Tortícolis obligatoria y eclesiomedicina
De esto no habíamos hablado nunca, pero me dicen que existe medicación “ad hoc” para enfermedades personales eclesiológicas. Así que he preguntado en las farmacias especializadas y esto es lo que me han podido confirmar.
Quizá porque el efecto Francisco no acaba de llegar y de que la primavera eclesial se retrasa, me dicen que la venta de eclesiotranquilina se dispara. No me extraña, porque uno lo que observa son nervios, muchos nervios, que son los que hacen, al final, que se pierdan los papeles.

Cada semana ofrecemos a los fieles una hojita litúrgica en las celebraciones dominicales. En ella pueden encontrar las lecturas bíblicas del domingo, los cantos para la celebración, una pequeña reflexión de un servidor y las noticias más destacadas de la semana.
Tan raras, pero tanto, que hasta me ha dicho un pajarito -noticia aún por confirmar- que incluso pudiera ser que creyeran en Dios. Tan raras, pero tan raras, que todos los días rezan juntas una barbaridad de cosas: Laudes cantadas, Eucaristía, Oración, Nona, Oficio de lectura, Vísperas cantadas, y hasta exposición del Santísimo todo el día.
Sale la cosa de cuando en cuando entre curas y laicos, y no es para nada sencilla la solución. Lo cierto es que los curas cambiamos de parroquia y no está de más plantearse si podría haber un tiempo más o menos razonable tras el cual el sacerdote deje su parroquia anterior y marche a un nuevo destino pastoral. Evidentemente quien decide cambios, nombramientos, ceses, remociones y traslados es el obispo. Yo me limito a decir cómo lo veo.
La primera lectura de ayer domingo anda que no clarifica cosas:





