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10.08.21

P. José Calvín (FSSP): “En Covadonga hubo sana amistad, alegría y gran fervor, piedad y devoción”

El P. José Calvín Torralbo nació en Jerez de la Frontera el 29 de abril de1963. Ordenado sacerdote en la iglesia del seminario de la Fraternidad San Pedro en Baviera el 24 de junio de 1994 por el obispo auxiliar de Augsburgo, Mons. Maximiliano Ziegelbauer. Licenciado en derecho canónico en 1996 en la pontificia universidad de la Santa Croce (Opus Dei) en Roma.

Desde 1996 formador residente en la casa de formación de la Fraternidad San Pedro, profesor de latín y de derecho canonico. Entre 2000 y 2006 y por segunda vez entre 2012 y 2018 asistente del superior general de la Fraternidad San Pedro.

¿Qué supone para usted como español haber podido participar en la primera peregrinación tradicional de España?

Ha supuesto muchísimo. Como español, como católico y como sacerdote. He vivido esos días con los ojos atónitos y el alma llena de júbilo. He sido testigo una vez más de la omnipotencia de Dios, de la fecundidad de su gracia. Hace treinta años la liturgia tradicional no existía en el catolicismo español. Andaba olvidada, postergada. Este pujante renacer solo puede ser fruto de la acción divina, solo Dios puede crear algo de la nada, ex nihilo.

Además en Covadonga, que es un lugar muy emblemático para un español con sangre en las venas.

Efectivamente. Covadonga, como Caná de Galilea, nos recuerda que las gracias de Dios nos vienen siempre por la intercesión de la Virgen María.

La batalla de Covadonga, por su proporción, no cuenta entre las grandes batallas de la historia, esas donde se enfrentaron millares de soldados y tambien por millares contaron sus victimas. Desde ese punto de vista Covadonga fue una modesta victoria, algunos historiadores la verían incluso como una pequena escaramuza. La verdadera dimension de esa batalla está en que supuso un punto de inflexión, el inicio de un movimiento de recuperación de lo perdido, de reconquista. Es por eso que, a pesar de su modesta dimensión, la batalla de Covadonga representa un hito fundamental en la historia de España y de occidente.

Mi impresión es que esta primera peregrinación tradicional ha sido espiritualmente algo semejante. Hace decenios que el catolicismo está retrocediendo en nuestra patria, vamos perdiendo continuamente terreno en todos los aspectos. Si no reaccionamos ya, pronto será demasiado tarde. Si no hubiese existido don Pelayo y el puñado de héroes que lo secundaron la cristiandad española hubiese desaparecido para siempre, como la que fuera floreciente cristiandad del norte de África que sucumbió sin remedio hasta el día de hoy.

¿Cómo fue el ambiente que ha percibido en los peregrinos, en sus hermanos sacerdotes…?

Para ser escueto intentaré resumir lo esencial en una frase: una devoción alegre y una alegría devota. Suena a paradoja, a juego de palabras, así que lo explico: Por un lado reinaba un ambiente festivo, espontáneo, de sana amistad y alegría. Y al mismo tiempo se respiraba una atmósfera de gran fervor, piedad y devoción. Evidentemente según el momento y la actividad predominaba uno u otro de esos aspectos, pero siempre indisociables. En ese ambiente me parecía palpar esa alianza optimista entre la naturaleza y la gracia que es quizás uno de los signos mas propios del catolicismo.

Una buena oportunidad de hermanar y compartir experiencias entre sacerdotes de diferentes grupos de la antigua Ecclesia Dei.

Si no me equivoco, tres fueron los institutos dichos de Ecclesia Dei los que tuvieron representación : el Instituto de Cristo Rey, el Instituto del Buen Pastor y la Fraternidad Sacerdotal San Pedro, de la que formo parte.

Estas sociedades han sido erigidas en la Iglesia para la atencion pastoral de los fieles que desean vivir y nutrir su fe en el cuadro de la liturgia romana tradicional. Cada uno según su estilo y su índole peculiar, todos trabajamos por la misma finalidad próxima: la acción apostolica a partir y a través de la liturgia tradicional.

Aunque los tres institutos ya tienen numerosas casas en la mayor parte de Europa occidental, en España, que yo sepa, por ahora solo el instituto de Cristo Rey tiene una presencia estable en nuestra nación, con una casa en Madrid y otros puntos de apostolado. Esta realidad revela el desfase en que nos encontramos en este punto con relación a otros países occidentales.

