Volver a empezar, por don Enrique Vilches Sánchez

Dentro de unos días se abrirá la puerta santa de la Catedral de Santiago de Compostela para dar inicio al Año Jacobeo de 2010. Hoy presentamos un artículo firmado por un compañero de tareas educativas en el mismo instituto, don Enrique Vilches Sánchez, quien el pasado verano anduvo por segunda vez el Camino de Santiago.

VOLVER A EMPEZAR

“Dicen que segundas partes nunca son buenas pero cuando una experiencia es tan gratificante como recorrer el Camino de Santiago en bici no te lo piensas mucho. Con la misma preparación física y equipaje que el año pasado salí a las 10 de la noche del 31 de Julio desde la estación de autobuses de Jaén y, tras un largo viaje nocturno, llegue a Pamplona a las 9 de la mañana del dia siguiente.

Para llegar hasta Roncesvalles tuve que coger en la misma estación un segundo autobús una hora despues. Me llamo la atención la increíble habilidad del conductor para acomodar todas las mochilas, bultos y bicicletas de los peregrinos en las tripas del autobús cargado “hasta los topes”.

Tras obtener la credencial en la oficina de Roncesvalles con su sello correspondiente que me permitiría utilizar los albergues, antes de empezar a rodar me detuve junto a una señal de trafico de la carretera que advertía a todos los peregrinos: 794 Km. hasta Santiago. Todos nos hacemos las primeras fotos junto a ella con sonrisas y gestos de victoria. ¡Que ingenuos somos al principio! Yo mismo pensaba que este tramo hasta Pamplona seria fácil porque, según mi guía, casi todo era cuesta abajo pero pronto me di cuenta de lo difícil y duro que era con pendientes a veces muy pronunciadas y suelos de piedra con aristas vivas que me obligaron muchas veces a bajar de la bicicleta. Cualquier caída me hubiese dejado fuera del trayecto pero todo ello se compensa con los maravillosos paisajes entre bosques, pueblos y caseríos que atraviesas. Finalmente a las 6 de la tarde con un calor agobiante llegue a Pamplona a través del puente de la Magdalena y me aloje en el albergue de Padeborn regentado por alemanes. Estaba tan cansado que ni siquiera me di un paseo por la ciudad y simplemente me duche, comí en el club de natación próximo y me acosté pronto.

Ese fue mi ritmo durante los siguientes trece días: levantarte temprano del albergue (hacia las siete de la mañana), preparar la bici con las alforjas, desayunar, pedalear y pedalear, parar de vez en cuando para sellar y también para hacer fotos o tomar algo y seguir así 50 o 60 Km. hasta el siguiente albergue (salvo los tramos castellanos que por ser llanos pude hacer mas). Como siempre la hospitalidad de los albergues es excelente aunque las infraestructuras sean bastante dispares.

Evidentemente cuando haces por segunda vez el Camino la sorpresa del primero desaparece porque a medida que vas atravesando sendas y pueblos vas recordando lo que ya viste. Sin embargo el sufrimiento y el esfuerzo se ven recompensados por los buenos momentos y las imágenes que te llevas. Siempre hay sorpresas y novedades como , por ejemplo, en Santo Domingo de la Calzada cuando el gallo de la catedral canto varias veces asombrando a todos o la magnifica siesta con baño incluido que me di junto a un precioso puente en un río de Galicia.

Al principio pensé que en el mes de agosto habría menos peregrinos pero nada de eso aunque lógicamente a medida que me acercaba a Santiago los grupos de peregrinos iban en aumento y la escasez de plazas en albergues también. Como el año pasado me uni temporalmente a varios grupos y ciclistas solitarios y de todos recuerdo especialmente a un ciclista que me contó su vida y divorcio con fotos incluidas como si me hubiese conocido de toda la vida y eso que solo estuvimos juntos un dia y desde entonces no he sabido mas de el. Es curioso como surge la amistad y la confianza sin que te lo propongas. Cosas del camino.

También pasas malos momentos, especialmente si sufres alguna lesión o caída que te impida seguir. Esta vez tuve algunos percances pero por suerte pude seguir. En Santo Domingo de la Calzada casi me atropella un coche (por suerte todo quedo en un susto y la rueda delantera doblada por el golpe) y en León tuve un tiron muscular tan fuerte que pensé incluso abandonar pero al final me recupere y pude seguir.

Pero todo se olvida cuando te aproximas a Santiago y te invade una emoción contradictoria: por un lado deseas llegar pero también sabes que es el final del Camino y que llega la hora de regresar. La impresión que te produce entrar en la plaza del Obradoiro y admirar el inmenso retablo de piedra de la fachada para después entrar en la catedral es algo que jamás olvida quien ha hecho el Camino aunque lo repita muchas veces.”

Enrique Vilches Sánchez

Le damos las gracias a don Enrique por contarnos su experiencia. Así podemos motivar a quien sea a hacer el Camino en el entrante Año Jacobeo.

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