Mi único encuentro con don Manuel Fraga
En el año 1993 estuve en Galicia. En el Valle del Mao, en tierras lucenses, donde yace enterrado el cuerpo de San Eufrasio, patrón de la diócesis de Jaén y de la ciudad de Andújar. Acompañé al vicecanciller del obispado, ya fallecido, don Fernando Gallardo Carpio, y al párroco, también difunto, don Agustín Lainez García, de San Eufrasio de Andújar.
Era una comitiva organizada por el ayuntamiento iliturgitano. Iba a tener lugar el hermanamiento entre el municipio de Incio y el de Andújar. Los actos tuvieron una parte religiosa y otra civil, terminando todos compartiendo la mesa.
En todas las ceremonias estuvo don Manuel Fraga, cuyos restos recibirán hoy cristiana sepultura en su tierra gallega, que en aquellas fechas estaba al frente de la Junta gallega.
Al acabar la Eucaristía concelebrada, entró a saludar a los sacerdotes que habíamos participado. Todos tenían el distintivo propio de ser curas: traje negro y la tirilla blanca en la camisa negra. El único que no vestía correctamente era el que firma estas líneas.
El presidente Fraga Iribarne me miró a los ojos vivamente. Estrechó mi mano, farfullando esta frase: ¡Cuando vuelva por Galicia, otra vez, venga con el uniforme correspondiente, y en caso contrario no venga¡. En ese momento pedí a San Eufrasio bendito que la tierra gallega me tragara vivo.