Una de las causas de la escasa presencia de estos institutos entre nosotros ha sido, hasta ahora, la falta de vocaciones españolas. Sin embargo en los últimos años están empezando a surgir en nuestra patria jóvenes valerosos y audaces que no tienen miedo de seguir la llamada del Señor y entregar su vida como sacerdotes en esta misión específica.

En las diocesis donde se instalan estos institutos aportan con su apostolado una contribución apreciable a la nueva evangelización. Por eso estimo que sería muy positivo que su presencia en España se incrementase. Mientras tanto sigamos pidiendo al Señor con perseverancia que envíe numerosos operarios a trabajar en esta parcela de su viña.

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9.08.21

P. Rodrigo Menéndez Piñar: “En la peregrinación a Covadonga he visto búsqueda sincera de Dios”

El P. Rodrigo Menéndez Piñar reflexiona sobre lo que ha supuesto para él participar en la I peregrinación Nuestra Señora de la Cristiandad a Covadonga y las consecuencias que puede tener de cara a la renovación espiritual de España.

¿Podría contar en pocas palabras lo que ha supuesto para usted esta peregrinación a Covadonga?

Es difícil en pocas palabras dar una valoración general que pueda encerrar todo lo que ha supuesto esta peregrinación. No sólo ha sido maravillosa, llena de inmensa alegría para todos los peregrinos, sino que, de alguna manera, ha aglutinado las grandes esperanzas que todos albergamos en nuestra vida diaria, tal vez con sentimientos tristes y conformistas al ver el devenir de la Iglesia y la sociedad, haciéndolas vivas y vivificantes, no dejando espacio para la melancolía. No sólo ha sido un éxito desde el punto de vista natural y humano, sino que, en mi opinión, ha abierto los grandes horizontes eternos de nuestras vidas, haciéndolos palpables y experimentables.

¿Qué ha supuesto imbuirse de su espíritu y cómo le ha beneficiado en su vida sacerdotal?

Para muchos sacerdotes que estamos inmersos en la pastoral “ordinaria” de las parroquias es una tentación grande la de la desesperanza. A veces nos vemos más o menos obligados a mantener unas estructuras heredadas de las últimas décadas y que distan mucho de ser fecundas, pero “es lo que hay”. En la peregrinación he visto búsqueda sincera de Dios y esto, en cierto sentido, lo es todo. San Benito, en su regla, cuando habla de la admisión de un nuevo hermano que quieren abrazar la vida monástica, lo primero que declara, una vez comienza a vivir como novicio, es: “se observará cuidadosamente si de veras busca a Dios”. Para mí, como sacerdote, este celo por la obra de Dios, observado en los fieles, es fuente de auténtica esperanza en medio de un Mundo que ha olvidado a Dios. Así se lo hice saber al terminar a alguno de los principales organizadores y vi sinceridad en sus ojos.

¿Por qué es importante este renacer de la cristiandad no sea flor de un día, sino que se consolide en España?

Una de sus características definitorias ha sido la celebración de la Santa Misa de siempre, llamada habitualmente “Tradicional”. No es sólo la preferencia por una serie de ritos litúrgicos, sino que es el cauce sacro capaz de agavillar toda una visión del Mundo y de la Historia, una cosmovisión cristiana, la de la Cristiandad en sus elementos inmutables, aquella que San Pío X dijo que “no estaba por inventar” y que no había más que luchar por “instaurarla y restaurarla en sus fundamentos naturales y divinos”. Y es capaz de ello no por una serie de ideas preconcebidas, más o menos acertadas, sino por haber sido la vida íntima y real del Pueblo de Dios, que sirviendo a su Señor ha surcado los siglos pasados (“liturgia” es literalmente “obra del pueblo”, el servicio público del pueblo a Dios) dejando las huellas del “Bonus Odor Christi” (2 Cor 2, 15), la obra de la Fe en la Historia.

