
19/04/10 12:11 AM
  
ugl1820
Miguel,

Completamente de acuerdo con tu planteamiento y te lo dice alguien que forma parte del mundo de la educación universitaria.

De todas formas, todas esas propuestas nunca saldrán adelante mientras la visión de la educación no cambie. Hoy en día la educación en todos sus niveles se utiliza como herramienta de transmisión de ideología, y no como herramienta que les sirva a los alumnos para formarse su propio mundo cultural y de ideas. Por eso tantas trabas al homeschooling o al cheque escolar. Y por eso nuestras universidades están a la cola, mientras que los centros de educación de postgrado privados están a la cabeza. Por algo será.
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Exacto.

Se trata, precisamente, de cambiar la visión de la educación que tienen los padres.

Y eso es algo que sólo pueden hacer los maestros y profesores preguntándole a los padres, claramente y sin tapujos:

"¿Desea vd. seguir tolerando esta educación de pésima calidad, que convierte a sus hijos en auténtica «carne de cañón» social, laboral y civil, que les priva de cualquier oportunidad de mejora y promoción personal y social? ¿O prefiere darle a sus hijos una educación de máxima calidad y exigencia que no esté limitada por las decisiones de los comisarios político-pedagógicos de turno?"


Los padres que acepten la propuesta podrán llevar después de clase a sus hijos a las "escuelas populares" que he propuesto. Los padres que no acepten la propuesta verán como los hijos de los demás padres prosperan mientras que los suyos no.

Así de simple. Sólo hace falta organizarse un poco, no tener miedo a actuar en soledad y sacrificar un par de horas un par de días a la semana en los locales que el párroco más próximo al IES estará seguramente encantado de ceder para tan noble y desinteresado propósito.
19/04/10 10:30 AM
  
Victor Doominical
Tienes razón Miguel, el peso de nuestra historia nos pesa mucho a todos, y eso debería ser mas que un elemento diferenciador un elemento de cohesión, y tienes razón si, nosotros como padres y educadores debemos de sacrificar un poco de nuestro tiempo por ellos.

Y Gracias por haberme recordado a esos músicos los estoy disfrutando en el spotify.
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Ahora mismo me viene a la memoria el estribillo de "Juicy" de la George Duke Band con unos jovencísimos John Scofield (guitarra) y Alphonso Johnson (bajo), y unos pletóricos Billy Cobham (batería) y George Duke (teclados). La interpretación en directo en Montreaux'76 pierde el tono épico que tiene en otras grabaciones:
http://www.youtube.com/watch?v=Lg86di2p34c&feature=PlayList&p=47D246D247D9BF41&playnext_from=PL&playnext=1&index=14

Cambiando de estilo, el "Time Exposure" de Stanley Clarke:
http://www.youtube.com/watch?v=HCIshmOWz18&feature=related

¡Cómo pasan los años!
19/04/10 11:19 AM
  
solodoctrina
Recomiendo la lectura de LA REBELIÓN DE LAS MASAS -libro cada día más vigente- del maestro Ortega y conectar sus impresionantes argumentos con este interesante artículo de Miguel.
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Empecé a "construir" mi pequeña (realmente lo es) biblioteca con la colección "Historia del pensamiento" de ediciones Orbis en 1983 (a 450 pts/libro), que empezó precisamente con ese libro como número 0, acompañado por el "Discurso de método" de Descartes como número 1.

http://www.filosofia.org/ave/001/a241.htm

Leí sus 206 pp. nada más comprarlo, con la fe del converso y la cultura del carbonero. Brrrr... ¡No me acuerdo de nada!

De hecho, de toda esa colección sólo me queda el recuerdo de las "Cartas morales a Lucilio" de Séneca, "Contra el método" de Feyerabend, "La revolución copernicana" de Kuhn, "Walden dos" de Skinner (sí, como el director de "The Simpsons") y "La sociedad abierta y sus enemigos" de Popper.

Del resto sólo me quedan vagas nociones. Y de algunos, ni eso.

