(RV/InfoCatólica) San Alberto Magno, nacido en Alemania al inicio del siglo XIII, se formó en la universidad de Padua. Después de la ordenación sacerdotal y de haber entrado en la orden de los dominicos, sus superiores lo enviaron para que enseñara en varios centros teológicos anexos a los conventos de los Padres dominicos. Las brillantes cualidades intelectuales le permitieron perfeccionar sus estudios en la más célebre universidad de su época: París. De París pasó a Colonia, llevándose con él a un alumno excepcional: Tomás de Aquino. Entre los dos teólogos se instauró una relación de recíproca estima y amistad.
Sus dotes hicieron que el papa Alejandro IV llamara a Alberto a Roma durante un tiempo para valerse de sus consejos. El Pontífice lo nombró obispo de Ratisbona. En 1263, el papa Urbano IV lo envió de nuevo a predicar en Bohemia y luego a enseñar en Colonia. Siendo hombre de oración, enseñanza y caridad gozaba de gran estima, lo que hizo que interviniera en varias ocasiones como hombre de reconciliación en distintas disputas de la Iglesia con instituciones ciudadanas. Se prodigó también en el II Concilio de Lión, en 1274, convocado por el Papa Gregorio X, para favorecer la unión entre la Iglesia latina y la griega, tras el cisma de Oriente en 1054. Murió en su celda del convento de Santa Cruz en Colonia, en 1280.
San Alberto decía que “todo aquello que es racional es compatible con la fe revelada en las Sagradas Escrituras, puesto que entre fe y ciencia no existe oposición, al contrario, hay amistad, porque el mundo natural es un libro escrito por Dios”, ha afirmado Benedicto XVI. “Quien estudia las ciencias de la naturaleza -como hizo el mismo san Alberto en su juventud-, puede recorrer un verdadero camino de santidad”.
Benedicto XVI ha recordado en particular la valoración que hizo san Alberto del pensamiento de Aristóteles, demostrando una ''apertura mental'' antes impensable, capaz de hacer suya una ''filosofía pagana y precristiana'' hacia la cual muchos teólogos nutrían aversión. Fue una verdadera ''revolución cultural'' -ha dicho el Pontífice- que ha demostrado como ''todo aquello que es realmente racional es compatible con lo que han revelado las Sagradas Escrituras''.