Ese Tesoro, que es lo que habitualmente llamamos “Tradición”, es por donde nos viene el torrente de aguas purificadoras que salen del lado derecho del Templo (cf. Ez 47), del Costado abierto del Salvador, con la virtud de dejar todo lleno de vida a su paso, incluso el mismo desierto. Hoy España es un desierto muerto o, al menos, moribundo, que incluso está generando anticuerpos para expulsar los últimos elementos de lo que ha sido siempre: una nación católica. Hoy, más que nunca, necesitamos este anclaje, este injertarnos de nuevo en la Tradición, para que la vida cristiana vuelva a fluir por nuestra Patria. Quizá por eso una de las banderas que más se ha repetido en la peregrinación ha sido la del Sagrado Corazón de Jesús sobre los colores rojo y gualda.

¿Podría empezar aquí una nueva reconquista al estilo de Don Pelayo?

Esa es nuestra intención. Hoy los enemigos no son tanto los conquistadores físicos y materiales de una tierra, que hollaron a su paso la civilización cristiana, que era ya la civilización hispánica. Son otros muy distintos, pero que han golpeado más internamente incluso, porque son más espirituales. Esta peregrinación ha sido tan sólo una pequeña llama, pero que, con el debido viento y material, puede incendiarlo todo. Debemos conservarla en nuestras almas. Que sean siempre almas ardiendo, con poder de comunicar el fuego a otros. Este es el acto de la Tradición del que cada uno formamos parte: entregar lo recibido, como san Pablo: “Tradidi quod et accepi” (1Cor 11, 23). No sabemos los designios que tiene Dios preparados en su Providencia para nuestra Patria, pero sí sabemos que debemos luchar por esa reconquista espiritual, puesto que ella se ordena al último Fin de todo: la gloria de Dios y la salvación de las almas.

¿Hasta qué punto es alentador para un sacerdote ver a tantos jóvenes tocados por la Tradición?

Es sorprendente ver como el atractivo poderoso de la Tradición hace especialmente mella en las almas jóvenes. Toda alma, si vive en Dios, es alma joven, según aquel verso del salmo en las oraciones al pie del altar, que tanto nos gusta meditar al comienzo de la santa Misa: “Ad Deum qui laetificat iuventutem meam”. Pero ver la búsqueda sincera de Dios en jóvenes que cuentan pocos años de vida es un claro signo de esperanza y de que, contra los que por desconocimiento califican la Santa Misa Tradicional como cosa propia, sea de nostálgicos, sea de esnobistas que se recrean en lo exótico, estas almas han encontrado un tesoro escondido, y alegres y contentas se van a vender cuanto poseen para comprar el campo que contiene dicho tesoro (cf. Mt 13, 44-46). Si fuera un capricho por lo extravagante o por lo insólito, sería algo meramente temporal y que no produciría obras santas. Pero somos testigos de cómo la Tradición ha cambiado los corazones de muchos jóvenes haciéndolos valientes y generosos servidores de Dios.

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8.08.21

J. Roure García: “Covadonga fue increíble. Daría mi vida por gente de la que antes no sabía ni su nombre”

J. Roure García es un converso y muy auténtico. Nos cuenta sus impresiones de la peregrinación Nuestra Señora de la Cristiandad a Covadonga sin tapujos ni medias tintas. Tiene aspecto de tipo duro y es un pedazo de pan. Felizmente casado es un padre de familia alegre que ha gozado estos días viendo a otras familias compartir su amor a Dios y a la patria.

¿Qué supone para un joven combativo como usted haber participado en esta primera pica en Flandes de las peregrinaciones tradicionales en España?

Primero de todo, decir que yo soy un converso… y no alguien al que los padres bautizaron, transmitieron una “fe” débil y por “tradición” (en minúsculas y entrecomillas) y luego pasan de todo, y Dios, en su inmensa Misericordia, los devuelve al camino de la Luz… Yo no soy uno de esos. A mí, mis padres ni siquiera me bautizaron.

Los conversos hemos vivido codo a codo con los enemigos del alma… El mundo, la carne y el demonio han sido nuestro día a día… No teníamos el bautismo, ni los Sacramentos, ni la Verdad Revelada para combatirlos, y a pesar de todo Dios en su infinito Amor nos ha atraído hacia Jesús, que sabiendo de nuestra “mala vida” ha querido morir por nosotros y salvarnos. Dicho esto, para mí personalmente, ha sido una experiencia extraordinaria en todos los sentidos. Que en un mundo en ruinas y putrefacto como este, aparezcan estos destellos de Luz, solo puede ser obra del Altísimo.

