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27.01.13

Bancos del tiempo, una respuesta estructural a la crisis

¿Cómo no pensar también en la violencia contra la vida de millones de seres humanos, especialmente niños, forzados a la miseria, a la desnutrición, y al hambre, a causa de una inicua distribución de las riquezas entre los pueblos y las clases  sociales? Evangelium Vitae 10d

 

El dinero es vil, pero se hace valioso por la fe; es vil cuando se esconde, precioso cuando se difunde, pues está escrito: “Esparció, dio a los pobres, su justicia permanece eternamente” (Sal 106, 9) (S. Ambrosio, Sal 37, n.34).

 

“¡Como sociedad democrática, vean cuidadosamente todo lo que está pasando en este poderoso mundo del dinero! El mundo de las finanzas es también un mundo humano, nuestro mundo, sometido a la conciencia de todos nosotros; de ahí la necesidad de la existencia de principios éticos. Por tanto, vean especialmente el que puedan contribuir a la paz mundial con su economía y con sus bancos y no contribuir – quizás de manera indirecta – a la guerra y a la injusticia!”

Juan Pablo II, Suiza 14 de junio de 1984.

            Casi la mitad del presupuesto del estado español para 2013 está destinado al pago de los intereses de la deuda. La otra mitad de un presupuesto que podría cubrir las necesidades de decenas de países va para los gastos de sanidad, educación, seguridad, y un largo etc. Es decir, la mitad de todo el dinero que tiene España para su funcionamiento más o menos normal en un periodo de un año entero, va para pagar solamente los intereses de la deuda ya contraída (y que sigue en aumento).

 

            En otras palabras, España, y otros países de su entorno, antaño prósperos y presentados como locomotoras económicas mundiales, han caído en una situación totalmente tercermundista, tantas veces descritas en el caso de países africanos, americanos y asiáticos.

 

            El objetivo de este artículo es buscar y presentar soluciones alternativas a la dinámica nociva del sistema financiero actual que ahoga familias y estados enteros. El objetivo no es pretencioso, es posible de realizar, se está llevando en práctica por determinados sectores, personas y hasta naciones. El desafío es grande; grande y adecuada ha de ser la respuesta.

 

            El sistema es nocivo, no lo duden. Es contrario al hombre, es contrario a la sociedad, es contrario a la ley natural; no lo duden. Una persona no puesta al tanto se sorprendería de las cantidades de referencias magisteriales en contra de mal uso de los medios de pago en la sociedad: Benedicto XIV en Vix Pervenit condena solemnemente la usura, León XIII en Rerum Novarum habla de usura bajo otras formas en la época actual. Pío XI utiliza términos de los más crudos para describir la grave realidad de la que fue testigo unos pocos controlan la sangre para la vida económica de las naciones. Juan Pablo II en Solicitud Rei Socialis habla de estructuras de pecado, nada menos. Pide un nuevo sistema financiero en el discurso en la ONU, Benedicto XVI condena la usura actual; varios obispos y cardenales recientemente recuerdan que la solución a la crisis pasa por poner al hombre, imagen y semejanza de Dios, como fin, y no herramienta del sistema económico. Indico tan solamente varias intervenciones pastorales recogidas por Infocatólica: Cualquier sistema económico que no tenga por centro a la persona humana se equivoca  (Cardenal Rodríguez Maradiaga)

 

            Me daba tristeza comprobar que entre las filas católicas había algunos que criticaban estas posturas, en definitiva considerándolas como una especie de cuento de Blancanieves  inadecuado para la realidad que nos rodea implacablemente. Podría resumir estas posturas con “Sr. Obispo, ¿usted qué sabe? Ocúpese mejor de las cosas de religión, que esto no le toca, más bien le supera.” Y concluiré en su nombre: “Obispo, ¡cállate!”   Lamentable, pero por desgracia nada nuevo. Ya León XIII advertía que la economía no se puede separar de cuestiones morales y se lamentaba de resistencias que sus propuestas encontraban en ciertos círculos católicos. Pío XII indica con claridad:

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