Las parroquias: ¿desaparecerán?
Hoy ha tenido lugar en el Seminario Diocesano de Jaén un encuentro de convivencia y formación para sacerdotes. Ha hablado en dos sesiones don Jesús Sastre, profesor de la Facultad San Pio X, de Madrid.
En la primera parte, ha tratado el tema: La parroquia, lugar de comunión; en la segunda parte ha hablado sobre: La parroquia, sugerencias para que sean comunidades más vivas. A las 20 horas ha hablado a todos los laicos que han deseado estar en el salón de actos del Seminario.
En el Nuevo Testamento no tenemos noticia de la creación de parroquias, pero sí de comunidades. Los Hechos de los Apóstoles y las cartas de San Pablo mencionan muchisimo la vida de las comunidades cristianas que iban surgiendo en las ciudades. En unos casos hablan de la buena marcha de las mismas, y en otros relatan los problemas surgidos dentro de ellas.
Cuando, la Iglesia va extendiendo la evangelización por toda la cuenca del Mediterráneo, las comunidades cristianas llegan a ser numerosas y compuestas de un nutrido grupo de personas. Las persecuciones sobre los primeros cristianos producirán, como decía Tertuliano, que la sangre derramada era semilla de nuevos hijos de Dios.
Metidos en el siglo IV, los obispos con sus presbíteros, presiden las comunidades en las ciudades grandes. Poco a poco, los paganos van haciendose cristianos sobre todo en el mundo rural, aquí se enviará a un sacerdote a que presida esa comunidad situada en el “pago” a tanta distancia de la ciudad. Aquí nace el concepto de parroquia y de feligresía.
Con el paso de los años, y con la creación del primer código de derecho canónico, la Iglesia se establece más o menos como la conocemos hoy. Las parroquias siempre fueron comunidades de unidad cristiana en la misma fe, en el mismo bautismo, en el mismo Señor, muerto y resucitado para nuestra salvación.
La pregunta que hoy nos hacemos es: ¿cómo podemos convertir las parroquias en comunidades vivas?, ¿están preparadas las feligresías para embarcarse en un compromiso vital que las dinamice y las proyecte ante los problemas del siglo XXI?.
Se han hecho muchas experiencias, desde el Concilio Vaticano II, hasta el día de hoy. Siempre se ha afirmado que la parroquia tiene varios pilares fundamentales: la fe proclamada: la Palabra de Dios. La fe celebrada: la liturgia, cuyo eje central es la Eucaristía del domingo. La fe evangelizada: la catequesis y la evangelización de los miembros de la comunidad. La fe vivida y comprometida con la acción caritativa y social, siempre colocada en Cáritas, como servicio de la caridad de toda la comunidad en favor de los más pobres y necesitados.
Todo esto suponia que la parroquia debe ser considerada una comunidad de comunidades. Es decir, una gran familia donde tenga su calor de hogar evangélico todo cristiano que esté comprometido con las diversas vertientes pastorales del núcleo parroquial.
El pastor se le ha definido como el animador de la comunidad, como el coordinador de toda la misión eclesial confiada por el obispo diocesano, mediante su correspondiente nombramiento canónico. El párroco debe imitar y seguir al único Pastor que está en el evangelio y que es el Señor Jesús.
¿Tiene futuro la parroquia?, ¿por dónde debe caminar esencialmente?, estas y otras preguntas las dejamos para que sea el lector y amigo quien las conteste si desea dejar su opinión en El Olivo.
Tomás de la Torre Lendínez