8.09.22

El P. Juan Miguel Corral analiza la figura y doctrina de San Juan de Ávila, sobre el que hizo la tesis doctoral

El P. Juan Miguel Corral Cano actualmente está incardinado en la diócesis de Alcalá de Henares. Se ordenó en 2007 y ha desarrollado su ministerio en las diócesis de Madrid, Alcalá de Henares y Phoenix (Arizona, USA). También ha estado como misionero en Venezuela unos meses. En 2019 se doctoró en Teología/Historia de la Iglesia por la Universidad San Dámaso. En el momento presente, trabaja como vicario parroquial en la parroquia Santa Mónica (Rivas-Vaciamadrid), y ejerce como profesor invitado colaborador en la Universidad San Dámaso. Además, está preparando un curso “Vivir la fe en la cultura actual", para el instituto teológico diocesano “Santo Tomás de Villanueva” de Alcalá de Henares.

El P. Juan Miguel Corral Cano hizo una tesis doctoral sobre de los escritos sacerdotales de San Juan de Ávila, centrándose sobre todo en el Tratado del sacerdocio, precisamente por ser esta área la que más brilla en la enseñanza del maestro y modelo de sacerdotes.

¿Por qué decidió hacer una tesis doctoral sobre la figura de San Juan de Ávila? ¿Cuál fue concretamente el objeto de su estudio?

La idea surgió al constatar la necesidad de retomar el estudio científico de las fuentes de San Juan de Ávila. En las últimas décadas, se había escrito bastante sobre su doctrina, unas veces con mayor fidelidad a lo que él dice y otras tomando simplemente como excusa algún escrito suyo para exponer las ideas propias del que escribía. Pero, en cualquier caso, se partía de los textos ya publicados, tanto en lo que se refiere a los escritos del Maestro Ávila como a su biografía. No se hacía apenas investigación, que estaba estancada tal y como la dejaron a mediados del siglo pasado los grandes avilistas de la generación de Abad, Sala Balust y otros. Un trabajo que quedó sin acabar, como se evidencia en la edición de 2000-2003 de las obras completas de San Juan de Ávila en cuatro tomos, la que comúnmente se usa y lleva el subtítulo «edición crítica», pero que aún presenta numerosas lagunas y algunos errores.

Recientemente, sobre todo a raíz de la proclamación de San Juan de Ávila como Doctor de la Iglesia en 2012, ha habido unas cuantas personas que hemos decidido retomar ese trabajo de investigación. Podríamos mencionar algunos nombres como los de Nicolás Álvarez de las Asturias, José Ramón Godino Alarcón o María Jesús Fernández Cordero, que han publicado recientemente importantes trabajos de investigación sobre el Apóstol de Andalucía. En mi caso, decidí ocuparme de los escritos sacerdotales y, sobre todo, del Tratado del sacerdocio, precisamente por ser esta área la que más brilla en la figura de San Juan de Ávila.

San Juan de Ávila es patrono del clero secular español, además de Doctor de la Iglesia ¿Por qué se le considera en la Iglesia maestro y modelo de sacerdotes?

Podemos mencionar varias facetas en las que se manifiesta que San Juan de Ávila es maestro y modelo de sacerdotes. En primer lugar, su doctrina. Cuando se declara a un santo Doctor de la Iglesia, se está reconociendo que en su doctrina hay algo especialmente destacado (eminens doctrina), algo único que aporta al tesoro teológico de la Iglesia y nos ayuda a entender mejor ciertos aspectos de la Revelación. Su enseñanza sobre el sacerdocio tiene muchos elementos originales, que han sido claves en el desarrollo del ministerio sacerdotal en la época moderna. No podemos entrar en detalle, pero baste como muestra un botón: el Santo Cura de Ars tenía las obras de San Juan de Ávila y las leía. Un estudio comparativo de la teología del ministerio sacerdotal nos da razones para pensar que esas virtudes sacerdotales, que brillan como ejemplo en el humilde cura francés, las aprendió en gran medida del Maestro Ávila.

Por supuesto, también en el mismo San Juan de Ávila podemos destacar su propio ejemplo, añadiendo con ello otra faceta en la que se le puede llamar maestro y modelo de sacerdotes. Verdaderamente creó escuela con su entrega, rectitud y buen hacer sacerdotal. Es curiosa la anécdota de que, siglos después de su muerte, en Montilla aún existía el proverbio de decir a alguien «este se cree el Maestro Ávila», cuando se las daba de ser moralmente intachable. Y sin embargo, a pesar de su nivel moral e intelectual y su austeridad, tenía por otro lado un carácter muy afable, que lo hacen particularmente atractivo y accesible. Y por último, también podemos decir que es maestro y modelo de sacerdotes por los frutos de su oración y sacrificios en favor de los sacerdotes, cuyo fruto verdadero sólo Dios sabe.

Sin embargo, no se puede decir de él que destacase como fundador de instituciones para la formación sacerdotal. Tal vez a causa de ese carácter comedido y gentil que le hace tan entrañable, le faltó esa energía, esa determinación con la que se caracterizaron otros grandes reformadores contemporáneos, como pueden ser Cisneros o San Ignacio de Loyola. Él mismo en cierta ocasión se comparaba con este último, en el asunto de fundar una institución para la santidad sacerdotal: decía que él se veía como un niño que llevaba mucho tiempo intentando hacer subir una piedra cuesta arriba rodando, pero no podía. Luego, decía, llegó el P. Ignacio como un hombre fuerte y la subió fácilmente. Eran carismas distintos: San Juan de Ávila estaba llamado a iluminar con su enseñanza, ejemplo y oración, dejando para otros los dones de gobierno.

¿En qué medida sus sufrimientos personales, santamente aceptados, fueron la fuente de donde brotó lo mejor de su doctrina?

A San Juan de Ávila le tocó vivir la persecución más dolorosa y difícil de todas, la que suele llamarse «persecución de los buenos». Fue injustamente privado de partir a las misiones en América, después tuvo que pasar tres años en las cárceles de la Inquisición de manera también injusta, se colocó injustamente en el índice de libros prohibidos un escrito suyo que además él no había autorizado a publicar, y un largo etcétera de injusticias que tuvo que padecer de parte de buenos cristianos y miembros de la jerarquía. Sin embargo, no hay constancia de ninguna queja amarga, incluso sabemos que les pedía a sus amigos desde la cárcel que no albergaran malos deseos contra los que le habían calumniado.

Más aún, será capaz de reconocer, con el paso del tiempo, que fue por medio de esos sufrimientos que nuestro Señor le concedió el poder penetrar más profundamente en el sentido de la Palabra de Dios. «La escritura sagrada la da nuestro Señor a trueque de persecución», le dirá a un discípulo, «y sin esto no aprovecha nada leer». Son palabras que deben hacernos reflexionar.