Esta muestra de alegría (rezando, cantando, bromeando…), amistad (y unidad entre las gentes de todos los pueblos de España, la Hispanidad y buena parte de Europa…), ayuda desinteresada al prójimo (los voluntarios de NSC, los peregrinos compartiendo todo lo que tenían, ayudándose con las tiendas…), penitencia (hemos ofrecido cansancio, sudor, lagrimas, lluvia y frío, ampollas… a un bien superior) y sobre todo Fe, que ha sido esta Peregrinación, solo nos enseña una Iglesia viva, que camina, que resurge de sus cenizas… y aunque no lo quieran ver o no la quieran guiar… es la que no sucumbirá al Mal.

¿Era consciente de vivir en cierta manera un momento irrepetible para poder contar a sus hijos y un día a sus nietos?

Hace unos años esta peregrinación hubiera sido una cosa de cuatro, yo mismo posiblemente no hubiera acudido. Habrá más, pasaran los años, y nosotros podremos decir que fuimos a la primera.

La mayoría de peregrinos del Camino de Santiago son deportistas, amiguetes, gente “que se busca a sí misma", incluso gente que va “de fiesta” y a ligar… nosotros éramos Soldados de Cristo, sufriendo y rezando por nuestra querida España.

¿Cómo valora el hecho de poder compartir esta experiencia con gente que piensa igual que usted en las cosas esenciales?

Ha sido muy gratificante la desaparición de las mal llamadas “clases sociales". No ha importado el origen social o la edad de los peregrinos, ni su ciudad o país de origen. Todos éramos uno. Cuando te mueve algo superior, esas cosas no importan a nadie. Pido disculpas por usar el lenguaje de los Enemigos de la Fe, pero es una manera rápida y fácil de que se me entienda.

¿Por qué las amistades en Dios son más profundas que las del mundo?

No se contestarle muy bien esta pregunta. Solo le diré que hay gente de mi propia parroquia que no sabia ni su nombre y hoy daría la vida por defenderlos. El resto, Dios dirá.

¿Cuál ha sido el instante más vibrante de estos días?

La última ascensión casi al trote, personalmente estaba roto por llevar nuestro estandarte de 40 kilos las ultimas horas, pero los mozos de la Cruz de Borgoña empezaron a apretar con la Virgen a hombros y marcaron un ritmo brutal. Esa llegada, cantando, casi al trote, mezcla de épica y sacralidad. Jamás lo olvidaremos.

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7.08.21

Toni, voluntario en peregrinación a Covadonga: “Con actitud de humildad y servicio venceremos a Satanás”

Antonio García Cortés es vocal de Hispania Martyr y adorador nocturno español. Ha participado en la peregrinación a Covadonga Nuestra Señora de la Cristiandad sirviendo en labores de voluntariado en el capítulo de Santa Eulalia para que otros pudieran caminar. Valora la experiencia de la peregrinación y la vocación de servicio.

¿Cómo han vivido en su capítulo la vocación de voluntariado y de servicio?

En el corazón del capítulo de Santa Eulalia late la parroquia de San Jorge, lugar dónde tenemos costumbre de sumar bajo el buen criterio de nuestro rector. Estamos ejercitados en el servicio y respetamos la jerarquía, cosa que nos ha facilitado cuidar la vida de nuestro capítulo de la misma manera que lo hacemos en la parroquia. Cierto es que hemos tenido el privilegio de prestar más atenciones dadas las circunstancias de la peregrinación, cosa que también nos ha permitido mejorar el ánimo a participantes de otros capítulos.

Usted afirma que el servicio nos ubica en un lugar de privilegio desde dónde podemos olvidarnos de nosotros mismos.

Cuándo estás en el sitio adecuado la obediencia ayuda a desarrollar capacidades que en algunos casos no nos pertenecen. Servir es dejarnos hacer en las manos de Dios, de la misma manera que cuando nos enseñan a escribir una mano cubre la nuestra y nos enseña a trazar cada letra, palabra y frase con la que rubricar nuestra vida.

Observar y prestar atención es algo que nos hace reales, ya sea durante la liturgia, la asistencia a Misa o en ocasiones como la de estos días. Servir es desarrollar una dimensión sobrenatural que ordena nuestras vidas, pero también nos enseña a reconocer el lugar, alto o bajo, que nos corresponde en cada momento. Un ejercicio de humildad que necesito para combatir mis excesos por soberbia. Solo con actitud de humildad y servicio podemos vencer a Satanás.

