«No amamos nuestra vida»

El arzobispo de Granada lamenta que algunas especies animales estén más protegidas que el embrión humano

Al comentar la última encíclica del papa Francisco, el arzobispo de Granada, Mons. Javier Martínez, ha lamentado lo mucho que están «protegidas ciertas especies de animales, incluso por las legislaciones del mundo, y qué poco protegido está el embrión humano, el feto, el anciano, o el pobre». Además recordó que el «Papa habla de la necesidad de una verdadera revolución cultural» porque si «seguimos por el camino que vamos, nuestro horizonte, casi inevitable, es la destrucción y la muerte».

(Agencias/InfoCatólica) El arzobispo lamentó «la guerra que hacemos contra la creación» y «contra la creación inanimada, contra el mundo de las plantas y de los animales», un aspecto que, según dijo, hemos de mirar de una manera amplia frente a ciertas ideologías.

Mons. Martínez invitó a «abrir el corazón» a las cosas que nos propone y que nos enseña el Papa Francisco con su última encíclica y destacó dos de sus puntos, que «no somos dueños de la creación» y el que se refiere al vínculo en nuestra vida, porque «no podemos concebirnos como hombres aislados».

Homilía del arzobispo de Granada

Extracto de la homilía de Mons. Javier Martínez en el domingo día 21, XII Domingo del T.O, en la S.I Catedral, en la que habla sobre la Encíclica «Laudato si, sobre el cuidado de la casa común», del Papa Francisco.

(...) Si que quiero recordar, lo habéis oído todos, seguro, en los medios de comunicación, la preciosa encíclica que el Papa Francisco nos ha regalado esta semana. «Laudato si», Alabado seas mi Señor por todas las criaturas. El título está tomado del comienzo del «Cántico de las Criaturas» de San Francisco de Asís. Yo quiero simplemente, con mucha sencillez, señalar algunas claves esenciales de ese precioso texto que os invito a leer, a ojear, a releer, a abrirlo de vez en cuando por algún trozo y a ir asumiendo las verdades, las enseñanzas, las propuestas que nos hace.

El Papa habla de la necesidad de una verdadera revolución cultural. Y es necesaria. Si, sobre todo en el mundo desarrollado, pero en todas las partes del mundo, imitándonos a nosotros, seguimos por el camino que vamos, nuestro horizonte, casi inevitable, es la destrucción y la muerte. Y el Papa nos recuerda, a veces con mucho detalle, ciertos aspectos, no necesariamente los que subrayan algunos medios de comunicación social, pero ciertos aspectos esenciales.

Primero, no somos los dueños de la Creación; no somos los dueños del mundo; no somos los dueños, ni siquiera, de nuestro propio cuerpo o de nuestra propia vida. Somos criaturas y administradores de unos bienes que nos han sido dados. Y cuando uno ama al que te da el regalo, uno cuida de esos bienes. Es el subtítulo de la Encíclica: «El cuidado de la casa común». Una familia cuida normalmente de la casa en que vive. Si la familia tiene una buena salud moral y espiritual, y corporal también, -a veces no la puede cuidar porque no tiene las condiciones físicas o están enfermos, o está enfermo quien tendría que hacerlo, pero cuando estamos en condiciones normales-, cuidamos de nuestra casa. Bueno, pues nuestra casa es el mundo, nuestra casa es la Creación.

