4.04.13

El Papa y los pecados de la lengua

El pasado Miércoles Santo, el Romano Pontífice, durante la homilía de la Misa celebrada con la presencia de personal de la Santa Sede, reflexionó respecto del gesto realizado por Judas el traidor:

Jesús es como una mercancía: es vendido. Es vendido en aquel momento, y muchas veces también en el mercado de la historia, en el mercado de la vida, en el mercado de nuestra vida. Cuando nosotros optamos por los treinta denarios, dejamos a Jesús de lado.

Hizo asimismo la invitación implícita de nunca hablar mal de otras personas, porque cuando hablar se convierte en habladuría, murmuración, esto es una venta, y la persona que está en el centro de nuestra murmuración se convierte en una mercancía. No sé por qué –dijo el Santo Padre- existe una alegría oscura en el chisme.

Santiago Apóstol el Menor, es poseedor de la pluma que más fuertemente ha atacado los pecados de la lengua. Hallamos su Carta en el Nuevo Testamento:

Si alguno se imagina que es hombre religioso, pero no domina su lengua, se engaña a sí mismo y su religión es falsa (Stgo 1, 26).

Es un  aviso de que no hay religión donde abunda la murmuración, la calumnia y la mentira, y sigue: Si alguien no peca con su lengua, es un hombre perfecto.

A los caballos les ponemos un freno en el hocico para dominarlos, con el freno sometemos todo su cuerpo. Lo mismo los barcos, por grandes que sean y estén impulsados por fuertes vientos, el piloto los maneja con un pequeño timón.

Del mismo modo la lengua es algo pequeña, pero que puede mucho. Basta una llama pequeña para incendiar un bosque inmenso. La lengua también es un fuego, en un mundo de maldad, pues mancha toda la persona y comunica el fuego del infierno a toda nuestra vida.

Animales salvajes y pájaros, repites y animales marinos de toda clase son y han sido dominados por el hombre, por el contrario, la lengua nadie puede dominarla, es un látigo incansable llena de mortal veneno, con ella bendecimos a Dios Padre, y con ella maldecimos a los hombres hechos a imagen y semejanza de Dios.

De la misma boca sale la bendición y la maldición. No creo que exagere, porque es corriente que se pruebe cuánto veneno sale de muchas bocas cristianas. Críticas aceradas llenas de purulencia, exposición de desgracias que desean para los demás, torcida interpretación de la conducta ajena, manifestación de secretos que crucifican hermanos, exageración de hechos y dichos, calumnias viles a sabiendas de que están contra la verdad.

Es que no se dan cuenta de que el Primer Mandamiento, es decir el más importante, es justo el amor de Dios y el amor al prójimo, y que estos abusos de la lengua son un atentado contra el principal mandamiento.

Luego por ser consecuencia puede resultar el más grave de los pecados que se pueden cometer. El Catecismo de la Iglesia Católica concluye:

Toda falta cometida contra la justicia y la verdad entraña el deber de reparación aunque su autor haya sido perdonado. Cuando es imposible reparar un daño públicamente, es preciso hacerlo en secreto; si el que ha sufrido un perjuicio no puede ser indemnizado directamente, es preciso darle satisfacción moralmente, en nombre de la caridad. Este deber de reparación concierne también a las faltas cometidas contra la reputación del prójimo. Esta reparación, moral y a veces material, debe apreciarse según la medida del daño causado. Obliga en conciencia (2487).

Asertivo el Papa cuando nos advierte de la maldad que encierra la murmuración, cuando se despelleja al otro.

¡Qué peligrosa es la serpiente de la lengua! Doméñala antes de que te lleve al abismo de la condenación.

