El catolicismo ante la pandemia
Las puertas cerradas de la Basílica del Santo Sepulcro | © VaticanNews

El catolicismo ante la pandemia

La respuesta de la Iglesia al tremendo desafío espiritual ha sido social e institucionalmente irrelevante

Navegando entre la tercera y la cuarta ola nos alcanza el aniversario del desencadenamiento del horror imprevisto, y probablemente imprevisible, que ha sido esta pandemia. Que la efeméride sobrevenga en tiempo de cierto alivio ayuda a poder enfrentarse al necesario balance, de seguro improcedente en un momento álgido con fallecidos por centenares y miles y miles de nuevos infectados cada día. Muchos harán en estos días cuentas de víctimas y daños, y emitirán juicios sumarísimos sobre el comportamiento de los políticos y de la sociedad ante una prueba que nos ha desnudado. Muy lejos semejante empeño de esta modesta columna, sí quisiera reparar en algo que muy pocos atenderán: la dimensión religiosa de la catástrofe.

Y lo más llamativo de esa dimensión de la pandemia es que, por vez primera en la historia de Occidente -y naturalmente de España- no ha existido. Nadie podrá escribir la historia de la respuesta de la Iglesia y de los cristianos al tremendo desafío espiritual que el Covid-19 ha supuesto porque ésta ha sido social e institucionalmente irrelevante, aunque siempre podrán exhibirse comportamientos individuales no sólo heroicos, también santos, entre enfermos y cuidadores. No estamos en esta ocasión ante el habitual fenómeno de ocultación mediática de los méritos de la Iglesia en cualquier campo, hemos vivido, por vez primera en la historia, la desvinculación total de los ámbitos de la religión y de la enfermedad, pues Dios ha sido extraído, por medio de las voces eclesiásticas más autorizadas, de toda «responsabilidad» de los que nos sucede. No podemos extrañarnos, pues, de que la respuesta social y personal haya sido borrar casi por completo a Dios de la solución. El ateísmo práctico ha sido, en medio del inmenso drama, el que ha gobernado en todo momento la reacción de las gentes, creyentes o no.

El gran filósofo católico Robert Spaemann, en su comentario al salmo 31, uno de los siete penitenciales tan propios de la Cuaresma, afirmaba, sin embargo el estrecho vínculo, tan claro siempre para los cristianos, entre culpa y enfermedad, perdón y sanación: «No se trata de que exista un vínculo externo -a modo de castigo- entre pecado y enfermedad, sino de una relación íntima entre la salud del cuerpo y la del alma». Haber ocultado esto, por temor al juicio del mundo, en un infierno de iglesias cerradas y tabernáculos abandonados, ¡cuánto consuelo ha impedido, cuántos sufrimientos morales y espirituales ha añadido!

 

Publicado originalmente en el Diario de Sevilla

 

9 comentarios

Ecclesiam
Santo Tomás de Aquino, en pleno siglo XIII, el siglo dorado de la cristiandad, decía: «en el estado de perfección hay quienes tienen una caridad solamente imper­fecta o en absoluto nula, como muchos obispos y religiosos que viven en pe­cado mortal» (De perfec. 27).

Dice «muchos», osea, la mayoría de los obispos y religiosos.

Si eso era así en pleno siglo XIII, hoy, en el siglo XXI, que estamos muchísimo peor, no será extraño decir que «casi todos» viven en pecado mortal.

De ahí la pésima reacción y muy lamentable de casi todos. Obviamente, si se vive en pecado mortal, se está completamente ciego para las realidades sobrenaturales, y por lo mismo, para buscar el bien sobrenatural propio y del prójimo. Como evidentemente ha pasado.

«No habéis fortalecido a las ovejas débiles, no habéis cuidado a la enferma ni curado a la que estaba herida, no habéis tornado a la descarriada ni buscado a la perdida; sino que las habéis dominado con violencia y dureza. Y ellas se han dispersado, por falta de pastor, y se han convertido en presa de todas las fieras del campo; andan dispersas»
Ezequiel 34, 4-5
6/03/21 3:09 PM
Juan Mariner
Durante la pandemia, a jerarquía ha corrido presta a esconderse del contagio más que nadie, a saltarse el orden de vacunación desesperadamente, a establecer medidas restrictivas superiores a las oficiales... Sólo les preocupa que, ante la falta de fieles en las iglesias, se ha dado falta de financiación.

