Ideología, fe y confesionario
Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. El que no permanece en mí no da fruto y va al fuego. Serio esto.
Mi impresión es que hemos abandonado la fe para conformarnos con una mera ideología buenista – histórica – folklórica – costumbrista. Nos gustan las ideas del catolicismo, más o menos que no hay que exagerar, tenemos costumbre de asistir a nuestros ritos, sean misas dominicales, procesiones o ceremonias varias, añadimos ese puntito de solidaridad. Todo eso se puede hacer sin fe. La fe es gracia, la fe es inserción en Cristo, la fe es Cristo viviendo en mí.

Hay que tener muchas narices para ponerse uno en jarras delante de toda la Iglesia y proclamar que vas a hacer con tu supuesta reflexión teológica exactamente lo que te dé la gana. Hay que tener todo muy bien colocado para sostener que nada hay absoluto, ser muy Pilatos para afirmar que no hay verdades per se y echar más valor que el Guerra (el torero, no Alfonso) para afirmar que yo soy a la vez teólogo, magisterio y auténtico intérprete de la voluntad de Dios y el evangelio en el tiempo de hoy. Y profeta. Sobre todo, profeta.
Es que es así. Llegas a celebrar misa a cualquiera de las parroquias y ¡ale! SORPRESA. Pero bueno, ¿qué hacéis vosotros aquí? Oigan, que estamos hablando de 80 kilómetros de distancia a Madrid, que ya es un paseíto.