A Santiago hemos de ir

Y así es. A una cita tan importante, uno no podía faltar e invito a todo el que pueda hacerlo, a ir a la capital gallega. No solo por ganar el jubileo, sino por hacer piña con el Santo Padre, al que en tan “buena estima” tienen los de siempre. Menos mal que se manifiestan en Santiago y Barcelona, porque si no, a duras penas sabríamos de su existencia. Ahora, que el Papa necesita el apoyo de los católicos es más que evidente, cuando se organiza tan bien una resistencia contra esta visita.

Que no se llame nadie a engaño: Sea quien sea el Papa, los de siempre la habrían intentado armar. En Barcelona, por desgracia, se hacen fuertes y congregan a 2.500 personas. En Santiago, por lo menos, no pasa de lo anecdótico, de congregar a 50.

Y es que este tipo de personas desconoce, o ignora, el viejo proverbio “el mejor desprecio es no hacer aprecio”, así que es preferible darles el peso que tienen: poco o nada.

Mucha más ilusión me hace comentar una visita importante. Los últimos Papas han mimado mucho a España, y eso quizás sin que nos lo terminemos de merecer. A la legislación liberal del matrimonio, del aborto y a la política educativa me remito. Nada que no se sepa, vaya.

¿Qué me dirían ustedes si los católicos ingleses, donde además son minoría, no se hubiesen volcado en la visita del Papa al Reino Unido? Pues que vaya fiasco. En la última misa, hasta los numerosos inmigrantes polacos en Birmingham estaban bien presentes, con muchas banderas. Más de lo que muchos que se llaman a sí mismos “Católicos” están dispuestos a hacer. Ni un pequeño gesto…

De todas maneras, soy optimista. Hay bastante movilización en marcha y creo que, tanto en Santiago como en Barcelona, esta visita será un éxito. Un buen aperitivo de lo que nos espera en la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid.