InfoCatólica / Tomás de la Torre / Archivos para: Enero 2009

21.01.09

El Vaticano en YouTube

He leído en Libertad Digital que el Vaticano pondrá en funcionamiento próximamente su propio canal de vídeos en YouTube, donde los fieles podrán ver las homilías y eventos protagonizados por el Papa Benedicto XVI.

Los detalles del acuerdo entre el Vaticano y YouTube serán dados a conocer el próximo viernes en una conferencia de prensa, con la comparecencia del director de soluciones y contenidos de Google, propietaria de YouTube.

La iniciativa incluirá al gigante norteaméricano, así como al Centro Vaticano de Televisión y Radio Vaticana, en lo que supondrá la incursión más importante de la Santa Sede en las nuevas tecnologías de la información desde la creación de su página web oficial en 1995.

Todo esto ocurre en la víspera de una fecha, el 24 de enero, que es la fiesta de San Francisco de Sales, (1567-1622), patrón de los periodistas y obispo de Ginebra. Siempre, por este día, el Papa suele entregarnos el mensaje anual para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, que se corresponde siempre con la fiesta de la Ascensión del Señor a los cielos.
San Francisco de Sales

Además, este paso tecnológico por entrar en el canal YouTube, se hace en el ochenta aniversario de la creación del Estado de la Ciudad del Vaticano, gracias a los acuerdos firmados entre el Papa Pio XI y el Estado italiano. Algo que sirvió para dar carta de naturaleza internacional a la Santa Sede y que va a ser celebrado con diversos actos a lo largo de todo este año.

Este hecho de la tecnología informativa vaticana va a servirnos mucho mejor el mensaje del Señor a través de la imagen y palabra del propio Benedicto XVI, que pasará de los mensajes escritos por correo electrónico, y de los orales en la radio, hasta las imágenes y las palabras de los vídeos, que estarán colgados oportunamente en el canal YouTube.

La Iglesia, una vez más, aunque se incorpora lentamente a estar presente en los medios de comunicación social, cuando lo hace lo ejecuta de forma segura, constante y firme, con el fín de seguir la voz del Maestro: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda persona de buena voluntad".

La red de Internet y todas las posibilidades que este multimedio presenta deben servir como instrumentos para sembrar la semilla de la fe cristiana.

Una sugerencia ofrezco, desde este Olivo, a los responsables técnicos y de la información vaticana: ¿Cuando podremos encontrar al Papa y otros agentes de la pastoral en Facebook, donde tanta gente buscamos amigos y podemos intercambiar mensajes cristianos?.

Aquí dejamos esta posibilidad. Si los lectores desean ofrecer alguna más, lo pueden hacer con total libertad, que es la marca de este casa.

Tomás de la Torre Lendínez

20.01.09

Peregrinaciones en tiempo de crisis

En la mayor parte de las diócesis españolas existe el Secretariado diocesano de peregrinaciones. Es un organismo nacido durante los años cincuenta, cuando los españoles pudieron salir al extranjero, de modo especial a Roma, costeándose un viaje que por entonces era privativo de hacendados. Las Iglesias diocesanas vieron que promover peregrinaciones a la Ciudad Eterna con motivo de los años santos era algo que hacía mucho bien espiritual a las gentes que acudían.

La obra de la Fraternidad de enfermos hasta Lourdes tenía y tiene un gran arraigo dentro de las peregrinaciones con sello episcopal. Otro tanto ocurría con el santuario de Fátima. Es verdad que las peregrinaciones eran o no diocesanas si el obispo del momento era promotor de la peregrinación. Algunos obispos eran tan raros que solamente acudían a su tierra natal, porque pensaban que el mundo se acabó en ella, por muy bella que fuera y es.

A los seminaristas les pusieron cerca la tentación de acudir hasta Roma. Fue el año 1964 cuando se cumplía el cuarto centenario de la creación de los Seminarios Conciliares por el Concilio de Trento, y en la recta final de la celebración del Concilio Vaticano II. Desde todas las diócesis, en tren, acudieron los pocos seminaristas que sus padres podían pagarles aquel inolvidable viaje. Todavía, algunos de ellos, hoy son sacerdotes, lo recuerdan con nostalgia y casi volverían hacerlo con las mismas condiciones de medios técnicos y alimenticios. Valió la pena.

En los últimos años las peregrinaciones diocesanas han entrado en la agenda de los obispos, de las parroquias y de las comunidades cristianas. Tengo delante de mí el programa para el año presente ofertado y organizado por la diócesis de Jaén. Por orden cronológico:
-Tierra Santa, 8 días, del 22 al 29 de junio
-Roma (San Pablo), 8 días, del 18 al 25 de julio
-Lourdes, 7 días, del 8 al 14 de agosto
-Turquía, 11 días, del 21 al 31 de agosto
Para información y reservas: Viajes Marsans, teléfono 902306090, o www.marsans.com.

El hecho del alto al fuego en la zona de Gaza puede contribuir a que varias personas temerosas de que les cayera algún misil encima, puedan reconsiderar su decisión y acudir a la oferta de Tierra Santa. Las dos visitas a Roma y Turquía se encuentran enmarcadas en el Año Paulino, promovido por el Papa Benedicto XVI.

Como el turismo religioso y de peregrinaciones se ha generalizado entre muchos cristianos es posible que toda esta infórmación pueda ayudar a alguien. Aunque siendo realistas la actual crisis económica es un freno para tomar decisiones como las de un gasto económico de equis dinero.

Nosotros cumplimos con el deber formativo e informativo. Ahora debe ser el lector de El Olivo quien opine lo que desee aquí, o se busque la forma de insertarse en alguna peregrinación, que le pueda interesar.

Tomás de la Torre Lendínez

19.01.09

Los secretos dentro de la Iglesia

El secreto dentro de la Iglesia está delimitado dentro del segundo mandamiento de la Ley de Dios. Los diversos tipos de secreto pueden ser los siguientes:

-El secreto sacramental, que nace del sigilo que el sacerdote debe guardar al confesar al penitente arrepentido.
-El secreto de oficio: dentro de la estructura de la propia Iglesia, según el cargo que se tenga, la persona está obligada a mantener el secreto del oficio que en ese momento ejerce.
-El secreto corporativo: surge de la obligación de guardar secreto de las deliberaciones, por ejemplo, de los consejos episcopales que preside el obispo diocesano.
-El secreto canónico: es el que está inserto en las operaciones que un Tribunal Eclesiástico pueda realizar para sustanciar las causas que sean de su competencia.
-El secreto de ser secretario: está en la propia raíz del oficio de guardar secretos.
-El secreto de confianza: es la entrega de algún secreto apoyándose en la confianza entre equis personas.
-El secreto económico: responde a los cargos de índole económica eclesiástica que debe guardarse como miembro de algún consejo de economía.
-El secreto del trabajador: está referido al secreto que toda persona contratada laboralmente debe guardar, por ejemplo, el empleado de un banco o similar.
-El secreto entre el matrimonio: el marido y la mujer tienen unos secretos conyugales que están reconocidos por el mismo contrato matrimonial.
-El secreto entre amigos: suele existir amigos que guardan secretos mutuos por equis motivos, que deben ser respetados siempre por las dos partes.
-El secreto a un tiempo: es cuando alguien es portador de un secreto para un tiempo determinado, hasta que se haga pública la situación insertada en el mensaje.
-El secreto profesional: es el de los médicos, abogados, procuradores, jueces….
-El secreto industrial: es el concerniente a todos los planes de investigación o de situación económica en la empresa.

Existen muchos más secretos, que los dejamos para que sean los propios lectores y visitantes los que los comenten como deseen.

Y existe un secreto: el de los periodistas o similares, que no podemos revelar las fuentes de nuestras informaciones, por ningún motivo.

En la sociedad actual, a mucha gente le cuesta guardar un secreto. Existen muchas razones. Una de ellas está en la mala imitación que se hace de los falsos ídolos que propone la televisión basura.

Jesús de Nazaret es la figura más clara de lo que es revelar, poco a poco, su mensaje de salvación. Vino con un gran secreto y nos lo enseñó todo, conforme iba cumpliendo la voluntad del Padre, asistido con la presencia del Espiritu Santo. La escena de la Transfiguración en el monte Tabor es la mejor prueba de esta realidad.

Tomás de la Torre Lendínez

18.01.09

La risa de Gala y la mía

A vueltas con los fantasmas de Antonio Gala, que vive preso de sus propias existencias en la nada más vacua que se pueda pensar. En el diario El Mundo de hoy, 18 de enero, vuelve, por enésima vez….a tirar `piedras´contra la Iglesia Católica.

Con el nuevo diseño del diario ha perdido la página impar, ha pasado a una par, exactamente hoy en la 19, está situado el recuadro de este señor, que sabe literatura pero ignora la teología, y que solamente leerán sus íntimos.

Sobre todo cuando habla de la instrucción sobre bioética Dignitas personae, que se nota que no la ha leido entera y se ha atenido a un resumen mal hecho por la rapidez periodistica.

La risa me sube hasta al vecino de arriba cuando exalta a un “grupo de teólogos españoles….:la asociación Juan XXIII", a quienes pone como el Magisterio de la Iglesia que peregrina en España, pues estos señores tienen sus ideas muy claras en asuntos como el aborto, la homofobia, la eutanasia…..

Lo que se calla el señor Gala es que el grupo citado está formado por gente que el más joven pasa de los setenta años largos, igual que el autor del artículo; que además, algunos, están sancionados por el verdadero Magisterio de la Iglesia sobre algunas de las opiniones vertidas en sus pocas obras; que a otros se les quitó la venia docendi en centros eclesiales por sus manifestaciones realmente alejadas del sentido común de la fe cristiana, enseñada por el Señor Jesús.

Señor, Gala, si a usted le da risa ver un vehículo donde se diga que Dios sí existe. A un servidor le da lástima que usted, a su edad, tengan obsesiones fantasmales sobre las que escribe creyendo que así las podrá quitar de su vida.

Le aconsejo: vea un canal de televisión donde un clón suyo le hace unas imitaciones poéticas, que son para partirse de risa. Eso sí es de risa.

Y deje la teología a los teólogos de la Iglesia Católica, por favor.

Tomás de la Torre Lendínez

La música convirtió a un catedrático

A Noby, a Maria Lourdes, y a todos los lectores de este blog.

Don Manuel García Morente nació en Arjonilla, provincia de Jaén, el 22 de abril de 1886 y murió en Madrid el 7 de diciembre de 1942. Estudió en Francia, completó en la Institución Libre de Enseñanza en Madrid, y fue enviado a Alemania por la Junta de Ampliación de Estudios. En 1912 consiguió la cátedra de Etica en la Universidad de Madrid. Amigo de Ortega y Gasset. Se casó, tuvo hijos, enviudó en 1923. Fue profesor en la Universidad de Tucumán. Al estallar la Guerra Civil, un yerno suyo fue fusilado por ser miembro de Adoración Nocturna. Hizo gestiones para que su familia saliera de España, consiguió llevarla a Barcelona. El señor Garcia Morente se marchó a Paris, donde pasó un tiempo trágico. Buscaba y no encontraba. Deseaba un cambio pero no sabía la manera. En la noche del 29 al 30 de abril de 1937, despues de sopesar el suicidio, él mismo no lo cuenta en su obra El hecho extraordinario:

“Estaba en un callejón sin salida. Puso la radio. Música. Primero, César Frank; después, Ravel. Siguió L’enfance de Jésus de Berlioz, bien cantada por un magnífico tenor:

Algo exquisito, suavísimo, de una delicadeza y ternura tales que nadie puede escucharlo con los ojos secos. (…) Cuando terminó, cerré la radio para no perturbar el estado de deliciosa paz en que esa música me había sumergido. Y por mi mente empezaron a desfilar -sin que yo pudiera ofrecerles resistencia- imágenes de la niñez de Nuestro Señor Jesucristo. Le vi, en la imaginación, caminando de la mano de la Santísima Virgen, o sentado en un banquillo y mirando con grandes ojos atónitos a San José y a María. Seguí representándome otros episodios de la vida del Señor: el perdón que concede a la mujer adúltera, la Magdalena lavando y secando los pies del Salvador, Jesús atado a la columna, el Cirineo ayudando al Señor a llevar la Cruz, las santas mujeres al pie de la Cruz. (…) Y los brazos de Cristo crecían, crecían, y parecían abrazar a toda aquella humanidad doliente y cubrirla con la inmensidad de su amor, y la Cruz subía, subía hasta el cielo y llenaba el ámbito de todo y tras de ella subían muchos, muchos hombres y mujeres y niños; subían todos, ninguno se quedaba atrás; sólo yo, clavado en el suelo, veía desaparecer en lo alto a Cristo, rodeado por el enjambre inacabable de los que subían con Él; sólo yo me veía a mí mismo, en aquel paisaje ya desierto, arrodillado y con los ojos puestos en lo alto y viendo desvanecerse los últimos resplandores de aquella gloria infinita, que se alejaba de mí". Aquello “tuvo un efecto fulminante en mi alma.
don Manuel García Morente

En realidad, supuso su conversión. “¿Y qué me había sucedido? Pues que la distancia entre mi pobre humanidad y ese Dios teórico de la filosofía me había resultado infranqueable. Demasiado lejos, demasiado ajeno, demasiado abstracto, demasiado geométrico e inhumano. Pero Cristo, pero Dios hecho hombre, Cristo sufriendo como yo, más que yo, muchísimo más que yo, a ése si que le entiendo y ése sí que me entiende, a ése sí que puedo entregarle fielmente mi voluntad entera, tras de la vida. A ése sí que puedo pedirle, porque sé de cierto que sabe lo que es pedir y sé de cierto que da y dará siempre, puesto que se ha dado entero a nosotros los hombres. ¡A rezar, a rezar! Y puesto de rodillas empecé a balbucir el Padrenuestro. Y ¡horror!, ¡se me había olvidado!.

Siguió de rodillas, rezando como podía. Recordó cómo su madre le había enseñado a rezar, reconstruyó el Padrenuestro, y el Avemaría… y de ahí no pudo pasar. “No importaba demasiado; lo cierto era que una inmensa paz se había adueñado de mi alma". Se sentía otro hombre, el “hombre nuevo” del que hablaba San Pablo. Miró por la ventana: vio lo de siempre, Montmartre. Pero los ojos eran nuevos, y vio un significado que no había aparecido antes: ¡Mons Martyrum!, el Monte de los Mártires. Vio los mártires, que aceptaban libremente el supremo sacrificio. “¡Querer libremente lo que Dios quiera! He aquí el ápice supremo de la condición humana. «Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo».

Las primeras conclusiones, los primeros propósitos, del cristiano Manuel García Morente empezaron a trazarse. “Lo primero que haré mañana será comprarme un libro devoto y algún buen manual de doctrina cristiana. Aprenderé las oraciones; me instruiré lo mejor que pueda en las verdades dogmáticas, procurando recibirlas con la inocencia del niño, es decir, sin discutirlas ni sopesarlas por ahora. Ya tendré tiempo de sobra, cuando mi fe sea sólida y robusta y esté por encima de toda vacilación, para reedificar mi castillo filosófico sobre nuevas bases. Compraré también los Santos Evangelios y una vida de Jesús. ¡Jesús, Jesús! ¡Misericordia! Una figura blanca, una sonrisa, un ademán de amor, de perdón, de universal ternura. ¡Jesús!.

Siguió algo extraordinario. Para reforzar la fe recién renacida, Jesucristo quiso tener en él un detalle extraordinario: hacerse presente de un modo misterioso, pero real; de un modo que no se podía percibir por los sentidos, pero se percibía. “Allí estaba él. Yo no lo veía, yo no lo oía, yo no lo tocaba. Pero Él estaba allí. (…) Y no podía caberme la menor duda de que era Él, puesto que le percibía, aunque sin sensaciones. ¿Cómo es esto posible? Yo no lo sé.
Duró un rato que no se podía medir, y terminó, para no volverse a repetir. Lo necesario, y nada más. Años después, encontró algo parecido en la Vida de Santa Teresa.

Al cabo de unos días, cayó el Gobierno en España y, poco tiempo después, pudo reunirse con su familia, en París, y darles la buena noticia de su conversión: ¡gran alegría para una familia en la que él era el único que había carecido de fe! “

En mayo de 1938 volvió a España, con la intención de realizar los estudios preliminares al sacerdocio. Fue ordenado sacerdote en 1940. Murió en Madrid el 7 de diciembre de 1942.

La música La Infancia de Jesús, de Berlioz, convirtió a este catedrático de Etica.

Tomás de la Torre Lendínez