1.04.13

Mundo sacral latinoamericano

El Continente de la Esperanza -3-

El Consejo Episcopal Latinoamericano, publicó un escrito en el que se afirma que

para América Latina, un continente «pluricultural, multiétnico y plurirreligioso» que aspira a la interculturalidad el tema de la inculturación es apasionante, pues toca el problema de los «etnocentrismos», tan fuertemente presentes, sea como imposición por parte de las culturas «inmigrantes», o sea como resistencia por parte de las culturas originarias (Fundamentos de la inculturación, Margot Bremer rscj),

afirmación que evidencia ciertamente un error muy difundido, y como es el caso, extrañamente incluso ad intra,  el de pretender que la primera evangelización fue una hispanización y europeización ciega, una criminal aculturación (…) según la cual los indios, en su cultura, habrían sido víctimas de la Palabra de Dios (La Hora de Dios en el Nuevo Mundo, Jean Dumont).

Josef Estermann del Instituto Superior Ecuménico Andino de Teología abogando por una

«reivindicación, por los movimientos autóctonos de muchos pueblos y etnias, de su propia manera de vivir y concebir el mundo» (Filosofía andina), sustenta que si «el concepto ´teología´ surge en los primeros siglos de nuestra era en el mundo cultural grecorromano, como respuesta de la creciente comunidad cristiana a los desafíos planteados por la filosofía helenística de la época”, la teología andina, es un “sincretismo teológico no muy distinto al que se viene practicando desde los primeros siglos» (La teología andina como realidad y proyecto. La deconstrucción intercultural).

Un indigenismo teológico desviado ciertamente.

El panorama étnico y religioso de América del Sur es muy complejo, y en este arco, ¿cómo es la Iglesia en Latinoamérica? ¿Qué perfecciones posee? ¿En qué detalles puede mejorar? ¿Qué es lo que todos los componentes debemos pretender para la perfección de la Iglesia en el Continente de la Esperanza?

Uno de los más esclarecidos obispos latinoamericanos del siglo XX ha sido Mons. Boaventura Kloppenburg OFM, brasileño, fallecido en 2009 a los 90 años de vida, de los cuales 67 los vivió como franciscano, 63 como sacerdote, 58 como doctor en teología dogmática, 41 de magisterio universitario y 27 como obispo. Escribió 36 libros. En sus escritos “luchó siempre contra la confusión religiosa” provenientes del sincretismo religioso y otras corrientes religiosas, como la masonería, el reencarnacionismo, el espiritismo. Escribió sobre la Fe, el Credo, Las mistagogías de Benedicto XVI sobre la Iglesia. Su último escrito ha sido Creo en la vida eterna.

Quien mejor que Monseñor Kloppenburg, para dar una radiografía eclesial en Latinoamérica:

El mundo sacral latinoamericano es un mundo cósmico. Acudir a Dios, o a los espíritus, o a los santos protectores, es para muchos una forma de enfrentarse a los elementos naturales, combatirlos y explicarlos.

Es fatalista. Dios lo quiere, hay que resignarse a la voluntad de Dios. Como consecuencia, pasividad ante la vida y la construcción del mundo.

El mundo latinoamericano es sacramentalista. Práctica masiva de algunos sacramentos, especialmente del bautismo y de la primera comunión. A veces se reciben, para evitar maleficios o males.  Muchas veces hay también confianza mágica en al afecto casi matemático de algunos sacramentales: agua bendita, escapularios, palma de ramos, etc.

Nuestra Iglesia en Latinoamérica es devocionalista. Es una religiosidad de votos y promesas, de peregrinaciones y de un sinnúmero de devociones, con una participación nula en la vida de culto oficial, y una muy escasa adhesión a la organización de la Iglesia.

Nuestra Iglesia en América Latina es milagrera, muy accesible a lo maravilloso. Espera el milagro, tiene hambre de milagros y por eso en todo ve milagros.

Es santerista. El santo es absolutizado para muchos y se transforma en ídolo y su culto en idolatría. En esta devoción a los santos hay prácticas vanas, extravagantes, a veces grotescas y brutales con oraciones absurdas, ridículas y muchas veces llenas de irreverencias, errores y herejías.

