Los cristianos y sus adjetivos

Con el levantamiento de la excomunión a los seguidores de Lebfevre, se archiva un capitulo de la historia reciente de la Iglesia Católica. Es un motivo de alegria y de acción de gracias al Señor.

Ya ha desaparecido un adjetivo: “lebfrevianos". Sin embargo, los adjetivos dentro de la Iglesia siguen usándose de modo claro y determinante. Ya San Pablo advertía que los cristianos no deben llamarse de Pablo, ni de Apolo….sino de Cristo, por eso en la ciudad de Antioquía, según narran Los Hechos de los Apostóles, fue el lugar donde comenzaron a llamar cristianos a los seguidores de Cristo.

Aquí debió quedarse la adjetivación de los seguidores de Jesús de Nazaret. La historia posterior ha ido acumulando una riquisima cascada de adjetivos que se colocan detrás de la palabra antioquena: cristianos.

En plenas persecuciones del Imperio Romano, los cristianos fueron llamados: mártires, o confesores de la fe. Y los que ofrecían su sacrificio a los dioses paganos y luego se arrepintieron, se les llamó: los lapsi.

Con la paz constantiniana el cristianismo tomó un nuevo adjetivo: religión oficial del Imperio, que antes la habia perseguido. El monacato, ya en manos de San Benito, tendrá la gran adjetivación del fundador: los benedictinos. Luego vendrán los cartujos, los franciscanos, los dominicos, los carmelitas, los agustinos, los jesuitas, los redentoristas, los paúles, los salesianos, los claretianos….y así una larga lista de las diferentes familias religiosas, que sus fundadores inspirados por el Espiritu Santo fueron esenciales para un tiempo concreto y una necesidad determinada dentro de la sociedad y de la Iglesia del momento histórico de la fundación.

A los laicos, seguidores de la espiritualidad de los diversos institutos religiosos, serían conocidos con el mismo adjetivo que los religiosos de votos perpétuos. Y así hasta las puertas del Vaticano II, de cuya anuncio de celebración se cumplen mañana cincuenta años. De aquel gran Concilio surgieron varios movimientos laicales, que con el paso del tiempo, también, el pueblo por ahorrar palabras ha adjetivado a los seguidores, como los… y los…..y los…..

La pena de todos estos adjetivos, pasados y presentes, es que dan por conocida la palabra anquioquena: cristianos, los seguidores de Cristo. Y es una laguna en la que estamos metidos y no vemos la salida.

A los hermanos separados de nuestra fe les ocurre algo parecido con la denominación de las diversas congregaciones, por ejemplo, en sociedades tan plurales religiosamente hablando como es la los Estados Unidos.

Nosotros proponemos que recuperemos más la palabra cristiano, nacida en Antioquía. Y que la pongamos por delante del adjetivo. Por ejemplo: alguien de la familia franciscana, pudiera nombrarsele así: cristiano franciscano. Otro, miembro de la familia dominica: cristiano dominico.

De esta forma quedaría patente que nosotros seguimos a Cristo, por eso nos llamamos cristianos, y vivimos la espiritualidad según el fundador tal o cual, y aquí vendría oportuno el adjetivo correspondiente. De lo contrario, damos la impresión que seguimos más al creador del movimiento que al único pastor que es Cristo, gracias al cual nos llamamos con el honroso nombre de cristianos.

Nos gustaría conocer la opinión de los lectores sobre este asunto. Aquí pueden dejar su parecer como siempre. Sean bienvenidos.

Tomás de la Torre Lendínez

3 comentarios

no es bueno tanta denominaciones , cuanto mas clara sea la cosa mejor, sin unidad no vamos a ningun sitio hermanos en la fe
un saludo y dtb
24/01/09 9:05 PM
  
Ana
Cristiano es lo mejor que le pueden llamar a un cristiano. Hojala nos hiciéramos dignos de ese nombre. A mi me molesta mucho los adjetivos descalificativos que nos dirigimos entre nosotros:ultracatólico,progre,cavernícola,integrista. No creo que sea muy grato a Dios
25/01/09 11:04 AM
muy deacuwerdo contigo ana
unsaludo y dtb
25/01/09 2:25 PM

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