El P. Javier Olivera Ravasi, SE no necesita presentación, pues es uno de los comunicadores católicos más influyentes del mundo hispano con su web https://quenotelacuenten.org y su canal https://www.youtube.com/c/qntlc, que les invitamos a seguir a los que aún no le conozcan, cosa difícil y más en este portal de InfoCatólica donde tenemos el honor de contar con él en su magnífico blog del mismo nombre: https://www.infocatolica.com/blog/notelacuenten.php
Es un gran entusiasta de las peregrinaciones Nuestra Señora de la Cristiandad y ha participado en varias de ellas para venerar a la Virgen de Luján, Argentina. Aprovechamos la ocasión para entrevistarle y comentar con él el hecho de que este año España se ha sumado a las peregrinaciones tradicionales.
¿Cómo valora la primera peregrinación tradicional a Covadonga que ha
habido en España y qué ecos le han llegado?
Cuando hace más o menos un año me enteré de que una serie de jóvenes aguerridos y entusiastas españoles comenzaron a pensar en la posibilidad de emular esta excelente iniciativa francesa, pensé para mis adentros, recordando al viejo Ásterix: “los romanos están majaretas…” ("pero los españoles también” – me dije).
Es que hace ya algunos años que vengo haciendo los fatigosos cien kilómetros en esta, mi patria natal, la Argentina, donde comenzaron 10 amigos y hoy suman ya más de 1000 peregrinos que, contra viento y marea, siguen siendo verdaderos custodios de la tradición.
Sabía que España no podía quedarse atrás; es nuestra madre y ha hecho cosas mil veces más grandes que estas. Porque España sigue viva; sigue viva en estas almas que mantienen en alto el pendón del imperio donde no se ponía el sol.
Usted es un gran entusiasta de todas las peregrinaciones de Nuestra Señora de
la Cristiandad. ¿Qué le ha aportado participar varios años en la peregrinación a la Virgen de Luján?
Sin lugar a dudas que, año tras año, uno ha venido viendo cómo esta experiencia completamente laical (en el excelente y legítimo sentido de la palabra) ha logrado lo que algunos creían imposible: que durante un fin de semana completo y un día más (la peregrinación dura tres días, casi) se dejen comodidades del mundo burgués, se desconecte uno de las pantallas y vaya cantando y marchando, cara al Sol, hasta los pies de Nuestra Señora, viviendo algo de aquella triple renuncia que hicimos en nuestro santo Bautismo: contra satanás, el mundo y la carne. Y todo, en un espíritu de excelente camaradería, alegría y compañerismo.
Hay quienes han descubierto allí su propia vocación católica, quienes han tenido su camino de Damasco, quienes han visto claro su llamado al sacerdocio o a la vida consagrada y, por último, quienes han encontrado la “víctima” ideal para pasar el resto de sus años en matrimonio. ¡Je! Porque ¡es un excelente lugar para encontrar, católicamente hablando, “un buen candidato", como decía mi abuela.
¿Era necesario un Chartres a la española en el país que llevó la fe a
América?
Sí; absolutamente. Es más: no entendía, años atrás, cómo aún no se había formado allí, en la tierra del Cid, de Cervantes, de los enormes misioneros, santos, conquistadores y mártires, algo tan loco y osado como esto. Es que es como decía el gran Pemán: “cuando se trata de consumar la maravilla / de una nueva hazaña,/ los ángeles que están junto a Su Silla,/ miran a Dios y piensan en España…” .
Quizás ustedes, los españoles, no se dan cuenta de esto; quizás deban despertar de ese sueño dogmático en el que tantos años de leyenda negra los ha sumergido: pero España ha sido la nación elegida por Dios, es un pueblo de grandiosos y sufridos labriegos que no tiene parangón en la historia de la Iglesia. Y no lo tiene sólo por haber sido elegida por San Pablo, Santiago y tantos otros apóstoles, sino porque la mismísima Madre de Dios quiso misionar allí para quedarse férreamente en la rudeza de un pilar. Al igual que con México, non fecit talliter omni natione (Ps 147).
Afortunadamente están proliferando este tipo de peregrinaciones por todo el mundo. Hace poco nos llegaban noticias de otra en Suecia. ¿A qué cree que se debe este auge de amor por la liturgia tradicional?
El auge de la liturgia tradicional posee un secuaz, un cómplice invisible y galopante que, gracias a Dios, no ha sido descubierto aún por la progresía canallesca y estéril que prolifera en buena parte de la Iglesia. Y no es otro que el modernismo (como lo llamó San Pío X), un veneno que hace más de un siglo se encuentra sus venas; pero es un veneno visible, un veneno que, a diferencia de las flores de loto, no atonta, sino que causa rechazo en las almas viriles, en las almas de quienes buscan con violencia el reino de los cielos.
La liturgia tradicional, la misa tridentina, es el verdadero opus Dei, obra de Dios que, a la vez, es culmen de una cultura; porque toda cultura engendra un culto y todo culto depende de ella. De allí que, para restaurar la verdadera cosmovisión católica, no quede otra opción que buscar sus fuentes y sus cúspides y, en este sentido, son muchos los que hoy, al conocerla, dejan todo, compran el campo y llaman a sus amigos porque han descubierto un tesoro (cfr. Mt 13,44).