Es ritualista: busca la bendición como un muro contra las adversidades, protección ante los peligros y males, expulsión de los demonios y alejamiento de los malos espíritus. Camino que es buscado con ahínco en las sectas pentecostales y también, dentro de la Iglesia misma en los grupos carismáticos.

Es pseudomesiánica, tiene las mismas actitudes de los judíos respecto de Jesús. El reciente fallecimiento del presidente de Venezuela es un caso elocuente.

Individualista: practica una relación con la divinidad y los santos como asunto privado, de ahí que prescinde de la inserción eclesial y de la mediación de la Iglesia. Busca resolver con la religión los problemas de amor, salud o subsistencia.

Es asimismo contractualista: “te doy para que me des”. De este modo tenemos en los santuarios y lugares de peregrinación a los “pagadores de promesas”

Y es sincretista. Mezcla con facilidad doctrinas y prácticas provenientes de otros cultos.

Hay religiosidad pero sin convicciones profundas, hay piedad pero con mezclas supersticiosas. Hay elementos aprovechables en la piedad del catolicismo latinoamericano, pero éstos, tienen que conducir a todo fiel, a vivir lo que cree, unir su devoción con un testimonio de vida, en definitiva, a superar la tan cacareada dicotomía entre la fe y la vida.

28.03.13

¿A cuál Cristo sigue Usted?

Existen los pesimistas, y son una legión incontable: observan a la Iglesia Católica y destacan los malos ejemplos que dan en la sociedad algunos de sus sacerdotes y de sus laicos. Y concluyen por emitir un diagnóstico negativo de la Iglesia actual. Olvidan que es mucho más difícil que uno solo se mantenga firme en las leyes de Dios que el ciento de mediocres que son absorbidos por el vicio; vivir fieles en el mundo actual tan cuajado de tentaciones es un heroísmo, y abundan estos héroes.

Lo grande y admirable es que haya personas que cumplan con la difícil invitación de Jesús: Si alguno quiere venir a Mí, y no deja a un lado a su padre, a su madre, a su mujer, a sus hijos, a sus hermanos y aún a su propia persona no puede ser mi discípulo (Lc 14, 25-26). Parece una auténtica locura, una imposible utopía esta drástica invitación de Cristo, y, sin embargo, hay muchos miles de personas que la cumplen íntegramente, abandonando gustosamente las más exigentes apetencias de su personalidad.

Otra invitación, igualmente ardua, de Jesús se resume en una frase suya, fundamental para entenderle: Esfuércense por entrar por la puerta angosta, porque Yo les digo que muchos tratarán de entrar y no lo conseguirán (Lc 13, 24). Y hay millones de personas, en todos los continentes, que diariamente luchan con denuedo por afirmarse en este ideal.

Toda la filosofía personal de Jesús se resume en una frase suya, fundamental para entenderle: Si alguno quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Tres exigencias costosas, hasta heroicas, y que muchos consideran imposibles para la generalidad de las personas. ¡Sí que es difícil ser discípulo auténtico de Jesús, ya que exige la renuncia permanente a actitudes, inclinaciones y sueños que parecen ser inseparables de la persona misma! No es raro, por lo tanto, que la mayoría se quede en camino de consecución del ideal propuesto por Jesús; el mismo Maestro ha señalado que el seguidor de Jesús será objeto de persecuciones (Mt 10, 23-25). Además, hay que aceptar las condiciones impuestas por el Padre celestial: Carguen con mi yugo y aprendan de Mí que soy paciente de corazón y humilde (Mt 12, 29).

Jesús no oculta ni disimula las exigencias humanamente duras de su ideal: habla de la necesaria y dolorosa renuncia, de inevitable ascesis y abandono de deleites, de persistente esfuerzo, de meditado sacrificio.

Otros muchos se glorían de seguir a Cristo, y a éstos podríamos preguntar: ¿sigue a Cristo?, ¿pero a qué Cristo?