En efecto, no se le pueden pedir peras al olmo.
7/03/21 9:18 PM
Gabriel
Pero ¿de verdad creen que las iglesias, donde se haya hecho, porque en muchas diócesis (las de Madrid p. ej) no se han cerrado, ha sido por miedo al juicio del mundo? Eso es un juicio de intenciones en toda regla: inadmisible moralmente para un cristiano. Como dice S. Ignacio: "hay que salvar la proposición del prójimo" y si no "entenderla del mejor modo posible"... ¿No será más bien por un deber de caridad y de responsabilidad hacia el prójimo? Jesucristo está de modo eminente presente en la Eucaristía pero, gracias a Dios, el Espíritu consolado suple con su gracia las carencias que se puedan presentar.
No se puede/debe juzgar tan temerariamente y hagan un acto de fe en la presencia de Dios viva y operante en el alma en gracia, incluso privada sin querer del auxilio los sacramentos, máxime cuando la Iglesia ofrece medios como la contricción perfecta hasta que la confesión sea posible o la comunión espiritual...ESTOS JUICIOS TEMERARIOS NO SON DE DIOS NI, AUNQUE LO APARENTE, EDIFICAN LA IGLESIA.
7/03/21 10:58 PM
Javier Álvarez
Rafael: los logros y las corrupciones es sociales nunca vienen de las bases sino de aquellos que lideran. En la Iglesia sucede exactamente lo mismo. Yo no creo que Dios no esté presente. No lo está en la conciencia ni en el discurso (logos) de la jerarquía eclesiástica que entendió que esta situación es «una pataleta de la naturaleza». No lo está en las diócesis donde sus obispos ni han instado a la oración contra la pandemia, porque no creen que Dios pueda disponer en cualquier momento sobre los destinos del mundo. Los mejor intencionados pensarán que no pedirle la sanción tiene correlación con no atribuirle causa).
Sin embargo Dios se ha instalado en muchos hogares y familias que dejaron de asistir a los templos que la jerarquía les cerró en las narices para instaurar el rosario en casa, la liturgia de las horas, un pequeño altar de referencia y una fe saneada de injerencias clericales.
Sobre los resultados, tal vez no nos toque verlo. Pero la Iglesia post-pandemia puede estar más purificada y menos clericalizada.
Para los «críticos» que no piensen que hablo de protestantización, sino de repunte De la Iglesia Doméstica. En cuanto al clero: para un mal clero mejor ninguno.
8/03/21 9:23 AM
Gabriel
Me van a perdonar pero no se pueden en conciencia utilizar estas generalizaciones abusivas e injustas: sobre la Jerarquía, sobre los obispos, sobre las diócesis... Si el cierre parcial y no siempre de los templos ha servido para reforzar las iglesias domésticas, hay que dar gracias. Pero esta crítica gruesa al clero es cruel y dolorosa entre cristianos: como si no hubieran muerto más de 100 sacerdotes y unos cuantos obispos y muchos de ellos en su ejercicio pastoral. Así como los numerosísimos que han estado al pie del cañón: en Ifema, en el Zendal, en hospitales y crematorios...etc. No soy clérigo, pero insisto en la falta de comunión eclesial cuando se generaliza y juzga despiadadamente. Sin Jerarquía, y sin sacerdotes, la Iglesia no podría existir, al menos la católica, y son pecadores, como todos: con eso ya contaba el Señor. No se sustenta en ellos, sino en la Cabeza del Cuerpo.
9/03/21 2:05 PM
Rafa Gomez
Estoy de acuerdo con Rafael Sánchez. La jerarquía ha perdido una oportunidad, pero sobre todo los muertos han perdido la ocasión de recibir los Sacramentos antes de morir. Nadie se ha preocupado de recordarles la importancia de la Confesión y la Unción ante la muerte.
11/03/21 8:48 AM
Martinna
Siempre nos quedan personas como Gabriel que hace comentarios correctos, porque algunos, que se quejan aparentando importarles la Iglesia, se ponen en una evidencia que da pena, la queja constructiva tiene matices diferentes de la crítica corrosiva.
Si los seglares fuéramos mejores quizá seriamos incentivo para los eclesiásticos. Debe ser muy frustrante trabajar año tras año y ver qué todo sigue tal cual, sin respuesta adecuada de quienes deberían recibir, corresponder, agradecer, mejorar... Cualquier profesional puede buscar otro trabajo para intentar rehacer su vida, si no encuentra satisfacción en lo que hace; pero un sacerdote que sufre solo tiene consuelo espiritual, ataques del maligno y de sus congéneres, porque buscar otro trabajo sería un remiendo que no le arregla la vida. Así que a ver si nos ponemos a funcionar mejor y cuidamos a los pocos eclesiásticos que nos quedan, por “malos” que sean son necesarios de verdad.
11/03/21 2:12 PM
Pablo
Primera vez ante un problema de salud pública que la Iglesia no llama al arrepentimiento. Y esto ante un mundo que quiere imponer una nueva ideología que afecta la familia natural y el aborto como medio anticonceptivo a diestra y siniestra con un peligro próximo a penalizar a quien piense y hable lo contrario, esto incluye una persecución religiosa. Ante todo esto el predicador del Vaticano Cantalamesa dijo que Dios no castiga será que no ha leidp la biblia.
11/03/21 8:11 PM
Gabriel
Gracias, Martina, porque veo que tenemos sensibilidad similar: sinceramente, creo es la adecuada. Decía Juan Pablo II que en la Iglesia nada se construye sin caridad, y si nos dedicamos a criticarnos despiadadamente como si no fuésemos un Cuerpo donde todo afecta a todos -el pecado y la santidad- y no sentimos como propios los males ajenos: en lucha dialéctica de "clases" (como en el marxismo pero trasladándolo al clero-laicos); entonces, se nos recuerda en el Evangelio - cuando acusan a Jesús de ser del demonio por expulsarlos- que Él respondió-: "si un reino está dividido contra sí mismo, tal reino no puede permanecer". ¡Es muy serio!
Y sobre lo de que la pandemia es un castigo divino, curioso que afecte en el 90% a los ancianos y más débiles/enfermos, que según un estudio retrase en 20 años la lucha contra el hambre extrema en el mundo, que hayan muerto más de 2.000.000 de personas...No niego que Dios pueda castigar, pero afirmarlo no se puede hacer a la ligera: imagínense si se comprobara que es una creación de laboratorio! El tema requiere un discernimiento espiritual muy serio, si no queremos caricaturizar terriblemente a Dios.
20/03/21 10:24 PM

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