Parroquias para ser santos. Una reflexión en mi despedida
Es que si no, ¿para qué leches queremos acudir a la parroquia?
Estoy despidiéndome de la parroquia de la Beata María Ana Mogas y el próximo domingo tomaré posesión de las de San Vicente Mártir de Braojos, Santo Tomás Apóstol de Gascones y San Andrés Apóstol de La Serna del Monte. Es hora de serenidad en el todavía, por unas horas, mi despacho en la parroquia.
Pienso en el pasado, pienso en el futuro. En lo hecho, en lo por venir. Y vuelvo a reafirmar que no puedo tener otro objetivo en mi ministerio sacerdotal que el de ayudar y ayudarnos a llegar a la santidad. Se me queda corto eso de compartir, la misa es una fiesta y yo te quiero tralará, y miren que lo practiqué en su momento. La parroquia o nos hace santos, gente capaz de vivir con dignidad en este mundo y llegar un día al cielo, o es una pérdida de tiempo.

Este próximo domingo, día 5 de noviembre en la misa de las 13 h., me despediré de la parroquia de la Beata María Ana Mogas.
Les prometo que yo tenía hecho el propósito de ser bueno, relajarme y menos información religiosa y más rosquillas con Rafaela, con perdón por el régimen (alimenticio, claro). El problema es que a uno se lo ponen muy difícil.
Todos hemos tenido experiencias similares. Un grupo, una asociación, unas personas que empiezan a trabajar, a reunirse en la parroquia, evidentemente con el beneplácito y el apoyo del párroco. Grupos supuestamente educativos, culturales, católicos, que se piensa pueden resultar un apoyo en la labor pastoral de la comunidad parroquial.
Pues sí, así como suena, y mucho más común de lo que parece. Gente que se enfada con el cura, con el párroco, siempre ha existido. Jamás por temas fundamentales, eso sí.





