(Catholic Herald) Los médicos podrán terminar con la vida de pacientes con enfermedades degenerativas severas o demencia avanzada si se aceptan nuevas propuestas de sus líderes.
La Asociación Médica Británica ha propuesto nuevas pautas que recomiendan que los médicos generales puedan retirar los tubos que suministran agua y comida a aquellos que no pueden alimentarse por sí mismos, incluso en los casos en que dichos pacientes podrían vivir durante años.
Las propuestas se presentaron en respuesta a casos de prueba legal en los que los jueces dictaminaron que funcionarios y funcionarios calificados del NHS ya no requieren el permiso del tribunal para retirar la nutrición artificial y la hidratación de los pacientes que están incapacitados e incapaces de comunicarse o alimentarse.
La decisión de los jueces de la Corte Suprema el mes pasado respaldó el derecho de los médicos a retirar los suministros nutricionales que sostienen la vida bajo su propia autoridad, siempre que cuenten con el permiso explícito de la familia del paciente o, donde no exista familia, el poder médico.
La retirada del tratamiento en tales circunstancias conduciría a la muerte del paciente, una decisión que ha sido etiquetada como «eutanasia por sigilo».
De acuerdo con las propuestas preliminares que circulan en la BMA, los médicos deberían tener la autoridad para terminar con la vida no solo de aquellos pacientes que están cerca de la muerte o en estados vegetativos o mínimamente conscientes sino también «el grupo mucho más grande de pacientes que tienen múltiples comorbilidades, fragilidad o condiciones neurológicas degenerativas ».
Estas nuevas pautas cubrirían «aquellos pacientes que tienen una condición degenerativa reconocida, como la demencia avanzada, el Parkinson o la enfermedad de Huntington, que probablemente resultará en que el paciente no pueda tomar suficiente nutrición por vía oral», así como pacientes con accidente cerebrovascular y aquellos con «lesión cerebral que progresa rápidamente».
Añaden: «Debido a la naturaleza degenerativa de su condición, estos pacientes se encuentran en una trayectoria descendente esperada e inevitablemente morirán, generalmente como resultado de su afección subyacente, aunque quizás no inminentemente y podrían, potencialmente, seguir viviendo durante muchos años».
Actualmente, se estima que aproximadamente 850.000 personas tienen demencia en Gran Bretaña, y se espera que esa cifra supere los 1.000.000 para el año 2025.
Pero las nuevas propuestas han atraído críticas significativas de médicos y activistas que se oponen a la eutanasia y la interrupción deliberada de la vida por parte del personal médico; entre ellos, el Dr. Peter Saunders, del grupo «Care not Killing», que lo llamó «una receta para la eutanasia por sigilo, pero todo en nombre de la autonomía y los mejores intereses».
«Es inconcebible que decenas de miles de pacientes en Inglaterra y Gales sean vulnerables al uso y abuso de esta guía».
«Será casi imposible determinar qué sucedió en un caso determinado y no existen mecanismos legales para llevar a los abusadores ante la justicia».
El profesor Patrick Pullicino, de East Kent Hospitals University NHS Trust, el consultor que ayudó a exponer muertes hospitalarias injustas bajo el programa Liverpool Care Pathway, declaró que el plan de BMA era «terrible», y agregó:
«Facilita acelerar el final de la vida para personas con enfermedades neurológicas que no están muriendo, lo cual es algo muy negativo porque hay muchos pacientes neurológicos discapacitados».