¿Qué supone para usted haber vivido estos días tan especiales?

Tengo la impresión de que se nos ha ofrecido una gracia inmensa y de que ahora nos corresponde ser agradecidos. Se nos ha permitido reconocer cómo la Liturgia crea vida y comunidad por si misma, esto nos certifica en la fe que mantenemos por el vetus ordo y nos interpela para seguir caminando con paso firme hacia la Tradición. Esto es lo que he percibido en mí y en otros dias después de nuestro regreso.

¿Era consciente de ser testigo de un acontecimiento importante?

Sí, pero no hasta el punto de lo que allí se ha vivido. Se tiene la impresión de estar haciendo historia pero desde dentro, una especie de gestación que aún está por dar a luz.

¿Cómo ayuda el hecho de poder vivir el Evangelio con familias católicas y hermanos bajo un mismo ideal?

Es importantísima una buena comunión entre familias dentro de la Iglesia, el ambiente de la peregrinación sea ha enriquecido con la asistencia de familias que son auténticos ejemplos de unidad y entrega. Pienso que ha sido muy beneficioso para todos y ha propiciado el carácter entrañable y familiar que ha tomado la peregrinación.

¿Por qué las amistades en Dios caen en tierra fértil y duran más?

Bien sabes que los lazos que nos unen no son de éste mundo, con esto estaría dicho todo. Pero a veces hay una admiración mutua que nos hace iguales y nos ayuda a perseverar en la fe, hay una necesidad fraterna de ver el bien en el otro cómo propio que no se da fuera de la Iglesia.

¿Con qué momento se quedaría de toda la peregrinación?

Me resulta difícil definir un momento que no me haya resultado emocionante, inmersos en la gracia todo es bueno. Pero si he de elegir me quedo con la llegada a Covadonga, fue una explosión de bondad, entrega, entusiasmo, plenitud…algo muy grande acababa de llegar.

¿Por qué es vital que los fieles vean en los sacerdotes a verdaderos padres en su peregrinar al cielo?

El sacerdote tiene que ser un modelo en el que reflejarse, alguien que nos recuerde que pertenecemos a Nuestro Señor mediante sus obras pero también por su capacidad de buscar a Dios en toda decisión. El ejemplo de un buen pastor nos facilita nuestra conversión, necesitamos a alguien que cuide las almas para bien de nuestra santificación.

Era muy necesario vivir el espíritu de oración y penitencia.

Si, los más jóvenes tienen una ocasión extraordinaria para vencer a la barbarie mundanizante que hoy nos asedia, la fe se ha hecho efectiva a lo largo de la peregrinación. El sacrificio se ha vivido con alegría y así la dificultad ha resultado parte de una misma pasión. Esperemos que muchos jóvenes encuentren arraigo y sean aún más en próximas convocatorias. Es muy alentador el buen ambiente en las familias y más cuándo compruebas el buen comportamiento y respeto que muestran los más pequeños. Un soplo de aire fresco.

Por Javier Navascués

6.08.21

P. Olivera Ravasi: "Era absolutamente necesario un Chartres español y se logró con jóvenes aguerridos"

El P. Javier Olivera Ravasi, SE no necesita presentación, pues es uno de los comunicadores católicos más influyentes del mundo hispano con su web https://quenotelacuenten.org y su canal https://www.youtube.com/c/qntlcque les invitamos a seguir a los que aún no le conozcan, cosa difícil y más en este portal de InfoCatólica donde tenemos el honor de contar con él en su magnífico blog del mismo nombre: https://www.infocatolica.com/blog/notelacuenten.php

Es un gran entusiasta de las peregrinaciones Nuestra Señora de la Cristiandad y ha participado en varias de ellas para venerar a la Virgen de Luján, Argentina. Aprovechamos la ocasión para entrevistarle y comentar con él el hecho de que este año España se ha sumado a las peregrinaciones tradicionales.

¿Cómo valora la primera peregrinación tradicional a Covadonga que ha
habido en España y qué ecos le han llegado?

