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14.04.23

Blasfemar es ir de cabeza a la condenación eterna. Reflexión tras la blasfemia contra la Virgen del Rocío

Tras la execrable y repugnante blasfemia de Antonio Soler en TV3% se pueden extraer algunas reflexiones. En primer lugar nos hace meditar en la gravedad de la blasfemia, mofarse de Dios o de la Virgen, de lo más sagrado, es algo muy grave y temerario para nuestro destino eterno. No puede haber una insolencia mayor que una vil criatura desafíe abiertamente al Creador.

El blasfemo, si no se arrepiente, lo acabará pagando duramente en esta vida y en la otra. Como en todo pecado, en el caso de Dios la dignidad del ofendido es infinita, aunque aquí es especialmente grave, pues no es un pecado por debilidad, sino un desafío a Dios. Después del Creador, lo más grave es blasfemar de la Santísima Virgen, que si bien es criatura, es la verdadera Madre de Dios y Reina y Señora de todo lo creado.

No voy a entrar en el hecho de si los blasfemos, si realmente en su fuero interno creen que no hay Dios, pecan formalmente, pues la fe es necesaria para salvarse y vivir en actitud de ateísmo militante y con chulería blasfema es comprar muchos números para acabar eternamente alejados de Dios, salvo un posible arrepentimiento, que no es tan fácil, al menos humanamente hablando.

La historia está llena de casos, no hay que irse al Titanic y su trágico destino, de personas que han blasfemado y han tenido un gran castigo en esta vida, incluso un terrorífico final. Con Dios no se juega. Al blasfemo no le queda otro camino que el arrepentimiento, pedir perdón a Dios y a los hombres y reparar su ofensa.

No es esa desde luego la actitud de Antonio Soler, que se hace el ofendido, arremete contra todos y amenaza con seguir blasfemando, poniendo a la Virgen del Pilar en el punto de mira. Está en una actitud impenitente y con la intención de continuar mofándose de Dios públicamente, algo que no tiene nada que ver con el humor ni tiene una pizca de gracia.

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9.04.23

8.04.23

La vida se nos va. Desde el nacimiento hasta nuestra próxima muerte nos vamos muriendo poco a poco

La vida se nos va. Desde nuestro nacimiento hasta nuestra próxima muerte ya nos vamos muriendo poco a poco. Nos afanamos en vivir la vida en vanidades y disfrutes pasajeros que no están encaminados a santificarnos ni a nuestra salvación: ¡Qué locura! No saber ni conocer el camino que nos conduce a la salvación del alma. Este es el mayor negocio de nuestra vida, no hay otro. ¿Qué pensarás en los últimos momentos de tu vida? Piensa en la muerte, medita el destino final de tu alma, lucha y combate por salvarla, aquí y ahora. No lo dejes para mañana. Vive la vida de Sacramentos, ajusta tu vida a los Diez Mandamientos de la Ley De Dios y de la Santa Madre Iglesia, vive conforme a tus deberes de estado, quita de tu vida todo pecado… ¿Reflexionamos sobre la eternidad?. Piensa que hemos de morir, y no sabemos cuando ¿Estamos preparados?. ¡Qué gran verdad la que repiten los Santos: “La vida es una preparación para la muerte!, porque esta vida es una preparación para dar gloria a Dios y ganar méritos por su amor y a los hombres e ir al cielo.

5.04.23

Trivializar la muerte, síntoma de una sociedad sin Dios y sin esperanza

Recientemente causó mucha conmoción en toda Francia la muerte de Agnès Lasalle, una profesora de español que fue asesinada por un alumno de 16 años y no es para menos pues es algo ciertamente inusual y terrorífico que un adolescente asesine a su propia profesora.

La gente estaba muy sensible ante tal espeluznante asesinato. Poco después tuvo lugar el funeral y el hecho se hizo viral porque su esposo la despidió con un baile (como se puede ver en el vídeo al final del artículo) al compás de lo que parece una canción muy popular en Francia y después muchos de los presentes se pusieron a bailar delante del ataúd de la fallecida.

Vi claramente que cuando un servidor acabase los compromisos de las entrevistas pendientes, el hecho tenía un buen artículo de opinión que podía ayudar a reflexionar sobre uno de los síntomas de la decadencia de nuestra sociedad actual.

Por supuesto que no juzgo la intención del esposo que presupongo muy buena y el amor que sentía por su mujer y que estaba muy sensible ante tan horrendo crimen y fue una especie de catarsis. Seguramente pensó que la mejor manera de honrarla era dedicarle el que presumiblemente sería uno de sus bailes preferidos.

Humanamente no hay nada reprochable, aunque si elevamos la reflexión al plano sobrenatural, estoy convencido de que, aunque la intención fuese buena, acabó siendo una manera de trivializar la muerte. Y me impactó mucho el contraste entre ese baile mundano y la gravedad católica ante las postrimerías, en donde el alma abandona este valle de lágrimas y es juzgada por Dios. La Iglesia siempre ha enseñado que también se guarde un gran respeto por los cuerpos. La costumbre católica es rezar por los muertos.

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25.03.23