Voy a tener que leerlo de nuevo. A ver si esta vez tengo más suerte...
19/04/10 5:05 PM
Un saludo.
Estando de acuerdo en general con tu artículo quiero criticar lo que comentas de FERE-CECA y EpC.
Doy clase en un centro concertado religioso. Para nosotros EpC es una gran oportunidad, una más de manifestar nuestro ideario, pues aunque el estado da un programa para la materia (un guión, que es lo que sucede en todas las materias) el contenido depende mucho de los textos utilizados y sobre todo del profesor. Para nosotros es casi una hora más de tutoría y educación en valores, que lógicamente son cristianos.
Mi hijo mayor estudia en mi centro y este año tiene EpC. Cuando le pregunté por cómo le iba, me dijo que genial,. que era como la catequesis de la parroquia. Traduzco: valores, valores y evangelio -no explícito, pero a fin de cuentas evangelio-.

Y no es tan peligroso. yo soy de Biología y una de las materias de 1º de Bachillerato, Ciencias para el Mundo Contemporáneo, tiene tantos temas de bioética que podría ser más perniciosa que la EpC.
Y también más útil que otras, por ejemplo yo he podido hablar del problema del aborto con total libertad (por supuesto no apoyándolo).Todo tiene sus matices.
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EpC NO es buena al menos por dos motivos.

El primero, porque no es bueno que el Estado imponga la existencia de una asignatura centrada en asuntos de ética y moral personal, cuyo "currículo" (temario) queda al albur del Gobierno de turno vía Reales Decretos y Decretos de Consejería.

El segundo, porque los contenidos legalmente establecidos de EpC son clara y explícitamente contrarios a la Doctrina Moral de la Iglesia, que forma parte del Magisterio Infalible. El Magisterio Infalible no sólo requiere asentimiento intelectual sino que es de obligado cumplimiento. En el caso de no existir ese cumplimiento, se produce la comisión de Pecado Mortal, que impide el acceso a la Eucaristía y es por sí mismo condición suficiente para la Condenación Eterna a las penas del Infierno.

(Lo que acabo de recordar sobre el Pecado Mortal forma parte del Magisterio Dogmático Infalible de la Iglesia. Su negación es una Herejía contra la Fe que supone, automáticamente, la comisión de Pecado Mortal, acompañada de la excomunión automática, "latae sententiae", sin necesidad de condena explícita.)

Si se cumple la legislación vigente, se enseña doctrina contraria al Magisterio. Si se enseña doctrina según el Magisterio, se incumple la legislación vigente. El tener que elegir entre el fraude de ley, respecto a una ley injusta e inicua, o la apostasía del Magisterio no es algo bueno para nadie.

Si en su colegio alguien puede enseñar EpC según el Magisterio de la Iglesia es porque no se atiene a la legislación vigente. Y le felicito de forma muy calurosa. Sin embargo, esa no es la actitud de la FERE-CECA EyG que, a través de la editorial de los hermanos maristas (Societas Mariae), SM (antes "Sancta Maria"), suele adoptar los distintos manuales publicados por el sr. don José Antonio Marina Torres.

En un futuro post trataré el asunto de qué es lo que las distintas leyes de educación actualmente en vigor dicen exactamente que se ha de enseñar a los niños en lo relativo a asuntos de ética y moral personal.
20/04/10 11:52 AM
  
Foix
"El fenómeno educativo es una introducción del hombre en la realidad total"

J.A. Jungmann [Eine Einführung in die Gesamtwirklichkeit, 1939]

A lo que habría que añadir todavía unas palabras de Oscar Wilde: La instrucción es algo admirable pero las cosas más importantes de la vida no se pueden enseñar, sólo se pueden encontrar. En lo que coincide con J. Maritain: La experiencia, que constituye el fruto incomunicable del sufrimiento y de la memoria, y a través de la cual se lleva a cabo la formación del hombre, no puede ser enseñada en ninguna escuela ni en curso alguno.
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A veces, como en el caso del término "Gesamtwirklichkeit" (la totalidad de la realidad), me da un poco de miedo la desmesura (hybris) de la filosofía alemana, en este caso la del p. Jungmann, S.I.