¿Qué importancia tuvo su tratado del sacerdocio y hasta qué punto debe ser esta obra una referencia para todo sacerdote?

El Tratado del sacerdocio no está entre las obras más conocidas de San Juan de Ávila. De hecho, no se sabía de él hasta mediados del siglo XX, en el que se encontró una copia manuscrita entre otros papeles varios de la Compañía de Jesús. La doctrina que contiene coincide en parte con las pláticas a sacerdotes que ya eran conocidas, pero va más allá. A pesar de su brevedad, es muy rico en enseñanzas. Así que es un escrito de gran valor, y creo que fue providencial que se encontrase en un momento en el que iba a hacer falta, para iluminar la realidad del sacerdocio ante la crisis que se avecinaba.

Pienso que es una obra que todo sacerdote de nuestros días debe conocer, haber leído y releído. Me parece, sobre todo, especialmente importante que nos acerquemos a ella con verdadero deseo de aprender, evitando los prejuicios. En ocasiones descartamos con demasiada facilidad las enseñanzas de los Padres y Doctores, mirándolos con un cierto aire de superioridad y asumiendo que nosotros, por vivir más tarde en el tiempo, sabemos más que ellos. Desde esa actitud, se descarta todo aquello que resulta incómodo, difícil o contracultural, con el hueco argumento de que «era otra época». Por el contrario, me parece mucho más sabio acoger con sencillez el ideal de virtudes sacerdotales que nos presenta el Maestro Ávila. Y cuando veamos que estamos muy lejos de ese ideal en aspectos como la pureza, el amor a la Eucaristía, la caridad pastoral o el espíritu de oración, reconocerlo humildemente y pedir la gracia para mejorar.

¿Cuál era la originalidad de su doctrina?

El estudio de las fuentes de San Juan de Ávila nos ha ayudado mucho a discernir cuáles son verdaderamente sus aportaciones originales. Por ejemplo, se le solía atribuir con frecuencia la comparación entre la Virgen María cuando concibe al Hijo de Dios y el sacerdote cuando consagra, pero en realidad toma esa idea de los tratados medievales sobre el sacerdocio. En cambio, sí debemos destacar como una aportación suya muy importante la insistencia en la obligación del sacerdote de orar por la santidad del pueblo que se la ha encomendado.

Esta faceta del ministerio, la de interceder por el rebaño, estaba bastante olvidada en tiempos de San Juan de Ávila. Él la recupera tomándola directamente de los Padres y enriqueciéndola con sus propias luces. Será una de las doctrinas del Maestro que más influencia tendrá en autores posteriores, como Antonio de Molina o la escuela sacerdotal francesa de Bérulle, y por medio de ellos en toda la espiritualidad sacerdotal moderna: San Vicente de Paul, San Juan Eudes, San Francisco de Sales, San Alfonso de Ligorio, San Antonio María Claret… Quizá uno de los frutos más visibles sea, de nuevo, el Santo Cura de Ars, que se destacó especialmente por su celo en orar y hacer penitencia por la conversión de su parroquia.

¿Cómo presenta su doctrina dentro de la ortodoxia?

Una de las grandes preocupaciones de San Juan de Ávila fue la reforma de la Iglesia, empezando por la jerarquía y terminando por los fieles. Esto lo observamos de manera muy clara en los memoriales que escribió para Trento y para distintos concilios regionales, en los que empieza hablando de cómo el Papa tiene que ser el primero en reformar su vida para dar ejemplo, y luego continúa con los obispos, sacerdotes y laicos. Pero también aparece en algunas anécdotas de su vida, como aquella ocasión en la que, joven sacerdote, se entrevistó con el obispo de Córdoba para que le incardinara en su diócesis, y no tuvo reparo en indicarle con respeto que cierto cuadro que tenía en su aposento era poco edificante.

Las propuestas que hace San Juan de Ávila están siempre fundadas en la Escritura y la Tradición, a las que añade con humildad sus propias sugerencias para poner en práctica los principios inmutables. Lo que más destaca en ellas es su amor a Cristo, a su Iglesia y a los pastores que la rigen, sean estos dignos o no. Esto le lleva a exponer las miserias, cuando es necesario, de manera seria y clara, pero sin caer en una crítica mordaz y destructiva. Se dirige a los pastores directamente para proponerles soluciones, con gravedad y discreción, sin jamás sembrar entre los fieles el descontento y la desafección hacia la jerarquía. Esa es la nota característica que distingue a los grandes santos reformadores de aquella época, de los herejes y cismáticos que tanto daño estaban haciendo en otros lugares. En este sentido, San Juan de Ávila no sólo es un maestro hoy para nosotros por su doctrina, sino también por su ejemplo, que tanto puede ayudarnos en estos tiempos difíciles que vivimos.

Por Javier Navascués

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5.09.22

El profesor Fernando Romero analiza en profundidad los fundamentos y las características del bien común

Fernando Romero Moreno es abogado por la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y Profesor Superior Universitario por la Universidad Católica Argentina (UCA). Está dedicado desde hace 30 años a la Educación, tanto en cargos docentes como directivos. Actualmente trabaja en el Colegio Los Caminos (APDES-Pilar). Es autor del libro “La Nueva Derecha-Reflexiones sobre la Revolución Conservadora en la Argentina” (Grupo Unión, Buenos Aires, 2021).Está casado y tiene 4 hijos.

¿Qué es el bien común y en qué se fundamenta este principio?

La persona humana, para alcanzar su perfección y el despliegue pleno de sus potencialidades naturales, necesita tanto de bienes individuales o no participables como de bienes comunes o proporcionalmente participables y comunicables. Hay bienes comunes parciales, propios de la familia y los cuerpos intermedios, como hay también un bien común “completo, concreto y posible” (Sergio R. Castaño), que es causa final de la comunidad política. Todos ellos constituyen el Bien Común inmanente o temporal, que a su vez se ordena al Bien Común trascendente o eterno que es Dios. El Bien Común político es esencialmente distinto de los bienes comunes parciales y de los individuales. De allí que no se lo pueda confundir con una suma de bienes particulares ni tampoco con un mero “conjunto de condiciones”, que de suyo sólo tienen razón de medio y no de fin. El fundamento del Bien Común radica en la natural sociabilidad y politicidad de la persona humana.

¿Cuáles son sus aspectos principales?

