La ayuda que necesita Haití

Ha pasado un mes desde el terremoto que asoló Puerto-Príncipe y remató al país más pobre de América “latina” o “hispana". En todo este tiempo la televisión nos ha mostrado las peores imágenes de un pueblo abandonado a su suerte, y que se moría literalmente de hambre. En esta última semana, sin embargo, parece ser que la ayuda a Haití ya no vende, que mantener sobre el terreno a un reportero y a su equipo para mostrarnos la imagen de la tragedia ya sobrepasa cualquier presupuesto. Sin embargo, y pese a los terribles envites que ha sufrido, quedan ángeles en ese infierno. Queda, como siempre, la Iglesia.

Y eso que ahí lo hemos perdido absolutamente todo: la catedral terminó en llamas, los seminaristas, sin un techo donde dormir y la labor asistencial que sistemáticamente llevaba a cabo, desbaratada. No es exactamente un vox populi que la población haitiana hacía “tortas de barro” para engañar al hambre. Es que no tenían ya antes del terremoto algo que llevarse a la boca.

En ese contexto, es importante la ayuda a la Iglesia que se da desde nuestras declaraciones de la renta. Si hacemos un poco de memoria, al inicio de esta crisis humanitaria, la Conferencia Episcopal contribuyó con 3 millones de Euros (el 1,5% del fondo común interdiocesano). No me esperaba menos, desde luego y poca prensa se le ha dado a esa cifra. Los hay que dicen que “es poco para lo que pueden dar", aunque olvidan un principio fundamental de la caridad: que se aplica primero al prójimo y luego al “lejano", es decir, que ese fondo sirve para cubrir necesidades de diócesis que necesitan de ese fondo. El quitarse del pan propio para darlo a un hermano que lo necesita, aunque esté lejos, es un gesto que honra a nuestros obispos. Eso sí, es evidente que solos no vamos a arreglar el problema haitiano.

El problema de ese país es que sus ya de por sí escasos recursos naturales están completamente agotados. No tiene manera de generar riqueza. Un país que tiene esas condiciones ha requerido de una conferencia de donantes promovida por Naciones Unidas (algo así como la que tuvimos para Irak en Madrid, con los efectos habituales de ese organismo: la inacción). Esperemos que sirva para algo esta vez.

No solo dinero
La labor de una iglesia, la de Haití, en fase de reorganización, tiene que ser por supuesto, la lucha contra el hambre, aunque también la evangelización en un país dominado por supersticiones de inspiración claramente satánica, como es el Vudú. No creo que un sistema de creencias en el que se puede esclavizar a una persona, torturarla física y mentalmente y amenazar con “retener su alma” mediante magia pueda calificarse de otra cosa.

A la vez que recuperan, o adquieren por vez primera un poco de condiciones de vida, no estaría de más que los haitianos se liberaran definitivamente de ese yugo espiritual pagano. Esa es la ayuda que necesita Haití. El refranero castellano siempre es de utilidad, al decir “a Dios rogando y con el mazo dando".

3 comentarios

  
Jose Angel Antonio
Oye, de donde sacas lo de los 3 millones de euros de la Conferencia episcopal para Haiti...

Yo tengo entendido que esos 3 millones son de diciembre para Caritas, contra la crisis economica en nuestro pais. La CEE creo que no ha dado nada a Caritas para Haiti que yo sepa, ha confiado en que Caritas se busque la vida -ya han renido 15 millones de euros, 2 mas si se cuenta un convenio con Inditex.
18/02/10 11:09 AM
  
Miki V.
Matizo, efectivamente: la ayuda pasa por Cáritas, que es totalmente independiente de la CEE. Gracias por tu comentario, Jose Ángel.
18/02/10 11:14 AM
  
Ána
Lo de Haiti es tremendo. Una zona de riesgo sísmico y con una mala infraestructura hace que se prduzca una cifra escalofriante de muertos.También hay un caos terrible que alguien tendría que organizar. La Iglesia ha resultado muy dañada: muertos, heridos, ruina pero allí sigue intentando salir adelante. Ha habido muchas ong de la Iglesia colaborando sin salir en la foto, sin focos y no solo un día o dos y sin cansarse de estar ahí y de ver el panorama.

Nota del B:Perdón por la tardanza en publicar el comentario. Llevas mucha razón, Ana, porque la caridad nunca pide recompensa, nunca notoriedad (no como cierto padre...) pero a veces somos los demás a los que nos toca decir "¡Eh, que están ahí, echadles una mano!" Y en buena parte Cáritas, Manos Unidas y Ayuda a la Iglesia necesitada cumplen esa labor.
18/02/10 7:34 PM

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