¿Esperaba la grandísima aceptación que está teniendo su buena labor en los
medios de comunicación católicos en la tan necesaria tarea de evangelización de la cultura?
Mire: si Dios pudo hacer que Sansón, con sólo una quijada de burro matase a mil filisteos, ¡imagínese lo que puede hacer con un burro entero!
No, en serio, la verdad -y esto no es frase hecha- que nunca lo pensé; siempre he sido, desde pequeño y por una cuestión familiar, un obstinado defensor de las “causas perdidas". Porque el catolicismo se trata de eso: de una causa perdida, pero de un rey vencedor. Dux vitae mortuus regnat vivus, dice la secuencia de Pascua: “muerto el Jefe de la vida, reina vivo".
Cuando hace ya unos siete años comencé con la publicación de mis “Que no te la cuenten", pensé que esos libritos que trataban sólo de ciertas leyendas negras, podrían hacer algún bien. Pero luego, cuando de los libros pasamos al blog (aún casi contra mi voluntad y a insistencia de un gran amigo sacerdote), de algún modo entreví no lo que sucedería, sino cómo yo lo tomaría a partir de esa fiebre de actividad que tenemos los coléricos (soy de los que no dejan para mañana lo que deben hacer hoy, sino de los que hacen hoy lo que deberían hacer mañana…). Pero Dios bendijo al parecer. Porque todo es su culpa.
¿Qué es lo que trata de aportar su canal y web Que no te la cuenten al
mundo de la apologética histórica y la Contra-Revolución Cultural?
Uf… ¡qué pregunta! Muchas veces me la he hecho a mí mismo.
En primer lugar, humildemente, intenta “posicionar” una expresión que me encanta: “apologética histórica". Porque soy un convencido de que no es necesario que se nos ataque en la Fe para perderla poco a poco; podemos perderla, además, si se nos van minando aquellos preambula Fidei, los preámbulos de la Fe, como son la filosofía del sentido común, la historia, etc.
Por eso, con todas nuestras limitaciones, lo que intentamos aportar es un modo de pensar y en consecuencia vivir, católicamente, poniendo la inteligencia al servicio de la Verdad, cualquiera que sea ésta, comunicándola con parresía, caridad y prudencia.
¿Por qué es importante que los católicos demos la batalla cultural, bien fundamentados y sin ningún tipo de miedo?
Porque es ese el gran campo de batalla en el que nos encontramos hoy en día. Es allí a donde nos ha llevado el enemigo a pelear y, por ende, no podemos desertar.
Uno de los primeros que lo ha podido ver, a mi juicio, fue ese potente analista de la sociedad, Antonio Gramsci: desde su cárcel y con apenas algunos libros y cuadernos, sabía que el marxismo no lograría penetrar en la sociedad a fuerza de bayonetas revolucionarias, checas republicanas y gulags soviéticos. Era necesario tomar la cultura; apoderarse de lo que él llamaba el “sentido común” a través del aparato de la cultura. Es por ello que, sin prisa pero sin pausa, el liber-progresismo se volcó hacia allí y, por ende, es donde debemos -también- estar para dar el buen combate paulino; no haciendo una revolución contraria, sino lo contrario a la revolución. A eso llamo una verdadera contra-revolución cultural.
En cuanto al miedo: no sé de qué me habla. Miedo se le tiene sólo a Dios me enseñó mi padre.
También en la Orden de San Elías practican ustedes la apologética preventiva,
muy necesaria en aquellos países donde aún no ha actuado la ingeniería
social anticristiana…
Bueno; es un modo de llamarle; sí. Pero más que una apologética, es, simplemente, una plantatio Ecclesiae, un plantar la Iglesia allí donde algún obispo permita que ciertos misioneros, laicos y sacerdotes, vayan a misionar con pocos medios humanos, a lugares donde nadie quiera ir, haciendo lo que un misionero debe hacer: predicar primero el Reino de Dios, que el resto vendrá por añadidura (cfr. Mt 6,33).
La OSE busca, entonces, en dos frentes distintos, la misión “ad gentes” y la contra revolución cultural, para que Dios sea máximamente glorificado, predicándolo con auténtica parresía, que no es locura, sino franqueza en el hablar.
¿Cómo compagina su ingente labor periodística con su vida misionera y
sacerdotal?
Como puedo. Soy, primero que nada, sacerdote. Y, por ende, esto es lo principal en mi vida: mi ministerio, la Santa Misa, lo más importante que puedo hacer en el día; luego, mi oración, mi breviario y, después, las clases, la atención pastoral, las entrevistas, los cursos, las lecturas, etc., etc. Y así se me pasan los días… y la vida; pero debería hacer mucho más.
Todo surge de la Santa Misa: es de allí de donde saco fuerzas a diario para poder navegar entre las tempestades del mundo y los consuelos de Dios. Y es allí a donde ruego al Señor que mande más trabajadores para la mies, de modo tal que la cadena no se rompa y podamos seguir cumpliendo el mandato paulino: resistite fortes in fide, “resistid firmes en la Fe” (Ef 6,13).
Recomiendo que sigan al P. Javier Olivera Ravasi, SE en sus plataformas evangelizadoras:
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Por Javier Navascués