Siguiendo al Doctor Angélico, son: 1) la unidad de la paz; 2) que el pueblo sea dirigido al buen obrar; y 3) los bienes materiales suficientes. Todo esto implica que en la comunidad política haya orden, justicia (tanto en sus partes integrales como potenciales), concordia, amistad social, fomento de las virtudes (naturales y sobrenaturales, intelectuales y morales), leyes respetuosas del orden natural y cristiano, arquetipos (héroes y santos), clase dirigente virtuosa, sanas costumbres, moral pública, ciencias, humanidades, artes, bienes y servicios materiales acordes con las necesidades fundamentales de la persona humana, justa distribución de los mismos e independencia económica de la sociedad para alcanzar el bien común sin injustas tutelas foráneas. El bien común acumulado en el tiempo es, al buen decir de Ullate Fabo, la Tradición. Si el fin propio de la comunidad política es el bien común temporal subordinado al bien común eterno, lo propio del buen gobernante y de los integrantes de la comunidad en cuanto tales será pues recibir, purificar, enriquecer y transmitir a las nuevas generaciones el patrimonio espiritual y material heredado, es decir, la Tradición.

¿Por qué, para que subsista una sociedad, es necesario que los individuos velen por el bien común?

Porque el bien común se alcanza mediante las acciones y operaciones propias de todos sus integrantes. El poder político tiene fines propios y es el garante último del bien común, pero para alcanzarlo es necesario que todas las personas velen por su consecución. Un ejemplo puede ayudar a entenderlo mejor. Uno de los aspectos principales del bien común es la paz. Para ello el poder político se ocupa tanto de la defensa exterior como de la seguridad interior de la comunidad. Pero la paz no es la mera ausencia de conflictos sino la tranquilidad en el orden, lo que supone la existencia de la concordia política, de la justicia y de la amistad social. Y para alcanzar esos bienes, todos deben aportar lo suyo. Es en la acción mancomunada de esa “sociedad de sociedades” que es la comunidad política donde encontramos el origen de la paz. Lo mismo sucede con otros aspectos del bien común político.

¿Cómo ha estado presente en la filosofía clásica este concepto?

Todo el pensamiento clásico, desde Sócrates, Platón y Aristóteles, pasando por Cicerón hasta llegar a la Patrística ha señalado la primacía del bien común y sus elementos fundamentales. Y estas enseñanzas no se encuentran sólo en la filosofía sino también en la literatura. Basta con recordar a Homero, Sófocles o Virgilio. Claro que en el caso de los pensadores greco-romanos hay errores que debieron ser corregidos por el Cristianismo desde una razón iluminada por la Fe. De allí la importancia de ciertos Padres de la Iglesia, por ejemplo un San Agustín, quien abordó este principio desde su profunda concepción sobre la Ciudad de Dios, importantísima para la Cristiandad medieval y para la restauración de la Cristiandad que los católicos buscamos.

Igualmente en la tradición tomista y escolástica ha sido muy importante.

Exacto. Fue Santo Tomás de Aquino quien definió y mejor explicó la naturaleza del Bien Común en tanto principio político y como el mayor de los bienes humanos en el orden temporal. Hay que “ir a Tomás” y a sus más fieles discípulos para estudiar esta noción y todo el contexto de ideas que con ella se relacionan: la sociedad en cuanto todo de orden, ubicada categorialmente en el accidente relación; la persona humana entendida como social y política por naturaleza; el bien común como término análogo y causa final de la sociedad; la comunidad política como necesaria en orden al Bien común inmanente y la Iglesia en orden al Bien Común trascendente; la vida virtuosa como uno de sus elementos esenciales; etc.

Y es en la tradición de pensamiento más fiel a Santo Tomás, exenta de errores individualistas o personalistas, donde encontramos la noción más precisa de Bien común, su primacía en relación al bien particular y la religión como su núcleo teologal imprescindible. Me refiero, claro está, a pensadores como Leopoldo Eulogio Palacios, Charles de Koninck, Julio Meinvielle, Osvaldo Lira, Francisco Elías de Tejada, Juan Vallet de Goytisolo, Rafael Gambra, Carlos Cardona, Guido Soaje Ramos, Félix A. Lamas, Héctor H. Hernández, Camilo Tale, Sergio R. Castaño, entre otros.

¿Cómo en la modernidad se ha distorsionado la idea clásica del bien común y cuáles son los principales errores al respecto?

En la Modernidad hay una gran cantidad de errores acerca del Bien Común. Pero haciendo una síntesis didáctica podemos decir que los principales han sido aquellos que confundieron este concepto con falsos fines de la comunidad política como la razón de estado (Maquiavelo), la suma de bienes individuales (Locke), la Voluntad General (Rousseau), la igualdad de una utópica sociedad sin clases (Marx) o los intereses de una supuesta raza superior (Hitler). De allí se desprenden las tres ideologías políticas típicas de la Modernidad: el nacionalismo, el liberalismo y el socialismo. Hoy asistimos a un “revival” de la falsa disyuntiva individualismo vs colectivismo implícita en la contraposición de esas ideologías. Por un lado el auge creciente del llamado “libertarianismo”, que reduce los fines de la sociedad a la salvaguarda de “la vida, la propiedad y la libertad”, sin más límites que los derechos de terceros y el orden público; y por el otro al “progresismo” globalista, expresado en la totalitaria Agenda 2030 de la ONU y el Gran Reinicio propuesto por el Foro Económico Mundial. Hay otras corrientes más o menos influyentes en la actualidad que también son tributarias de esos errores: el neoconservadorismo en los EE.UU, el nacional-bolchevismo en Rusia y el Socialismo del Siglo XXI en Iberoamérica. También hay distorsiones en ciertas corrientes que dicen inspirarse en la Doctrina Social de la Iglesia pero que en realidad la contradicen. Es lo que sucede por ejemplo con la llamada Teología del Pueblo.

El individualismo, el colectivismo y el personalismo se oponen al bien común. ¿Por qué?

El individualismo niega el bien común como principio político fundamental, al hacer de las libertades individuales el bien más alto de la vida social. O al confundir bien común con orden público y bienes públicos. El colectivismo implica hipostasiar la sociedad, como si fuera un todo substancial y no un todo de orden. En consecuencia, defiende un falso bien común político y niega los bienes comunes parciales de la familia y los cuerpos intermedios, así como también los bienes individuales de la persona humana. El personalismo se presenta como una superación de este conflicto ideológico, pero lo que hace es introducir aún más confusión. El personalismo y el llamado “liberalismo católico” desnaturalizan la noción tomista de Bien Común mediante la falsa distinción individuo-persona, su definición como un mero “conjunto de condiciones”, la distorsión de conceptos como los de justicia y paz, la negación de que la vida virtuosa sea un fin necesario de la ley positiva, el abandono de la Cristiandad como ideal o “tesis” en lo que hace a las relaciones Iglesia- Estado, su reemplazo por una laicidad aconfesional de corte naturalista o semi-naturalista y una concepción heterodoxa sobre los derechos naturales de la persona humana, entre otras cuestiones. Estos errores, como es sabido, se encuentran presentes, con mayor o menor gravedad, en pensadores como Jacques Maritain y los “neomaritaineanos”. Por citar a los más relevantes y sin desconocer ni negar los méritos que puedan tener en otras cuestiones, podemos nombrar algunos actuales como Andrés Ollero Tassara, Martín Rhonheimer, Gabriel Zanotti, Alejandro Chafuén, Mariano Fazio, Juan Manuel Burgos y Francisco José Contreras (en el mundo hispano-latino) así como a Michael Novak, George Weigel, John Finnis y Thomas Woods (en el mundo anglosajón).