Está el Cristo de Belén, delante de Él resulta fácil derramar lágrimas de ternura. Dando vida a nuestro sentimentalismo y hasta un poco de poesía.

Está el Cristo obrero de Nazaret, también éste, aunque no lo acabemos de comprender del todo, nos resulta un Cristo bastante aceptable, a pesar de sus treinta años oscuros.

Está el Cristo de los milagros, un Dios brillante que nos llena de orgullo y a quien nos da ganas de aplaudir. Tras la multiplicación de los panes se empeñan en hacerle Rey.

Está el Cristo que habla a las turbas, nos encanta, entusiasma hasta a sus enemigos que dijeron: Jamás alguno habló como Él. Está el Cristo que cura, un Cristo que nos llena de admiración por la bondad con que realizó sus curaciones milagrosas.

Está el Cristo que lanza inventivas contra la hipocresía de los fariseos, es fácil estar con Él, y nos enardecemos cuando expulsa a los injustos del Templo.

Está el Cristo del Tabor, transfigurado gloriosamente. También a nosotros nos hubiera gustado plantar allá las tiendas para no bajar ya nunca de esa montaña luminosa.

Y está el Cristo del Calvario, el Hombre de dolores. Isaías le retrata así: Tan desfigurado tenía el aspecto que no parecía hombre. Ni su apariencia era humana. ¿Estás dispuesto a ser crucificado con Él? ¿A seguirlo también por la cuesta del Calvario?

En el atardecer de nuestras vidas, no habrá para nosotros mayor alegría que la de poder decir: sí, también yo estaba con ese Hombre, he estado siempre con Él. Lo seguí desde el principio, en Belén y en Getsemaní, en el Tabor y en el Calvario, sí conozco a ese hombre de quien hablan, y también Él, entonces me reconocerá.

A la hora de la multiplicación del pan, eran muchos, los miles que seguían a Jesús. En el Calvario, sus seguidores y abiertamente simpatizantes, se podían contar con los dedos de las manos, porque así se busca a Cristo, siempre por los caminos fáciles, en demanda del consuelo que necesitamos, pero cuando Él necesita un amigo que le consuele fácilmente se repite la escena de negación del aturdido Apóstol Pedro que de su mismo íntimo Maestro se atreve a decir: Jamás conocí a ese hombre, cuando había vivido en su intimidad nada menos que tres años.

 

25.03.13

Satanás ataca a los consagrados

El Primer Jueves Santo de la historia, nuestro Señor Jesucristo instituyó el sacramento del Orden Sacerdotal. Desde el inicio de su vida pública hizo saber a sus apóstoles que los estaba llamando al ministerio de ser pescadores de hombres (Mt 4, 1). Conscientes los apóstoles de ser servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios (1 Cor 4, 1), después de oración y ayuno confirieron a otros elegidos el sacerdocio que el Maestro les había conferido constituyéndolos en sus sucesores, ministros de los sagrados misterios, hasta nuestros días.

Jesús les dio el poder de expulsar a los demonios, curar a los enfermos, perdonar pecados. Los apóstoles vieron cómo Él obró incontables milagros, y en su nombre lo hicieron de la misma forma, a pesar de todo uno de ellos fue un traidor.

A Pedro, Jesús le advirtió: Simón, Simón, mira que satanás ha pedido permiso para sacudirlos a ustedes como se hace con el trigo; pero yo he rogado por ti, para que tu fe no desfallezca. Y tú, cuando hayas vuelto confirma a tus hermanos (Lc 22, 31-32).

Del sacerdocio ministerial se ha escrito:

Vivir en medio del mundo sin desear sus placeres. Ser un miembro de cada familia, sin pertenecer a ninguna. Compartir todos los sufrimientos. Penetrar todos los secretos. Curar todas las heridas. Ir de los hombres a Dios llevándole sus oraciones. Volver de Dios a los hombres trayéndoles perdón y esperanza. Tener un corazón de fuego por la caridad y un corazón de bronce por la castidad. Enseñar y perdonar, consolar y bendecir siempre ¡qué vida, Dios mío! Esa es tu vida sacerdote de Cristo.

