Sobre la música en las bodas
Las misas de las bodas son curiosamente una especie de reliquia de lo que antiguamente era la organización de la música en la liturgia. Son casi el único tipo de celebraciones en que se suele utilizar música de algún interés artístico, y por esto mismo constituyen un recuerdo de lo que fue el antiguo mundo de los músicos profesionales al servicio de la Iglesia: organistas, cantores e instrumentistas varios.
Después de haber defendido en artículos anteriores que la lectura de las disposiciones del Vaticano II ha de hacerse en consonancia con la tradición, podría parecer que esta alusión a la semejanza de la bodas actuales con la antigua organización musical del culto tiene un tono laudatorio. Nada de eso. En realidad pienso que lo que habitualmente se hace con la música de las bodas no es más que una caricatura de lo que fue el antiguo mundo de la música eclesiástica cualificada.
La cuestión se puede ver desde dos perspectivas: la de los músicos y la de los participantes en la celebración.

San Gregorio, cuya memoria litúrgica se celebra el 3 de septiembre, fue sin duda un pontífice Magno. Lo muestra bien su gran labor en la evangelización de los anglosajones o en la administración material de la ciudad de Roma, por poner sólo dos ejemplos.
Con este artículo echa a andar el blog Con arpa de diez cuerdas, dedicado a la música y su relación con la fe y la liturgia católicas. En sucesivos artículos irán apareciendo cuestiones como las enseñanzas al respecto del Magisterio de la Iglesia, el canto gregoriano, la polifonía, las formas musicales litúrgicas, los compositores de música sacra, diversas audiciones ilustradas de ejemplos del repertorio, reflexiones sobre el estilo de la música sacra, y muchas otras más.