Aunque en teoría un político, un servidor público, debe velar por el bien común, en la práctica esto es papel mojado. ¿Por qué hoy en día buscan antes sus intereses, el poder…que el bien de la sociedad?

Pienso que no todo es papel mojado. Aunque cada vez sea más difícil participar en política sin violar el orden moral, hay no obstante honrosas excepciones. Pero es verdad que en la mayoría de los casos sucede lo que usted señala, aunque las intenciones sólo Dios pueda conocerlas y juzgarlas. Las causas son, por cierto, de todo orden. Por de pronto, están las pasiones desordenadas, los condicionamientos ideológicos y las presiones externas (hoy sobre todo las que tienen su origen en la corrección política, los medios de comunicación, las redes sociales o la corrupción). Existe además toda una matriz cultural y un sistema político-económico que ha ido formando lo que Juan Pablo II llamaba una “estructura de pecado” y que hace aún más difícil actuar de acuerdo al bien común en la vida pública. Basta pensar en la influencia que tienen sobre cualquiera que trabaje en política el laicismo, la dictadura del relativismo, la cultura de la muerte, la ideología de género, la izquierda cultural, el globalismo, etc., y todo eso en el marco de una concepción totalitaria de la democracia, prebendaria de la economía (el “crony capitalism”) y progresista de la cultura. Por lo demás, la gran mayoría de los dirigentes sociales han ido aceptando en mayor o menor medida el error de pensar que, al actuar en la vida pública, el fin sí justifica los medios y que quien no acepta esa premisa, no llegará muy lejos ni podrá influir seriamente en la toma de decisiones.

Hay que reconocer que, frente a esta inmoralidad opresiva, algunas personas de bien, incluidos aquí no pocos católicos, optan por un abstencionismo político que deja el camino libre al enemigo. De allí la importancia de que los católicos participen en política, no hagan “dejación de derechos” y recuerden que es precisamente misión de los laicos la “instauración cristiana del orden temporal”. Para no caer ni en el relativismo ni en el puritanismo político, es importante que conozcan bien los principios básicos de la teología moral católica (elementos del acto bueno, actos intrínsecamente malos, acciones de doble efecto, distinción entre cooperación formal y material con el mal, etc.). Por último y para quienes queremos una restauración de la Civilización Cristiana, no es un dato menor la influencia negativa que ejercen la Masonería, las corrientes anticatólicas del Judaísmo y lo que el Padre Julio Meinvielle llamaba la “Iglesia de la Publicidad”, hoy más fuerte que nunca. Pecaría como mínima de ingenuo el católico que quisiera actuar en política, pensando que esas realidades sólo existen en la mentalidad “conspiranoica” de ciertos “tradicionalistas trasnochados”.

¿Cómo las sociedades capitalistas y liberales no velan tanto por el bien común sino que dejan que el mercado marque sus reglas sin una moral que los rija?

El capitalismo liberal (que no es necesariamente cualquier clase de capitalismo, al menos como lo ha definido siempre la Doctrina Social de la Iglesia) es lógico que no vele por el bien común, porque el liberalismo ideológico es la negación misma del bien común. Basta pensar en la definición que de liberalismo ha hecho popular el economista argentino Javier Milei. “El liberalismo es el respeto irrestricto del proyecto de vida del prójimo, basado en el principio de no agresión y en defensa del derecho a la vida, la libertad y la propiedad privada”. En esa definición no hay referencia alguna al bien común ni a una moral objetiva ni a la justicia social. El problema no es aquí, stricto sensu, el mercado sino la ausencia de un orden jurídico, político y moral que lo regule de acuerdo a principios del derecho natural como son los de reciprocidad en los cambios, salario justo, condiciones dignas de labor, subsidiariedad, solidaridad, bien común, etc. Es cierto que esta definición corresponde a la tendencia más individualista del liberalismo y no sería justo extenderla a otras visiones que sí admiten varios de esos principios e indican además que hay bienes que están “más allá de la oferta y la demanda” (W. Röpke). Pienso por ejemplo en los fundadores de la Economía Social de Mercado o en ciertos católicos liberal-conservadores, aunque sin negar ni ocultar los errores que sigan teniendo.

Con todo, ese craso liberalismo individualista al estilo Milei, fuera de ciertos ámbitos académicos, mediáticos y políticos, ya no tiene la influencia que pudo alcanzar en el siglo XIX o, con todos los matices que habría que hacer, en los modelos de Tatcher, Reagan, Pinochet y el Consenso de Washington. Tal vez exista aún en ciertos mercados exageradamente desregulados, como puede suceder con el laboral o el financiero en ciertos países. Pero lo que abunda hoy es más una diversidad de modelos de “crony capitalism” que de capitalismo liberal, si tenemos en cuenta las prebendas e injustos privilegios que reciben no pocas empresas por parte de los gobiernos y los organismos internacionales. O si pensamos en cómo influyen de modo negativo políticas no liberales como son la emisión de moneda fiduciaria, ciertas decisiones arbitrarias de los Bancos Centrales, el sistema bancario de reserva fraccionaria o la misma existencia de entidades como el FMI o el Banco Mundial.

Eso afecta de modo semejante al capitalismo anglosajón, al renano y al nórdico como a las economías de corte socialista y populista de Asia, África y América, éstas últimas “financiadas” multitud de veces por esos mismos organismos internacionales de crédito (Peter Bauer). Por no hablar de la colisión entre la Alta Finanza, las Big Tech y la ONU, es decir, el Imperialismo Internacional del Dinero que denunció hace casi cien años el Papa Pío XI, sólo que agigantado por la Cuarta Revolución Industrial que estamos viviendo. Y lo que hay allí no es un grupo importante de capitalistas que compiten según las reglas de una sana economía de mercado (como la que defendiera Johannes Messner o describiera Juan Pablo II en Centesimus Annus), sino que reciben injustos beneficios de los gobiernos de turno mientras esos mismos gobiernos o los mencionados organismos internacionales favorecen políticas estatistas y contrarias al orden moral objetivo en materia de salud pública, seguridad social, educación, medio ambiente, etc.

Las dictaduras comunistas pareciera que en teoría buscan el bien común, cuando realmente ni por asomo lo hacen.

