Los Adultos y la Pornografía

Los Adultos y la Pornografía

Ver pornografía supone una derrota para nuestra fuerza de voluntad y que nuestros más bajos instintos se enseñoreen cada vez más de nosotros.

Mi artículo anterior en InfoCatólica lo titulé «Adolescentes y Pornografía» y hacía referencia a los problemas que la Pornografía ocasiona a esa edad. Pero no es el mundo juvenil el único afectado, sino que la Pornografía afecta a todas las edades. En ese artículo citaba al Catedrático de Psiquiatría don Enrique Rojas quien afirma: «Hoy sabemos por investigaciones recientes que la adicción a la pornografía es más grave que la adicción a la cocaína, pues afecta a circuitos cerebrales concretos, en donde una sustancia llamada dopanima asoma, y, después de un tiempo sin ver ese tipo de imágenes, uno se ve empujado a buscarlas, es como un imán que arrastra en esa dirección».

Pero esto, desgraciadamente, no es sólo propio de los adolescentes, sino que afecta también a los adultos. Ver pornografía supone una derrota para nuestra fuerza de voluntad y que nuestros más bajos instintos se enseñoreen cada vez más de nosotros. La pornografía es degradación, y como su objetivo no es otro sino el dinero, hemos de procurar para combatirla que nuestro dinero no sirva para engrosarla. Es una industria que mueve miles y miles de millones de dólares y euros. Los nuevos medios de comunicación, como Internet, han hecho mucho más fácil el acceso a la pornografía con consecuencias desastrosas para millones de usuarios de todas las edades. Recuerdo que en cierta ocasión casé a un amigo. Me dijo que tanto él como su novia llegaban vírgenes al matrimonio y me pidió un consejo para el acto sexual. Recuerdo que le contesté: «Procura que tu esposa vea que haces el acto sexual con ella porque la quieres y no porque eres el macho ibérico que se desfoga».

Mucho me temo que cuando uno se ha habituado a la pornografía, el acto sexual deja de ser expresión de un amor profundo y percibido como tal, sino que cuando esta persona tiene relaciones íntimas procura repetir lo que ha visto escenificado y actúa con una brutalidad que provoca en la mujer falta de placer y de deseo sexual que llega a ser auténtica repulsión. La mujer termina siendo frígida, porque el hombre no ha sabido hacer las cosas bien. No nos extrañe por ello que la pornografía juegue un papel muy importante en la mayor parte de los divorcios.

El acto sexual tiene que ser expresión de amor para que pueda llegar a su verdadera plenitud, y si no es así no puede surgir una verdadera unión entre los dos por lo que ambos, y especialmente la mujer, quedan defraudados. Por ello, hay psicoanalistas que declaran haber curado más frigideces aconsejando al marido que tratando a la propia paciente, ya que el esposo es el educador primordial de la sexualidad de su esposa, pues una buena comunicación con la pareja puede ayudar a entender y resolver estas situaciones, siendo por ello necesaria una atención perseverante para evitar que el matrimonio se asfixie por la rutina y las preocupaciones cotidianas. Una relación sexual no es un fracaso si en ella hay una expresión profunda de amor. Pero cuando la sexualidad se hace costumbre o rutina y falta en él la ternura es muy probable que se produzca un estado casi permanente de frigidez.

Por ello la persona atrapada en la pornografía debe darse cuenta que está bajo los efectos de una adicción, aunque físicamente no haya una droga detrás. Como en toda adicción, lo primero que necesita es la voluntad personal de tomar parte en la batalla por la propia libertad y hacer lo necesario para ganar. Debe saber buscar ayuda, que puede encontrar en la fidelidad en intimidad mutua con la propia pareja, en programas on line que ayudan a vencer el hábito, en asistencia terapéutica y para las personas religiosas en un encuentro más profundo con Dios. Desde el punto de vista religioso es pecado, pues es una de las maneras en que se expresa la fornicación con olvido de que la sexualidad ha de expresarse como relación interpersonal responsable frente a los demás, que deben ser siempre un tú y nunca objetos, y además se enfrenta con la Bienaventuranza que dice: «Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios» (Mt 5,8), pero recordemos que Dios está siempre dispuesto a perdonarnos y que lo específico del cristiano es la esperanza.

Pedro Trevijano, sacerdote

 

3 comentarios

Manuel d
Muchas gracias por el artículo. El Señor le bendiga.
3/12/19 11:00 PM
Forestier
Difícil lo veo, pero lo eficaz sería que este artículo lo leyeran precisamente los "pillados" por esta auténtica lacra, que contamina con la lepra espiritual a sus adictos.
4/12/19 12:06 PM
Manuel Montoto
Excelente artículo, me encantaría que me mandaran más información
11/12/19 12:16 PM

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