Estoy de acuerdo con el alcance totalizador de la educación. Pero temo que cuando Jungman habla del "fenómeno educativo" él (1939) o su lector estén pensado en la educación "total" fuera de la estructura familiar.

Para los católicos, mencionar hoy sus palabras, en un momento de disolución de la familia, de apostasía generalizada y de hipertrofia del Estado, es mentar la soga en casa del ahorcado. Es pedir que el Estado ocupe el lugar de esas familias disueltas y de esa religión desaparecida en la introducción del ser humano a la totalidad de la realidad.

Y con eso no estoy de acuerdo.

Por eso mismo estoy tan de acuerdo con las afirmaciones de Wilde y Maritain que cita a continuación.
23/04/10 10:19 PM
  
Foix
A mí también me inquieta que el Estado quiera meterse hasta en la alcoba, desde luego. Pero creo que no es correcta la interpretación que haces de las palabras de Jungmann. Esas palabras las trae a colación Luigi Giussani en su libro Educar es un riesgo, de muy recomendable lectura, y las comenta en las páginas 61 y 62.

Como puede leerse ahí, ese "total" alude a que el individuo debe poner en juego el desarrollo de todas las estructuras a fin de alcanzar su realización plena e integral y, al propio tiempo, debe activar todas las posibilidades de conexión activa de esas estructuras con toda la realidad alcanzando así un imprescindible dinamismo en sus perspectivas, modos y condiciones. Para Giussani, siguiendo a Jungmann, cualquier pedagogía que quiera responder con lealtad debe, de algun modo, tener en cuenta esta "realidad".

Y un apunte: Eine Einführung in die Gesamtwirklichkeit es una precisión del modo como Jungmann define la educación: como introducción a la realidad [Eine Einführung in die Wirklichkeit] en un libro escrito en Friburgo en 1939 cuyo título es Christus als Mittelpunkt religiöser Erziehung, es decir, Cristo como el centro de la educación religiosa.

Un saludo.
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Así es.

Sin embargo, la escuela NO es un lugar adecuado para impartir esa "pedagogía total". Es la familia primero, y el templo después.

En un mundo ideal, la escuela también sería un buen lugar para impartir ese tipo de educación "total". Pero en un mundo donde la educación está controlada por el Estado y el Estado está controlado por personas contrarias a Cristo, no.

Y eso no queda nada claro en el texto de Jungmann, quizá limitado por una prudente autocensura, dado que fue publicado en Alemania muy pocos meses antes de que la nazificada sociedad civil acabara celebrando la triunfante invasión de Polonia.

http://books.google.es/books?id=xRFJWgc8AsUC&pg=PA61&lpg=PA61&dq=J.A.+Jungmann+S.J.+Eine+Einf%C3%BChrung+in+die+Gesamtwirklichkeit&source=bl&ots=cnEiqLqEs8&sig=Q5lW-NBidlvPBBnaET0rB8-6FYU&hl=es&ei=SWTTS4eRJNWTOJeambMO&sa=X&oi=book_result&ct=result&resnum=1&ved=0CAYQ6AEwAA#v=onepage&q=J.A.%20Jungmann%20S.J.%20Eine%20Einf%C3%BChrung%20in%20die%20Gesamtwirklichkeit&f=false

A ese respecto, estoy de acuerdo con José Sánchez Tortosa:

"El sistema educativo legitimado jurídicamente por la ley y doctrinalmente por la pedagogía dominante, al que aludiremos a continuación con el acróstico LOGSE, cristalizado en el año 90 y del que forman parte las sucesivas reformas posteriores, que, en ningún caso suponen una revolución o giro, esto es, un cambio del paradigma, establece un significativo cambio terminológico: de formación o instrucción se pasa a hablar de educación.