Las distintas dictaduras comunistas del pasado (en la URSS y Europa Oriental) como del presente (China, Corea del Norte, Cuba, Venezuela, Nicaragua, etc) no buscan el bien común ni en la teoría (como dijimos, el objetivo de la sociedad sin clases es una utopía y nada tiene que ver con la noción clásica de Bien Común) ni en la práctica (pues lo que defienden son los intereses del Partido Único identificado con el Estado, de suyo totalitario). Simplificando mucho podríamos decir que un modelo como el de la China actual es o pretende ser capitalista en la producción, socialista en la distribución y totalitario en lo político. De allí que se lo califique en ocasiones como un “socialismo de mercado”. En Corea del Norte, Cuba o Venezuela ni siquiera existe la relativa libertad económica que hay desde 1980 en China ni, por lo mismo, un análogo crecimiento. En cuanto a la distribución de los bienes sigue siendo injustamente desigual en China, mientras que en el resto de los países comunistas o socialistas lo que se distribuye es, simplemente, miseria.

Además, ninguno de estos modelos busca una sociedad pacífica, virtuosa y anclada en el respeto por la verdad religiosa, la familia y la justicia. Y el patriotismo que inculcan es el del nacionalismo ideológicamente moderno, estatista y maquiavélico, unido a un marxismo heterodoxo que resulta atractivo sólo para la mentalidad utopista del progresismo occidental. En consecuencia, si se quiere pensar en políticas públicas que realmente permitan alcanzar el bien común en el orden económico, no sólo hay que rechazar el liberalismo de corte individualista o utilitarista, sino también el capitalismo prebendario (nacional o internacional), el socialismo de mercado, el populismo estatista y las presiones de la oligarquía financiera internacional. Eso requiere adaptar al siglo XXI, un modelo en el que exista una articulación óptima y posible entre el Estado subsidiario, los cuerpos intermedios y el mercado, saliendo de la falsa disyuntiva entre Estado Gendarme y Estado Providencia. Y evitar la tentación tan cara a la progresía globalista de erigir un Estado Mundial de Bienestar que acabaría con todas nuestras libertades concretas en aras de una igualdad abstracta planificada por ingenieros sociales de mentalidad tecnocrática.

Por Javier Navascués

6 comentarios

  
Juan Mariner
Cuidado, ahora que ya no sirve la apelación al "mal menor" como muletilla para favorecer a los politicastros amigos, los malos jerarcas apelan al "bien común" en el mismo sentido.
05/09/22 1:29 PM
  
Lau
Excelente persona, profesional y padre de familia!
+
05/09/22 5:01 PM
  
Cristián YáñezDurán
Qué buena síntesis. De lo mejor que he leído sobre el Bien Común.
Por los autores citados como maestros, se ve una persona estupendamente bien formada.
06/09/22 3:01 AM
  
Cristián YáñezDurán
Otro punto clave para detectar una formación seria, responde directa y concretamente a cada pregunta e incluso da una noción muy clara del bien común.
Cosa muy rara entre los sedicentes intelectuales.
Un hombre que sabe de lo que habla.
06/09/22 3:41 PM
  
Cos
Una auténtica lección magistral. Increíble capacidad de síntesis y claridad expositiva.
06/09/22 8:37 PM
  
Luis María Piqué Muñoz
El Bien Común no consiste simplemente en el Bienestar generalizado ¡Comodidad y Opulencia que ha causado una Gran Perversión en el satánico Occidente! sino sobretodo en que el Hombre sea Feliz ¡y eso quiere decir la Virtud, ser virtuoso! Como decía Aristóteles el Estado debe buscar la Felicidad de sus ciudadanos ¡o sea que sean virtuosos! ¡Viva la Virtud! ¡Viva la Verdad! ¡Viva Dios!
07/09/22 2:45 PM

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1.09.22

El P. Federico Marfil bautiza a un niño tras rescatarlo de las garras del aborto recientemente

El Padre Federico Marfil Mur fue ordenado el pasado 27 de febrero en la Sagrada Familia de Barcelona. Actualmente es vicario de las parroquias de Sant Feliu de Cabrera de Mar y Sant Joan de Vilassar de Mar.

Recientemente ha tenido la dicha de bautizar a un niño, al que salvó del aborto. Nos habla a raíz de ello de cómo nació en él su inquietud en defensa de la vida y su vocación de rescatador.

¿Cómo le marcó la película Unplanned?

Recuerdo que la fuimos a ver con el seminario de Barcelona cuando aún era seminarista. No fue tanto un marcar sino un volver a recordar lo que antes de entrar en el seminario defendía con pasión en ambientes universitarios y en todos los que se me daba oportunidad: la vida por nacer y la guerra sin cuartel a la mentalidad abortista. Al entrar en el seminario ya no tenía esos ambientes para practicar apologética. Empezaba entonces en Barcelona mi último curso, de pastoral en una parroquia una vez concluidos los estudios en el seminario y antes de la ordenación. Vi que era un buen momento para volver a la carga no sólo con palabras sino con obras.

¿Por qué decidió ir a un abortorio a conocer de cerca la realidad?

Como le comentaba urgía actuar, me informé por internet de los abortorios que habían en Barcelona y descubrí uno cercano a la parroquia que me habían destinado. Fui allí a preguntar y me dieron, con una amable sonrisa de administrativa, un catálogo de cómo acababan con la vida de los niños inocentes y sus costes. Recuerdo que se me heló la sangre, se me cayó una venda que tenía puesta, ya que pensaba que no serían tantos los abortos, y les dije que rezaría por ellos y su conversión.

Incluso estuvo yendo a rezar por su cuenta delante de los abortorios…

Efectivamente. Empecé ofreciéndome junto con la oración desde la parroquia pero desde el sagrario me llamaba mi Señor a ser valiente y salir, a seguir rezando rosarios en frente de la puerta del abortorio.

¿Cómo organizó el grupo de rescatadores en Barcelona?

Al estar varios días rezando, perplejo pude contemplar como en un día laborable, entre las 8 y las 11 de la mañana, mientras uno va al trabajo, otro a por el pan u otro a por el periódico, podían entrar unas seis mujeres de media en un solo abortorio (conté e intenté ir a un total de 7 abortorios en Barcelona). Entendí el “ora et labora” de San Benito y al no ver a nadie más en esos momentos a mi lado recordé que en Madrid estaba el grupo de rescatadores Juan Pablo II y la asociación MasFuturo. Éstos ayudan a las madres a tomar la decisión correcta y también materialmente en todo lo que hiciera falta. Llamé a su fundadora, Marta Velarde, y me dio unas indicaciones de cómo actuar mejor: ir acompañado, que no sepan los del abortorio que estás, pasea por la calle o quédate por las esquinas observando para el momento en que pase una mujer con probabilidad de entrar poderle ofrecer una ayuda y decirle la frase más importante que debe escuchar “es tu hijo", etc. También hablamos con las que salen de abortar pues lo que queremos es siempre dar gloria a Dios y llevarle almas y para ello es preciso que conozcan la gravedad de su acto y puedan pedir perdón y reparar (que es lo que también a ellas sanará). Con un grupo de jóvenes y amigos, a los que conté lo que estaba viviendo se formó un grupo y por turnos fuimos a los abortorios siempre que podíamos.

