(El País / InfoCatólica) El informe del primer semestre de 2011 sobre patrimonio eclesiástico, remitido por la Policía Judicial de la Guardia Civil a la Fiscalía Superior, da cuenta de robos, hurtos y actos vandálicos, llevados a cabo por españoles y bandas extranjeras.
En esta ocasión, abundan las sustracciones de campanas, de cruceros y de objetos litúrgicos metálicos, aunque la Comandancia de A Coruña, que aporta los datos de 2010, hace referencia a la desaparición de dos tallas de madera policromada con ficha en el archivo de Patrimonio Histórico Español. Probablemente la más valiosa de ellas, robadas después de forzar la puerta de la iglesia de Filgueira de Traba (Cesuras), es una imagen de Nuestra Señora de la Merced con el Niño del siglo XVII.
La Coruña
En total, en la provincia de La Coruña se denunciaron tres robos en iglesias, pero a la vez la Guardia Civil localizó varias piezas que habían desaparecido, como un crucero que faltaba de Bribes (Cambre) desde 1978, y dos campanas (de 1867, valorada en 12.000 euros, y 1906, respectivamente) que faltaban de Negreira y de Silleda y fueron halladas en una chatarrería de Noia.
Esto llevó a la detención de “cinco personas por los delitos de receptación y contra el patrimonio histórico, todas ellas gerentes y empleados de chatarrerías” de Noia y O Porriño. Los agentes iniciaron también la búsqueda de dos ciudadanos rumanos, a los que se les perdió el rastro en Portugal.
Lugo, Orense y Pontevedra
En Lugo, de enero a junio, se denunciaron tres robos y dos casos de agresión contra el patrimonio cultural. En Orense, dos más, uno de hurto en una iglesia y otro de robo forzando una capilla. Y en Pontevedra, un robo en una iglesia de Cangas en la que, antes de huir, el autor (o autores) tuvo tiempo de hacer destrozos y pintadas.
Las comandancias advierten de que la dispersión, el abandono del rural y el enorme “deterioro” de las parroquias, a veces “en estado de semi abandono” facilitan las cosas a los ladrones y agresores, a veces menores de edad. Las medidas de seguridad “no ofrecen un mínimo de eficacia”, los objetos de valor artístico se encuentran desagrupados y es difícil vigilarlos todos. Además, el cuidado suele correr a cargo de vecinos.