Este cambio terminológico obedece a la culminación del proceso por medio del cual el sistema escolar público se hace cargo, como núcleo de su labor, de la «educación» antes que de la «instrucción» de los jóvenes, o lo que es lo mismo, la formación intelectual y académica de los alumnos es sólo un objetivo secundario, relegado por la centralidad de educar individuos dentro de una sociedad ideológicamente determinada en base a unos postulados doctrinales ideológicamente determinados, por muy vagos, difusos o genéricos que puedan parecer.

En este contexto, la jerga pedagógica empapa todo el lenguaje educativo y, a su través y de la mano de las medidas jurídicas adoptadas, consolida ese debilitamiento de lo académico, cierta desconfianza hacia lo intelectual, sospechoso de tender a lo «elitista», a lo «segregador», a lo «selectivo».

En este sentido podemos caracterizar a la pedagogía como una especie de Teología de la postmodernidad, ya que esta disciplina se ha convertido en las escuelas muy particularmente, en un gestor convenientemente intelectualizado de los sentimientos y las creencias, justo aquello que debía quedar fuera de la Academia, según la exigencia de Platón.

Esos principios clásicos, platónicos, son relegados e, incluso, olvidados bajo la oleada del constructivismo (que en los 50 empieza aplicarse en Inglaterra), que no deja de ser uno de los tentáculos del denominado pensamiento postmoderno."


http://www.nodulo.org/ec/2009/n088p12.htm


Tanto la tradición como la sofística se sostienen sobre la base de una infantilización de la sociedad: los ciudadanos son tratados como niños.

Los poetas se dirigen a ellos como a niños a los que asustar con cuentos (y ése es la educación tradicional).

Los sofistas, como a niños a los que adular o engatusar con promesas, apelando a los deseos, eludiendo la realidad (y ésa es la educación nueva).

Este proceso de infantilización de la sociedad es el caldo de cultivo de lo que ha venido denominándose construcción de la subjetividad, fenómeno característico de las sociedades contemporáneas...

Por eso, cuando los contenidos se suministran desde afuera, construyendo la subjetividad, no hay propiamente docencia, y este fenómeno se da tanto en la enseñanza autoritaria o dogmática como en la relativista.

Forzando, tal vez, la analogía, digamos que, en España, se habría pasado de la enseñanza tradicional (la de los poetas en la Grecia Clásica, la educación franquista en España) a la enseñanza «nueva» (la de los sofistas, la del relativismo de la LOGSE).

De hecho, puede detectarse un proceso de progresiva infantilización guiado por las sucesivas reformas que desde la del 57 hasta la del 90 pasando por la del 70 han ido ampliando en edad el periodo de estudios primarios y secundarios, es decir, obligatorios, y reduciendo el bachillerato, la etapa no obligatoria.

«Por el contrario, tenemos la impresión de que conforme iban cediendo en fuerza las potencias que primeramente imperaban sobre la vida, tales como la religión, los usos sociales y la «música», de que en Grecia formó siempre parte la poesía, la gran masa iba hurtándose cada vez más a la acción modeladora del espíritu y, en vez de beber en las fuentes más puras buscaba su expansión con sustitutos de baja calidad.» W. Jaeger, Paideia, libro III, I, pág. 387.


http://www.nodulo.org/ec/2008/n080p13.htm


La religión, el arte y la reflexión basada en el conocimiento de calidad ayudan a modelar el alma crítica. Los mitos fundacionales, no.

Por eso, en la España de los últimos veinte años, heredera directa de la España franquista y de sus mitos fundacionales, ha sido tan fácil pasar de una educación «tradicional» a una educación «sofística», que gusta de llamarse a sí misma «posmoderna», heredera de los mitos fundacionales del «otro bando», asumido por los hijos de los que vencieron.