¿Cuántos rescates consiguieron?

En ese curso hicimos cinco rescates. Rescate llamo a la mujer que va al abortorio con intención de abortar y después de una conversación con el rescatador deciden finalmente no abortar (indirectamente serían más los “rescates"). Justo la mañana del sábado pasado pude tener el privilegio de bautizar a un niño que rescatamos. Es indescriptible la alegría cuando estás sosteniendo al niño que vive gracias al acierto de tus palabras y más todavía al saber que ahora es hijo de Dios. Os dejo con el testimonio de uno de los rescates en los que se ve claramente la gracia de Dios actuando y no por las propias fuerzas meramente humanas:

https://www.religionenlibertad.com/vida_familia/837396692/rescatadores-barcelona-mujer-italia-aborto.html

El hecho de que las leyes consideren acoso la labor del rescatador, es algo que no ha frenado a los rescatadores…¿cree que hay gente dispuesta a ir a la cárcel por defender la vida?

Hay personas que cuando han descubierto que todo un Dios se ha encarnado para dar su vida por ti en una muerte cruenta en cruz, ofrecen en correspondencia su vida en lo que haga falta. Estas nuevas leyes no han hecho más que seguir motivando a rescatadores y a expandir una mentalidad Provida. Igualmente no prohíben nada de lo que estamos haciendo: hablar con personas por la calle para ofrecer ayudas, la intención política es meter miedo. Aún no se ha llegado a un estado tan totalitario pero hay que actuar que como decía Chesterton “el mal crece cuando el bueno no hace nada".

No obstante hay que actuar con prudencia e inteligencia…

Exacto. Toda persona que quiera sumarse en Barcelona a hacer rescates que venga primero con personas ya experimentadas, que no hablen por lo menos en su primer mes sino que observen como habla el rescatador con más experiencia y vayan aprendiendo. Nunca meterse en discusiones que no llevan a ningún lado pero siempre defendiendo al más débil que no puede hacerlo por si mismo.

Ahora como sacerdote le es más difícil continuar con esta labor, aunque sigue teniendo el firme convencimiento de que hay que actuar contra el aborto…

Siempre decimos que no todos están llamados a ser rescatadores pero sí todos a ir contra el aborto. Hay que volver a poner a Dios en el centro de la sociedad y que reine en ella sino al final siempre será ir cortando las ramas de un árbol que en su raíz está ya mal. Así que nuestro Señor me ha llamado a una consagración más plena que, sin entrar en detalles vocacionales que no es lo que se pide en esta novena, pueda darle más gloria y bien a las almas.

En Estados Unidos son varios los estados los que han prohibido legalmente el aborto…¿Hasta que punto es un un signo de esperanza?

Me remito a mi contestación anterior o reina Cristo o estamos perdiendo el tiempo: “el que no está conmigo, está contra mí” (Mt 12,30); aunque ciertamente como San Pablo: “examinadlo todo y quedaos con lo bueno” (1Tes 5,21).

La defensa a favor de la vida no es algo exclusivo de los católicos. ¿Pero considera que los católicos tenemos que dar especialmente un ejemplo de firmeza y convencimiento contra la cultura de la muerte?

Como decía también Chesterton “llegará el día en que será preciso desenvainar una espada para afirmar que el pasto es verde". La verdad es verdad independientemente quién la diga y “la verdad os hará libres” (Jn 8,32). Después de la ascensión de nuestro Señor la Iglesia, el cristianismo, ha creado una cultura. Una virtud que antes movía a todo cristiano con ansias de santidad era, siempre desde el fundamento de la humildad, la magnanimidad. Virtud que diría Santo Tomás “implica una tendencia del ánimo hacia cosas grandes” (S.Th. II-II 129); contrario a la pusilanimidad, vicio que hoy se confunde con una falsa humildad. Sólo los santos son los que han cambiado la historia. Y para ser santos… ¡Hay que desear serlo!

Por Javier Navascués

4 comentarios

  
Teresa
Como decía mi madre(D.E.P.):un grano no llena el granero,pero ayuda a su compañero.Valiente y buen sacerdote,sus obras dan su fruto.
01/09/22 4:55 PM
  
Agradecido.
Muchas gracias, D. Javier por tan excelente artículo.

Mi Enhorabuena al padre Federico Marfil Mur.

Destaco sus palabras: Actuar con inteligencia. Sí Señor: El "Astutos como serpientes" que nos pide Cristo Nuestro Señor.

De las culpa por omisión también deberemos rendir cuentas a Dios.
01/09/22 10:11 PM
  
Padre Federico
Felicitaciones querido amigo!!!
02/09/22 6:54 AM
  
Yolanda
Gracias sean dadas a Dios por haber podido salvar a este niño y a su madre.
Bendito sea Dios que te ha utilizado a ti, P.Fede para esa buena obra.
Yo también participó los sábados haciendo Rescates en Barcelona, debemos rezar mucho y dar testimonio valientemente.
03/09/22 11:41 AM

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31.08.22

Mons. Ricardo Coronado analiza la persecución a la Iglesia en Nicaragua y sus antecedentes

Mons. Ricardo Coronado Arrascue, J.C.D. actualmente es Vicario Judicial del Tribunal Interdiocesano para las Diócesis de Cajamarca y Chachapoyas y la Prelatura de Chota en Perú. Ha ejercido la docencia en tanto en seminarios de Perú como Estados Unidos. En USA se desempeñó por 17 anos como Vicario Judicial y Canciller de la Diócesis de Colorado Springs. Hizo sus estudios eclesiásticos en la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima. Hizo estudios de derecho en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Obtuvo la Licencia en Derecho Canónico en la Universidad Pontificia de México y el Doctorado en la Universidad Pontificia de Salamanca, España.

Como perfecto conocedor de las dictaduras marxistas en América analiza brevemente la situación actual de Nicaragua.

¿Qué valoración hace de la persecución a la Iglesia en Nicaragua?