Segundo aspecto que subraya el Papa: que hay un vínculo entre nuestra vida, no podemos concebirnos los hombres como seres aislados. Es verdad que nuestra cultura tiende a que cada uno de nosotros, incluso individualmente, pensemos más en nosotros mismos como si fuéramos un individuo aislado del resto, incluso de nuestros prójimos, incluso de nuestra familia, incluso de nuestros amigos, y que todas nuestras relaciones humanas sean relaciones de intereses y de poder. El Papa viene a decir que el modo como tratamos al mundo no es mas que un espejo de como nos consideramos a nosotros mismos y de que nunca estamos aislados. Formamos parte de una comunidad, formamos parte de un entramado que abarca todas las criaturas y sólo recuperando esa conciencia de que formamos parte de ese mundo y de que todo lo que sucede en ese mundo nos importa, nos afecta, nos interesa y refleja nuestro modo de concebirnos a nosotros mismos. No hay diferencia entre el modo como tratamos al mundo y el modo como nos tratamos los hombres unos a los otros. La guerra, que desde el desarrollo primero -si queréis, desde la Guerra de Secesión americana-, ha venido siendo como la herencia de esta humanidad nuestra, de una manera casi permanente, se refleja también en la guerra que hacemos contra la Creación; contra la Creación inanimada, contra el mundo de las plantas y de los animales. Y luego, cómo tenemos que mirar eso de una manera más amplia que, a veces, ciertas ideologías: cuánto nos preocupamos por la vida de ciertas especies de animales, que son preciosas -que son preciosas porque todo en la Creación es un regalo del amor de Dios-, y qué poco nos preocupamos a veces por eso que el Papa y otras personas han llamado la «ecología humana». Qué protegidas están ciertas especies de animales, incluso por las legislaciones del mundo, y qué poco protegido está el embrión humano, el feto, el anciano, el pobre.

Cuántas veces nos alegramos a lo mejor de ciertos desarrollos inmensos de la agricultura y qué poca atención prestamos a las condiciones de las personas que trabajan, por ejemplo, en ese tipo de agricultura industrial masiva, productiva de una manera ferozmente ansiosa, o ansiosamente feroz, y, sin embargo, cómo son las condiciones de vida de quienes viven y trabajan en esos lugares. A eso no le prestamos atención, ni siquiera queremos saber de dónde provienen o cómo son o cómo se producen los frutos que comemos, a veces de latitudes muy exótica y muy lejanas de aquí, y a quiénes estamos alimentando cuando los comemos. Son preguntas que la inteligencia humana no puede dejarse de hacer y que la fe cristiana no puede dejarse de hacer iluminada por el amor de Jesucristo, centro del cosmos y de la historia, por el amor de Jesucristo al hombre y a todo lo que afecta a la vida humana.

Yo os invito, simplemente, a que leáis ese texto, a que abráis el corazón a las cosas que nos propone y que nos enseña. Por supuesto, en una Encíclica, ya lo decía Juan Pablo II en su primera encíclica social, la Doctrina Social de la Iglesia tiene ciertas categorías y ciertos principios que son inmutables, ciertos criterios que suponen ya una aplicación de esas categorías y que esos están culturalmente delimitados, y luego, indicaciones de acción que pueden ser contingentes para un momento determinado de la historia y valer para un lugar o no valer para otro. Pero yo creo que a lo que el Papa se dirige en el mundo en el que estamos es una cosa de una tremenda actualidad y tremenda importancia para nuestra vida y para la vida de vuestros hijos, de vuestros nietos. No podemos dejarles una ruina de mundo, sobre todo porque si les dejamos una ruina de mundo, habremos expresado que nosotros no amábamos nuestra vida y que no les amamos a ellos.

Por desgracia, eso es lo que sucede: no amamos nuestra vida. No nos sabemos amados por Dios, nos sentimos dueños del mundo y tenemos una especie de resentimiento contra la Creación, una actitud explotadora frente a la Creación, que destruye la Creación en la misma medida en que primero nos destruye a nosotros mismos: destruye nuestra esperanza, destruye nuestra capacidad de gratitud y de amor. Eso es el centro de la revolución cultural a la que el Papa nos invita: recuperar nuestra capacidad de gratitud y de amor por ese don precioso que el Señor nos da que es nuestra propia vida y el mundo en que vivimos.

+ Javier Martínez

Arzobispo de Granada

 