Qué alegría volver a leerle de nuevo, Foix.
24/04/10 11:23 PM
  
Foix
Existe un prius, un antes, en el ejercicio de la democracia formal. El criterio que conforma la conciencia en la acción política de cada ciudadano nace de un juicio sobre la realidad que nos constituye, y que nos rodea, a la que se aplican los principios del orden de la naturaleza y del bien común social. Hannah Arendt repetía con frecuencia que la capacidad de juicio era un talento específicamente político, similar al de la creación de opinión en las sociedades desarrolladas. Y es que las relaciones entre la política y la verdad no han sido del todo buenas desde que, en la época moderna, la verdad no se revela al hombre y se impone en su fascinación, sino que es producida por la mente humana, articulada por la interpretación de quienes tienen el poder, y consensuada por una opinión que se generaliza en los mecanismos de lo público y para lo público.

Así las cosas, nadie puede sorprenderse de lo que viene aconteciendo con la educación en España . Y es que el estado de cosas en nuestro país hoy es que una gran parte de los ciudadanos ha abdicado, o no se les ha hecho abdicar, de la posibilidad de crear sus propias opiniones y, lejos de discurrir y producir una opinión propia, un juicio libérrimo e individual, sobre lo que acontece a su alrededor se limitan a tomar en préstamo –a veces con gravísimas hipotecas- la opinión que otros producen por ellos. Esto es exactamente la batalla de la cultura y de la educación hoy: generar opiniones y valores –luego traducidos en acciones y estrategias políticas- que están dirigidos a alimentar a la ciudadanía. Una especie de nuevo vasallaje, mucho más terrible y corrosivo para las conciencias que el generado en otros tiempos, se va larvando y abriendo paso a gran velocidad: el de los señores, esos pocos que piensan por los demás y enlatadamente producen opinión (también llamada cultura) que luego nos venderán y el de los nuevos siervos que de forma automática asimilan esos productos, sin deglución alguna. Como escribiera el director de La Casa Encendida, José Guirao, la cultura no es de los que escuchan sino de los que hablan o, por decirlo de otro modo, la cultura es de los que hablan de ella y no de quienes la crean. El resultado de ese proceso de traslación de opinión de unos pocos pensantes a la gran legión de ciudadanos no-pensantes es lo que llamamos la configuración de la opinión pública o también la batalla cultural, determinante además para la acción política subsiguiente.

En este orden de cosas el destrozo es descomunal. Y el Estado es el que va al frente del mismo. A su lado, una enorme legión de deudos y criados, de músicos y danzantes entregados al laico holocausto de reducir a cenizas la educación en España; como los soldados de Alejandro cuando atizaron el incendio de Persépolis y no quedó nada.

Frente a ello, y tiene usted, Miguel, toda la razón, no hay otra que volver a la trinchera. Don Fernando Sebastián, obispo de Tudela y arzobispo de Pamplona, emérito, escribió algo muy sensato, y a modo de antídoto, sobre esta cuestión hace ya algo más de un lustro que aquí le dejo:

Para ser libre hay que aprender a pensar, a elegir el bien verdadero en la vida concreta, hace falta crearse un proyecto de vida que responda a la verdad de nuestro ser, en una comunión de benevolencia con los demás y con la creación entera. Y para llegar hasta aquí, desde las primeras manifestaciones de nuestra conciencia, necesitamos la ayuda de otras personas en las que podamos confiar, que quieran transmitirnos su experiencia vital y nos ayuden a degustar la sabiduría suprema de ser hombres. Esto es exactamente el objetivo de la cultura y la educación .
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Estoy totalmente de acuerdo con lo que vd. dice.

Por otra parte, si esas "otras personas en las que podamos confiar, que quieran transmitirnos su experiencia vital y nos ayuden a degustar la sabiduría suprema de ser hombres" no realizan esa tarea a sueldo del Estado, también estoy totalmente de acuerdo con lo que dice mons. Fernando Sebastián Aguilar.

Por otra parte más, lo único que podemos hacer los que estamos a sueldo del Estado es cumplir con nuestro deber dando a nuestros alumnos los conocimientos necesarios para que ellos mismos puedan, si quieren, ejercitar su destino buscando la Verdad.