Los últimos eventos ocurridos en Nicaragua han despertado una alarma que parecía ya silenciada desde décadas atrás. El interés que esto despierta se vincula directamente con los derechos originarios del ser humano, los cuales han sido, sino negados, si conculcados por los regímenes totalitarios que han amenazado a la convivencia pacífica de las sociedades a las cuales les niegan la oportunidad de su desarrollo cívico. Para quienes, por diversas razones, les interese el derecho eclesiástico del estado, las violaciones ocurridas en Nicaragua no pueden sino ser ocasión del mayor repudio y condena.

La detención arbitraria e ilegal del obispo de Matagalpa Mons. Rolando José Álvarez Lagos y sus colaboradores es el resultado de un itinerario sinuoso del marxismo en Iberoamérica y su relación con la Iglesia católica.

¿Cuáles son los antecedentes de esta persecución?

En el primer gobierno (1985-1990) de Daniel Ortega tuvo como entusiastas participantes a los sacerdotes Miguel D’Escoto Brockmann, quien fue canciller del régimen, a Fernando Cardenal, quien fuera entonces ministro de educación, así como a los colaboradores como el sacerdote y guerrillero Gaspar García Laviana y el poeta Ernesto Cardenal, entre otros. No era infrecuente que en recintos de la Iglesia se traficaran armas y se gestaran acciones armadas. El génesis de todo este movimiento se veía justificado al parecer de sus gestores por la lucha contra la dictadura de Anastasio Somoza y sus constantes violaciones de los derechos fundamentales. Muchos católicos y clérigos consideraban justa y laudable la lucha armada y se unieron al Frente Sandinista de Liberación Nacional. Esta afiliación consistió también en hacer propio el análisis marxista y la ideología promovida por el partido. Esto se hizo aun más posible gracias a la popularidad que había hallado en el campo teológico y académico la llamada Teología de la Liberación.

En este contexto los sandinistas y en particular los regímenes liderados por Daniel Ortega solo conciben como legítima la acción de la Iglesia cuando apoya a sus intereses y a su ideología.

¿Cuál es el precio de ser una voz disidente?

El precio de ser una voz disidente es muy caro. Si los prelados o el clero en general alzan su voz ante las injusticias que se producen por parte del gobierno entonces son de inmediato considerados “traidores del pueblo” y su camino es sufrir la represión, la cárcel, o el exilio, si es que no se llega al extremo de atentar contra su vida o su integridad física. Regímenes de este tipo solo consideran al estado o al partido de estado como único y exclusivo protagonista de la vida pública. Obviamente uno de los postulados libertarios de muchos estados modernos es el de la Libertad Religiosa, que con frecuencia son mencionados en las constituciones modernas como un modo de cumplimiento formalista; pero que en la realidad es convenientemente vulnerado en variadas circunstancias. En la actualidad este peligro se cierne también en otras latitudes de la región.

¿Podría darnos de cómo sofocan los gobiernos marxistas de América cualquier crítica a estas dictaduras?

Cuando los obispos del Perú se pronunciaron acerca de la gravísima crisis de corrupción generada por el actual gobierno también de corte marxista. Inmediatamente el congresista Valdemar Cerrón amenazó públicamente a la Iglesia diciendo: “Si la Iglesia ingresa en temas de Estado, se intervendrá su institución”. Otro síntoma ha surgido en Colombia, su gobierno habría ordenado la ausencia de sus representantes en la sesión de la OEA para condenar la violación de los derechos humanos y el hostigamiento a la Iglesia Católica por parte del gobierno nicaragüense.

El tema de Nicaragua no ha pasado desapercibido en Roma…

Recientemente el Papa Francisco ha declarado su preocupación por los sucesos en Nicaragua y ha llamado a un dialogo sincero. Es de desear que este encomiable llamado tenga consecuencias prósperas. No obstante, nos queda nuevamente la dura lección que quienes confían en los métodos del marxismo o pretenden sintetizar, por amor a los pobres, por atender a los marginados, o cualquier otro noble motivo, la teología católica con sistemas de pensamiento tan contradictorios al Evangelio y la Tradición solo generan una realidad mucho peor que el mal que deseaban combatir. Hoy la rica y fervorosa identidad católica de Iberoamérica no se ve amenazada solo por el globalizante secularismo, sino por ideologías violentistas y ateas que so pretexto de justicia social usan como tontos útiles a muchos católicos que al final serán víctimas de sus propios pseudo aliados. La privación de la libertad de Mons. Rolando José Álvarez Lagos y sus colaboradores debe ser considerada una gravísima amenaza contra quien tenga el mínimo sentido de un Estado de Derecho y de la convivencia cívica. Su liberación es un pendiente urgentísimo.

Por Javier Navascués

2 comentarios

  
Juan Mariner
Todo "política", nada que ver con la Fe. El Evangelio no es un sistema político.
31/08/22 10:01 AM
  
Victor
¿Diálogos ¿Con quien? ¿Con los comunistas? Pero como es posible, que a estas alturas de la película, la solución con un sátrapa endiablado sea el diálogo? Y mientras los hermanos sufren en silencio y la jerarquía eclesiástica mundial, permanezca muda. No lo entiendo. ¿Si se hablará condenando a este tiránico gobierno comunista sería a lo mejor peor? No lo sé, pero creo que, al menos, nuestros hermanos se sentirían contentos, porque el mundo católico mundial estaba en la lucha por defender la causa e nuestra Fe y de nuestra Religión, que al fin era enarbolar la Cruz de Cristo por el bien, la libertad otorgada por Dios -nunca por los hombres-,"y la paz. Si esto no es así, pues a sufrir en soledad. Paz y Bien
31/08/22 11:12 AM

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30.08.22

Beatriz Silva McNamara analiza su libro El Camino: 12 lecciones para nuestro peregrinaje espiritual

Beatriz Silva McNamara nació en Madrid en 1.958 donde creció e hizo sus estudios de Derecho y Master en Derecho Comunitario, en el Centro de Estudios Universitarios San Pablo (C.E.U.). Desde 1.985 vive en EEUU y ella y su marido tienen seis hijos.

Asistente administrativa en la Agregaduría de Defensa en Washington D.C., profesora de español y además con una activa participación en distintos voluntariados: colaboradora en la Asociación de San Vicente de Paúl de asistencia a los más necesitados, consejera en el Centro de ayuda a mujeres embarazadas (AIM Women´s Center) y tutora y miembro del grupo para evangelización de jóvenes en la Universidad Franciscana de Steubenville en Ohio. Además, durante los últimos veinte años, ella y su marido, han participado en el programa de preparación para el Sacramento del matrimonio en su parroquia.

En esta ocasión le entrevistamos sobre su libro “El Camino: 12 lecciones para nuestro peregrinaje espiritual” (Libro bilingüe inglés/español).

¿Por qué decidió escribir un libro sobre el Camino de Santiago?

En el verano del 2017 mi marido Ron, yo y tres de nuestros seis hijos, finalmente conseguimos hacer realidad uno de nuestros sueños y andar en diez días 280 km. del Camino Francés, desde Astorga a Santiago de Compostela.

