Demoledor diagnóstico del arzobispo emérito de Resistencia

Monseñor Giuaquinta: «Desde los tiempos de Jesús, el estilo prepotente de la autoridad civil no ha cambiado mucho

«Si miramos el curso de la historia, constatamos que, desde los tiempos de Jesús, el estilo prepotente de la autoridad civil no ha cambiado mucho. Y ello, favorecido por una concepción errada de la misma, y por la actitud pasiva de pueblos poco evolucionados políticamente que aceptan ser sojuzgados por ella. Es verdad que la república y la democracia han venido a poner freno al absolutismo de los reyes. Pero no es menos cierto que aún en la república han surgido dictadores terribles, que han arrastrado a sus pueblos a grandes desastres. Baste recordar al Tercer Reich con Hitler, y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas con Stalin. Y, entre nosotros, la Junta Militar. Desde esos extremos, los pueblos han sufrido y sufren una gama enorme de gobiernos prepotentes, pero se inspiran en ellos para su forma de ser». Así se expresó monseñor Carmelo Juan Giaquinta, arzobispo emérito de Resistencia, en su reflexión del pasado fin de semana.

(AICA/InfoCatólica)  El prelado lamentó que en sus casi ochenta años ha visto a su país “descender peldaño a peldaño hasta llegar al fondo del valle la cultura política en que hoy nos encontramos”, y advirtió sobre la “prepotencia” que se encuentra presente en “la idiosincrasia argentina que enrarece el ambiente y lo priva de la libertad necesaria para vivir”.

Advirtió además que si no se le pone nombre, “la enfermedad que padecemos no puede ser diagnosticada ni curada. Y seguiremos descendiendo peldaños, hasta llegar a ser una nación aun más insignificante que hoy en el concierto internacional”.

Monseñor Giaquinta aseguró que hay prepotencia en la calle, “donde no se respetan las normas de tránsito, y en los piquetes, que impiden alevosamente la libre circulación”; en el supermercado, “donde Dios te libre de tener que hacer un reclamo por un aparato que compraste”; en el deporte, en el mundo sindical, y los partidos políticos. En este punto advirtió que en ellos “despunta con frecuencia la tentación totalitaria” ya que “en vez de verse como un partido o ‘parte’ del todo social, presumen ser el ‘todo’ y ahogan a las minorías”. Y añadió en esta categoría, la “prepotencia en los elegidos por el pueblo para ser sus representantes”.

“La enfermedad es grave -sentenció-. No se la puede curar de golpe. Necesita de un largo tratamiento. Para ello es necesario adoptar políticas que favorezcan la terapia del alma nacional. Pero sin esperar a que otros se hagan cargo de la terapia, comencemos por la propia casa”.

Propuso como primera “terapia” “la educación en la familia”, que es adonde “debe plantarse la semilla de la humildad”. En segundo lugar, llamó a “revisar la catequesis parroquial y la enseñanza de la religión en las escuelas católicas” a partir de “cuál es el ideal de autoridad y de ciudadano que trasmitimos”. Por otro lado consideró necesario preguntarse acerca de si en la doctrina social de la Iglesia que enseñamos “trasmitimos una visión integral de los derechos del ciudadano, que incluye los correspondientes deberes”.

Lo mismo para “la noción de autoridad: ¿Enseñamos que ésta viene de Dios, y por ello debe ser respetada y obedecida? ¿Enseñamos, a la vez, que ésta debe ser resistida democráticamente cuando pretende establecerse como instancia absoluta, que desplaza a Dios con leyes perversas, o con prepotencia se pone por encima del bien común? ¿Enseñamos que el cristiano debe orar por la autoridad, para que cumpla su misión y venza la tentación de la prepotencia que la acecha?”, ya que “sin humildad, los argentinos podríamos discursear mucho sobre el Bicentenario el año que viene. Pero todo sería vana palabrería”.

1 comentario

feligrés
...Y el estilo prepotente de las autoridades eclesiásticas tampoco ha cambiado mucho....
¡¡¡desgraciadamente!!!
23/10/09 7:02 PM

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