Por su parte, los sofistas, los poetas y los inspiradores de la LOGSE (y, ahora mismo, de la LOE) desprecian el valor del conocimiento y postulan la necesidad de una educación en la que se confía en la naturaleza libre, curiosa y bondadosa del niño, y lo intelectual es elemento secundario, parcial, reservado al parecer a una minoría o elite: No hay más que echar un vistazo a los documentos que inspiran la reforma del 90 para darse cuenta de que son constantes las alusiones a un supuesto «academicismo» que habría que corregir, pues siempre resulta «excesivo» (Proyecto para la reforma de la enseñanza, págs. 4, 21 y 23). Y no parece razonable dudar de que, en efecto, ha sido «corregido».

De modo que, al abrigo de una idealización moderada pero a la larga letal, teñida de un fuerte componente metafísico, de raíz vagamente rousseauniana (la confianza en la naturaleza por esencia dialogante o bondadosa del niño), se expulsa de la escuela todo cuanto suene a autoridad, disciplina, rigor, requisitos indispensables para el conocimiento, que queda relegado a un segundo plano en una educación presuntamente libertaria...

Si el conocimiento obliga y la enseñanza es transmisión de conocimientos, en la enseñanza habrá que subordinar los conocimientos (las matemáticas) a la igualdad, la libertad y los afectos e intereses de cada alumno según esa variante postmoderna de la Teología que es la Pedagogía actual, por lo que se prefiere hablar de educación más que de enseñanza, sin revelar que esos intereses y afectos, en los primeros años de vida particularmente, son reflejo de las limitaciones y servidumbres de cada uno, y que esa aparente imposición que los números, las leyes de las ciencias o el rigor del concepto representan son la única posibilidad de auténtica libertad para todo ser racional.

Se consuma así, en consonancia con los tiempos y las modas mediáticas, una «educación basura».


http://www.nodulo.org/ec/2008/n080p13.htm


Sin embargo, fuera de nuestra tarea a sueldo del Estado, podemos y debemos ser esas "otras personas en las que podamos confiar, que quieran transmitirnos su experiencia vital y nos ayuden a degustar la sabiduría suprema de ser hombres".
25/04/10 3:04 PM
  
Foix
Sí, así es. A ninguno puede sorprenderle del curso que están tomando los acontecimientos. El Estado tiene estabulados a los alumnos a fin de suministrarles pienso del peor, el pienso ideológico con el que se proponen construir una sociedad nueva, la sociedad laicista, esa sociedad que tiene manchadas de sangre las manos tras haber estrangulado a Dios y que se alza sobre los escombros de la cultura antigua, la cultura tout court propiamente, y de las pobres gentes, desde luego, a las que van a masticar sin remedio, y a lomos de una legión de imbéciles, esos pobres imbéciles tan necesarios para ser encabalgados por el monstruo que nace y que irá fagocitándolos tan pronto como salgan a pastar de tan pedagógicos establos.

Hanna Arendt en su libro Entre el pasado y el futuro. Ocho ejercicios sobre la reflexión política ha dejado escrito: "La innegable afinidad entre la mentira y la acción y el cambio del mundo –es decir, la política- está limitada por la naturaleza misma de las cosas abiertas a la facultad de la acción del hombre. El fabricante de imágenes se equivoca cuando cree que puede anticipar los cambios mintiendo acerca de los asuntos objetivos que todos quieren eliminar de alguna manera.(...) Ni el pasado ni el presente, en la medida en que es una consecuencia del pasado, están abiertos a la acción; sólo el futuro lo está". He aquí nuestra tarea. Y nuestra insoslayable responsabilidad: dudar de que el hombre sea capaz de dominar no ya el cosmos, sino a sí mismo, sería cuestionar lo que constituye su más alta dignidad.
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No he leído nada de Arendt, y veo que ha sido un gran error. Ciertamente, sólo el futuro está abierto a la acción. Aunque esté enraizado en el pasado.

Es hora de romper el cerco propagandístico. Es hora de dejar de colaborar con él, aunque sólo sea por omisión. Es hora de decir, remedando el título del último libro de Joachim Fest: "Ich nicht".
26/04/10 2:59 PM

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