Esta experiencia compartida con familia y tantos peregrinos que nos encontramos en nuestro caminar hacia nuestro destino final, Santiago de Compostela, estuvo tan llena de lecciones útiles y necesarias para nuestro peregrinar en la vida que, tras volver a casa, me sentí llamada a compartir mis vivencias.

Mucho se ha escrito sobre el Camino. ¿Qué es lo que tiene su libro de especial?

Naturalmente se han escrito volúmenes por expertos durante siglos acerca del Camino de Santiago, su historia, su transcendencia espiritual, las magníficas iglesias y capillas, pueblos y ciudades que forman parte hoy de las distintas rutas que llevan a Santiago.

Yo no soy una experta teóloga o historiadora, pero si soy hija, esposa, madre, hermana y amiga católica y como tal escribo con gran humildad con la esperanza de que todo aquello que yo experimenté y aprendí, pueda servir para animar al menos a uno de mis compañeros peregrinando en el camino de la vida, hacia nuestro destino final: ¡La Vida Eterna!

Es curioso que comparte con los lectores 12 lecciones, curiosamente el número de los apóstoles.

Sí, el número 12 es de gran relevancia en nuestra vida cristiana y en términos bíblicos significa “elección”.

Por eso se habla de las 12 tribus de Israel, esto quiere decir que eran tribus “elegidas”; también se agrupan en 12 los profetas menores del Antiguo Testamento. El Evangelio menciona 12 apóstoles de Jesús, “los elegidos” del Señor. El Apocalipsis habla de 12 estrellas que coronan a la Mujer (la Santísima Virgen), 12 puertas de Jerusalén, 12 ángeles, 12 frutos del árbol de la vida … y 12 fue el número de lecciones “elegidas o seleccionadas” por mí, que encontré en las pequeñas anotaciones de mi libreta tras finalizar el Camino.

¿De todas las lecciones cuál considera la más esencial de todas?

De todas las lecciones aprendidas, para mi sin lugar a dudas la más destacada, fue el darme cuenta de que lo más importante en la vida para continuar caminando, a pesar de las dificultades, es el saber con certitud “a donde vamos”.

En el Camino, todos los peregrinos no tienen duda, no existe necesidad de preguntar a donde nos dirigimos, todos vamos a Santiago y para llegar, nos hemos preparado y hemos invertido mucho tiempo, dinero etc. Y estamos dispuestos a poner todo el esfuerzo necesario para llegar allí.

Por el contrario, al poco de comenzar a caminar y conversar con otros peregrinos, me percaté rápidamente de como en “el camino de la vida” muchas personas hoy en día no saben a donde van. Así, cuando llegan las dificultades, ¿cómo pueden enfrentarse a ellas, si no saben ni a dónde van?

En primer lugar se percibe que es una peregrinación hecha con sus seres queridos. ¿Va especialmente encaminado a vivirlo en familia o puede servir también para el que lo haga en solitario?

Como usted bien dice, nosotros llevábamos planeando el hacerlo en familia y así lo hicimos, pero naturalmente el Camino puede también andarse, y a menudo se hace, en solitario. Nosotros de hecho durante los días que caminamos tuvimos también muchos periodos de andar en solitario, que también son muy necesarios, tal como ocurre en la vida misma.

Son maravillosos momentos de reflexión, oración, tiempo de observar la majestuosa naturaleza y arquitectura, que en nuestras vidas tan ajetreadas a veces no encontramos la oportunidad de hacerlo.

¿En qué momento la experiencia de recorrer pintorescos pueblecitos y bellos paisajes se transforma en una experiencia interior?

Para mí personalmente, creo que desde que comencé a caminar, dado que ya iba preparada a participar en esta peregrinación y a seguir los pasos que tantos peregrinos que nos han precedido, nos han marcado durante siglos.

Para otros, mas ajenos a la realidad espiritual y al sentido cristiano de este Camino, comienza mas adelante. Algunos no empiezan a ver este sentido hasta volver a la vida cotidiana, pero todo peregrino, aun no comprendiéndolo del todo, se siente tocado o transformado de alguna manera por esta experiencia.

¿Por qué el peregrinar es una metáfora de la vida?

El peregrinar es una metáfora de la vida misma porque esta vida no es nuestro destino final. En esta vida todos somos peregrinos hacia nuestro destino final: ¡La Vida Eterna, en comunión con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo!

¿Qué es lo que tiene el Camino de Santiago que durante siglos y siglos sigue atrayendo a peregrinos de todo el mundo y siempre es nuevo?

El Camino de Santiago, como dices, es antiguo y es nuevo. Es como el mensaje del Evangelio que nunca pasa. Es un camino que nos hace pensar y meditar sobre quienes somos, de donde venimos y a donde vamos, y así encontrar el sentido de nuestras vidas para poder vivirlas con plenitud. No sin sufrimientos o dificultades, pero si sabiendo a donde vamos y que el camino y nuestro destino final, merece todo nuestro esfuerzo.

Por tanto, ¿Con qué actitud hay que hacer el Camino?

El Camino hay que hacerlo con una actitud de búsqueda y humildad. De estar abierto a encontrar, a conocer y a compartir con peregrinos. Estar abierto a descubrir por qué durante siglos tantos peregrinos han estado dispuestos a poner esfuerzo y hasta dar sus vidas, por llegar a la tumba de uno de los 12 apóstoles de Jesucristo: Santiago el Mayor -el primero en dar su vida por Nuestro Señor-. Estar dispuesto y abierto a descubrir, junto al gozo de vivir esta experiencia maravillosa de visitar pueblos, ciudades y paisajes de gran belleza, también la sabiduría de aprender a reflexionar sobre Aquel que nos ha creado a nosotros y todo aquello que nos encontramos en el Camino, y que nos ha dado el don de participar en su espectacular creación-.

Por último, ¿Qué hay que hacer para que lo vivido esos días fructifique durante todo el año y no sea un sentimiento pasajero, que se evapore al volver a la rutina?

Por mi propia experiencia yo diría, tal como mi hijo Timothy me recomendó a mí, lleva una libreta y haz pequeñas anotaciones al final de cada día, que más adelante puedas revisar. Elige alguna oración durante el Camino que sepas que puede ayudarte después del mismo a continuar tu peregrinaje en la vida. Y por supuesto, no te olvides a diario de pedir la intercesión de la Santísima Virgen -Nuestra Madre-, de Santiago y de tantos peregrinos que nos han precedido y que pusieron sus pies exactamente donde ahora pisamos nosotros y que nos quieren guiar allí donde ellos se encuentran ahora: La Vida Eterna. ¡Buen Camino!

Por Javier Navascués

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