5 comentarios

enrique Cheli Pedraza
A propósito de la prohibición de las corridas de toros, ( 2012) en Cataluña a lo cual adherimos, pero al mismo tiempo, aprueban la Ley del Aborto, recordándonos esto a Suiza ,1º mundo al que algunos aspiran, donde los niños no nacidos, pareciera ser que valen menos que los animales y las plantas .
Allí el Comité de Ética Federal, promueve la defensa de la ´dignidad ´ de las plantas y el Parlamento aprobó una ley que otorga´ derecho ´ a los animales.
Nos solidarizamos con tales leyes,ya que hay que sancionar, castigar y encarcelar a los que manifiestan crueldad con el mundo animal, sin embargo,lo que no comprendemos, ante tanta sensibilidad que no la hayan hecho también extensiva al ser humano,pues, ¿Como es posible que desde el 2002 el país haya permitido abortar a las mujeres a sus hijos en el primer trimestre de gravidez?(como que el derecho a la vida de un niño, no es el primero de los derechos humanos)
Siempre nos hemos preguntado¿después de legalizar el asesinato, homicidio y crimen del aborto que es lo que seguirá? ya que a esta pena de muerte, lo consideramos el mayor holocausto, infanticidio y genocidio del siglo 21.
No olvidamos que Teresa de Calcuta, decía" El aborto es un homicidio en el seno de la madre,una criatura es un regalo de Dios¡si no quieren a los niños, dénmelos a mi"
24/06/15 1:47 AM
enrique Cheli Pedraza
Ante tanta confusión, esperamos , que los que se dicen defensores de los Derechos Humanos, colaboren en la difusión de información en Pro de la Vida a fin que mas jóvenes, educadores y lideres sociales se informen, para despertar la conciencia del mundo sobre el abominable crimen, homicidio y asesinato de la internacional de la industria del aborto, considerado el mayor de los filicidios, genocidios y holocaustos de la humanidad.
Preguntándonos¿ Como pueden afirmar muchos legisladores, jueces y políticos que están a favor de "los Derechos Humanos" y no defienden el derecho a nacer de víctimas que son matadas sin ninguna misericordia y que no tienen voz para protestar ?
Lamentablemente, no siempre llegaron las legislaturas los mejores, gracias a un pueblo sin memoria, ni instrucción cívica ciudadana, carentes de pasión por la verdad, expertos en prostituir el sentido de la política, donde gran parte de ellos con su doble discurso , han vivido contradiciéndose en no defender el primero de los derechos que es el derecho a la vida, menos mal que tales , no estaban presentes, cuando fuimos concebidos, porque, hubiéramos corrido el riesgo que nos mataran, acuchillados, antes de nacer.
Algún día estos, sus cómplices y adláteres se tendrán que juzgar ante el Tribunal Supremo, y frente a todos los que ellos contribuyeron para que fueran salvajemente atropellados en su Derecho a Vivir, mas sabiendo que cada ser humano es un ser único, original e irrepetible.
24/06/15 1:48 AM
enrique Cheli Pedraza
No habría que olvidar , que el derecho humano básico es el "derecho a vivir"¡ ya que no hay derecho a matar.
Asombrándonos que algunos en nombre de no sabemos que derechos humanos son cómplices del asesinato de niños inocentes en el seno materno, a pesar que hipócritamente hablan de las injusticias, rasgándose las vestiduras , cuando, no hay mayor injusticia que tal filicidio, genocidio y holocausto que el crimen, homicidio y asesinato del aborto .( y si no aquí, ante el Tribunal Supremo de Dios, se tendrán que juzgar)
24/06/15 1:49 AM
Luis Felipe Salamanca Castillo
Comencé a leer la encíclica de Francisco e invito a leerla. No tengo, entonces, una visión general de tan importante documento, pero me llama la atención lo que destaca el arzobispo de Granada: la ecología humana. Me preocupa que muchos estén subordinando la vida y bienestar del ser humano a la vida y bienestar de los animales. Que, incluso, les otorguen derechos. Reconozco por supuesto que hay que protegerlos, pero me opongo a que sean privilegiados. En consecuencia, se ha avanzado a velocidad de jet en la protección de algunas especies animales en tanto que aún caminamos a ritmo de mula en el reconocimiento y aplicación de los derechos de muchísimos seres humanos, especialmente los mas pobres, excluidos e indefensos.
24/06/15 11:54 AM
Graciela LC
En Buenos Aires, a una chimpancé, de nombre humano "CECILIA" le otorgaron DERECHOS...porque presentaron un HÁBEAS CORPUS. Se refieren a ella como una PERSONA NO HUMANA.La declararon SUJETO DE DERECHO Y DEMANDAN PROTECCIÓN ¿Locos, no? Es una noticia del 12 junio 2015.Me gustaría saber si este mismo abogado defiende a las VERDADERAS personas en el útero materno...
24/06/15 9:01 PM

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