Cuando hace más o menos un año me enteré de que una serie de jóvenes aguerridos y entusiastas españoles comenzaron a pensar en la posibilidad de emular esta excelente iniciativa francesa, pensé para mis adentros, recordando al viejo Ásterix: “los romanos están majaretas…” ("pero los españoles también” – me dije).

Es que hace ya algunos años que vengo haciendo los fatigosos cien kilómetros en esta, mi patria natal, la Argentina, donde comenzaron 10 amigos y hoy suman ya más de 1000 peregrinos que, contra viento y marea, siguen siendo verdaderos custodios de la tradición.

Sabía que España no podía quedarse atrás; es nuestra madre y ha hecho cosas mil veces más grandes que estas. Porque España sigue viva; sigue viva en estas almas que mantienen en alto el pendón del imperio donde no se ponía el sol.

Usted es un gran entusiasta de todas las peregrinaciones de Nuestra Señora de
la Cristiandad. ¿Qué le ha aportado participar varios años en la peregrinación a la Virgen de Luján?

Sin lugar a dudas que, año tras año, uno ha venido viendo cómo esta experiencia completamente laical (en el excelente y legítimo sentido de la palabra) ha logrado lo que algunos creían imposible: que durante un fin de semana completo y un día más (la peregrinación dura tres días, casi) se dejen comodidades del mundo burgués, se desconecte uno de las pantallas y vaya cantando y marchando, cara al Sol, hasta los pies de Nuestra Señora, viviendo algo de aquella triple renuncia que hicimos en nuestro santo Bautismo: contra satanás, el mundo y la carne. Y todo, en un espíritu de excelente camaradería, alegría y compañerismo.

Hay quienes han descubierto allí su propia vocación católica, quienes han tenido su camino de Damasco, quienes han visto claro su llamado al sacerdocio o a la vida consagrada y, por último, quienes han encontrado la “víctima” ideal para pasar el resto de sus años en matrimonio. ¡Je! Porque ¡es un excelente lugar para encontrar, católicamente hablando, “un buen candidato", como decía mi abuela.

¿Era necesario un Chartres a la española en el país que llevó la fe a
América?

Sí; absolutamente. Es más: no entendía, años atrás, cómo aún no se había formado allí, en la tierra del Cid, de Cervantes, de los enormes misioneros, santos, conquistadores y mártires, algo tan loco y osado como esto. Es que es como decía el gran Pemán: “cuando se trata de consumar la maravilla / de una nueva hazaña,/ los ángeles que están junto a Su Silla,/ miran a Dios y piensan en España…” .

Quizás ustedes, los españoles, no se dan cuenta de esto; quizás deban despertar de ese sueño dogmático en el que tantos años de leyenda negra los ha sumergido: pero España ha sido la nación elegida por Dios, es un pueblo de grandiosos y sufridos labriegos que no tiene parangón en la historia de la Iglesia. Y no lo tiene sólo por haber sido elegida por San Pablo, Santiago y tantos otros apóstoles, sino porque la mismísima Madre de Dios quiso misionar allí para quedarse férreamente en la rudeza de un pilar. Al igual que con México, non fecit talliter omni natione (Ps 147).

Afortunadamente están proliferando este tipo de peregrinaciones por todo el mundo. Hace poco nos llegaban noticias de otra en Suecia. ¿A qué cree que se debe este auge de amor por la liturgia tradicional?

El auge de la liturgia tradicional posee un secuaz, un cómplice invisible y galopante que, gracias a Dios, no ha sido descubierto aún por la progresía canallesca y estéril que prolifera en buena parte de la Iglesia. Y no es otro que el modernismo (como lo llamó San Pío X), un veneno que hace más de un siglo se encuentra sus venas; pero es un veneno visible, un veneno que, a diferencia de las flores de loto, no atonta, sino que causa rechazo en las almas viriles, en las almas de quienes buscan con violencia el reino de los cielos.

La liturgia tradicional, la misa tridentina, es el verdadero opus Dei, obra de Dios que, a la vez, es culmen de una cultura; porque toda cultura engendra un culto y todo culto depende de ella. De allí que, para restaurar la verdadera cosmovisión católica, no quede otra opción que buscar sus fuentes y sus cúspides y, en este sentido, son muchos los que hoy, al conocerla, dejan todo, compran el campo y llaman a sus amigos porque han descubierto un tesoro (cfr. Mt 13,44).

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