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14.04.20

Javier Barraycoa: "Seguro que con la pandemia hay conversiones y mucha gente volverá a intentar rezar. Lo malo es que muchos ya ni saben rezar"

Entrevistamos al sociólogo Javier Barraycoa, que analiza en profundidad las principales consecuencias que tendrá la pandemia en la sociedad. El profesor Barraycoa ha estudiado a fondo todo lo relacionado con el poder y el miedo como herramienta de control social.

En primer lugar, ¿se podría decir que esta gran pandemia ha sorprendido a una humanidad, que instalada en el estado de bienestar, ya daba por superado estos temas?

Los expertos no vendidos al sistema, ni al imperante discurso del progreso optimista, siempre han avisado. Cuando se inició “oficialmente” la globalización, se escribieron obras como la de Ullrich Beck, titulada “La sociedad del riesgo". Uno de los escenarios que se ha contemplado desde entonces era el de una, o sucesivas pandemias. Pero a los expertos no se les da voz, si plantean tesis que pongan en duda la bondad de la globalización.

Esta pandemia ha demostrado que el Estado de Bienestar tiene aluminosis. A duras penas Estados como España e Italia han aguantado. Y ello al precio de hipotecarnos para varias generaciones. Una segunda oleada de esta pandemia, no lo aguantaríamos y se desvelaría que el Estado de Bienestar es una farsa insostenible.

¿Las firmes medidas de confinamiento y las consiguientes sanciones para el que no las cumpla hace que se recupere en cierta medida el sentido de autoridad, tan perdido en las sociedades modernas?

No. Hay que distinguir entre autoridad y autoritarismo. Países disciplinados como Suecia, Holanda y Japón, no han recurrido -hasta ahora- al confinamiento estricto. la razón es que reconocen la autoridad y obedecen sin necesidad de que el estado despliegue un sistema de control total. Creo que el confinamiento que estamos viviendo en muchos países, está creando lo contrario. Nos están habituando a dos tipos de confinamiento. Uno es físico y otro mental. A esto le podríamos llamar ingeniería social, pues el acatamiento al poder funciona, porque este ha conseguido a través de los medios de comunicación una falsa conciencia colectiva. Así el confinamiento se ha transformado en un autoconfinamiento lúdico y casi festivo. Ahora más que nunca el Estado se manifiesta como un Gran Hermano. Ya no es un Padre odioso, sino que toma la figura de Madre que vela y quiere a sus hijos. Todo esto es, insisto, lo más alejado de la autoridad y lo más próximo al autoritarismo propio de la posmodernidad.

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