María Santísima, no puede permitir que sus hijos los hombres, por quienes su Hijo Jesucristo sufrió tantos tormentos se condenen para siempre perdiendo la posibilidad de su salvación, y en sus diversas apariciones, en medio de curaciones y milagros de conversiones inexplicables nos pone en guardia contra el astuto demonio. Satanás es uno de los protagonistas más decisivos de sus manifestaciones. En todos los santuarios es el mismo el fondo de las recomendaciones aunque en algunos desarrolle algo más la misma idea.

En la carta que escribió la vidente Lucía de Fátima al Procurador de la Causa de Beatificación de sus dos primos, hoy beatos Jacinta y Francisco, hay algo que aterroriza en las manifestaciones: la inquina, el odio de Satanás contra los sacerdotes y contra los religiosos por la benéfica influencia que ellos pueden ejercer en la conversión de las almas.

Veamos estas 3 dramáticas advertencias:

1ª: Algunos sacerdotes olvidadizos de su vocación, arrastran muchas almas a la condenación.

2ª: El demonio ataca seriamente a las almas consagradas a Dios. Sabe que con perderlos, se perderían también muchas otras almas.

3ª: Muchas de las personas que creen seguir los caminos de la perfección, no hacen caso alguno de las relevaciones de María Santísima en Fátima a los tres pastorcitos y practican una vida según sus caprichos.

Los soldados de un ejército saben que si hieren o matan a uno de los jefes principales, hacen mucho mayor daño que si eliminaran a millares rasos, puesto que al perder al director de un grupo, se puede fácilmente desbaratar todo él.

De ahí su interés particular de atacar principalmente a los sacerdotes y religiosos que deben animar y conducir a los demás por las vías de la santidad. Lo que no puede tomarse como chiste y ni poner en duda, es la insistencia de nuestra Madre del Cielo por nuestra salvación, que siempre está en peligro mientras vivamos en este mundo.

Jesús avisó estremecedoramente que en tiempo de Noé, mientras fabricaba el Arca, la gente comía y bebía y practicaba el amor, sin acordarse de su alma. Vino el diluvio y arrastró a la aniquilación. Cristo confiesa que también en su tiempo existía la misma despreocupación por el alma por lo que les sucedería otro tanto a sus contemporáneos.

Y hoy, ¿podemos afirmar que no nos hallamos en las mismas condiciones de ceguera espiritual, y que la mayoría de las personas sólo viven para comer, beber y amontonar riquezas y desahogar sus exigencias sexuales?

Los sacerdotes han sido constituidos por Dios para ser alter Christus, otro Cristo, pero no están exentos de las flaquezas humanas, por lo que necesitan de la gracia y del auxilio del Espíritu Santo para ser fieles al Señor. Nuestra plegaria se ha de profundizar en perfección de orante, ya que el enemigo de las almas quiere arrebatar los mejores frutos de nuestros campos por falta de vigilantes en nuestras estancias.

21.03.13

Los Franciscos en la Hora de Dios

San Francisco de Asís, se ha convertido en la referencia del ministerio petrino del nuevo Papa.

En su Comentario y Explanación de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola, el P. Ignacio Casanovas S.J., dice:

En su vida mortal vemos que Jesús llama a las almas aprovechando las mismas circunstancias de la vida. A la samaritana cuando va a la fuente y Él le espera para beber. A Zaqueo cuando sube al árbol para verle pasar. A Mateo mientras está en su negocio a la puerta de la ciudad y entra en ella Jesús. A otros apóstoles mientras pescan. Al buen ladrón en el mismo suplicio de la cruz a donde le han llevado a la fuerza… San Pablo es llamado en medio del camino, cuando va en persecución de los cristianos… Parece como si Jesús a cada alma la tuviera preparada su buena hora, a veces cuando ella menos lo piensa”, la hora de Dios.

Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré a su casa y cenaré con él y él conmigo (Ap  3, 20), Señor, ¿qué quieres que haga? (Hechos 9, 6).

1) En un ambiente de herejías, de cisma y de protesta por la actuación del Romano Pontífice, cuando no de temibles rebeldías, surgió la figura de San Francisco de Asís, el gran enamorado de la autoridad del Papa, por ser el Vicario de Cristo. Sea quien fuere el que ocupe el trono pontificio Francisco supo cerrar sus ojos ante el hombre y admirará y venerará al Sucesor de Pedro el Apóstol.

Para el Pobrecillo, la obediencia al Papa debe ser incondicional, y ofrece y exige a sus frailes reverencia, y aún más, afecto caluroso y consecuentemente una manifestación de esta devoción al Papa no sólo de palabras sino también en gestos, en defensa de su persona ante las posibles críticas de otras personas. Para San Francisco el Papa es no sólo la máxima autoridad en el mundo, sino como defensa de la fe.

Sin embargo, sin perder nada de su obediencia y veneración al Obispo de Roma, San Francisco de Asís trató con los Papas con una libertad extraordinaria, haciéndoles reflexionar sobre sus recomendaciones y hasta obligándoles suavemente a cambiar de consignas.

2) Otro Francisco, el sexto y último hijo de don Juan Jaso y de doña María de Azpilcueta nacía en el castillo de Javier en 1506. A los 18 años se traslada a París para estudiar en la Sorbona. Durante sus años de estudio

el peligro se hizo gravísimo. El profesor y los compañeros de clase sabían sustraerse a las durezas del reglamento, y por la noche escalaban los muros del colegio y se esparcían por las callejuelas y tabernas del París de aquel entonces, para empresas de índole inconfesable (San Francisco Javier, Celestino Testore, S.J.).

Otro peligro se cernía aún sobre él: la herejía luterana, y especialmente la calvinista. Muchos de sus biógrafos señalan que Francisco era un hombre de fuertes ambiciones mundanas en lucha por conseguirlas.

Ignacio de Loyola, llegado a ser compañero de cuarto de Pedro Fabro y de Francisco Javier, hizo la conquista y ganó a Francisco completamente para la causa de Cristo. La frase evangélica ¿De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma? determinó el rumbo de su vida. La arcilla más difícil de modelar fue para mí la de maestro Francisco afirmó Iñigo más tarde.

San Ignacio y sus compañeros se presentaron al Papa para ofrecerse a su servicio en cualquier ministerio y en cualquier parte del mundo, antes de dispersarse fundaron una sociedad permanente, que se llamaría Compañía de Jesús.

Francisco no dudaba que la salvación de las almas era el objetivo de la Iglesia, con esa impronta misionera evangelizó durante 20 años en el Oriente. Un hombre cuyo solo nombre es una consigna para todo esfuerzo misionero.

3. Una de las familias más poderosas del siglo XV fueron los Borja, o Borgia en la italianización del apellido. Alejandro VI (Rodrigo de Borja) elegido simoníacamente Papa, según sus biógrafos tuvo una vida oscura, escandalosamente licenciosa. Juan y Rodrigo fueron sus dos últimos hijos. Aquí emerge la figura del Santo Duque Francisco de Borja, hijo de Rodrigo Borja y nieto de Alejandro VI, por lo que Francisco fue llamado el nieto de escándalo. Sin embargo, la gracia de Dios puede hacerlo todo con el ser humano que se deja guiar, como se dijo de este caso hace que broten lirios del estiércol. El jesuita Francisco de Borja fue un ejemplo de desprecio de las grandezas del mundo, de la humildad más profunda y del espíritu de oración y penitencia, llegó a ser el tercer Prepósito General de la Compañía de Jesús.

El Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II dice que la santidad consiste en entregarse con toda el alma a la gloria de Dios y al servicio del prójimo. Los dones y la vocación de Dios son irrevocables (Rom 11, 29).