Agradecimiento a José Luis Martín Vigil
Conocí a José Luis Martín Vigil. Hasta ese momento me había embaulado todas sus novelas. Era el año 1968 a finales de noviembre. El florido mayo francés nos había motivado unas erupciones cutáneas y mentales a bastantes jóvenes estudiantes de la Universidad granadina.
Su novela “Los curas comunistas” la tenía subrayada, casi me la sabía de memoria. Era el ideal de cura que tenia en el horizonte de un estudiante de Teología en la Facultad de la Cartuja de Granada.
En aquel noviembre, yo pasaba un proceso de conversión mental y filosófica de la materia al espíritu, de la estructura de moda a la búsqueda de la trascendencia divina sin frenos de mano ni automáticos.










