(ElUniversal/InfoCatólica*) La Archidiócesis de México anunció que en señal de luto y en un acto para "manifestar nuestro dolor ante el refrendo de la ley criminal del aborto en nuestra ciudad", hará doblar las campanas de la Catedral "ante el amparo de la inicua ley de los hombres una vez que la Suprema Corte de Justicia de la Nación emita su voto resolutivo en torno a la legalidad del aborto.
A través de la página electrónica del Sistema Informativo de la Arquidiócesis de México, el cardenal Norberto Rivera Carrera sostiene:
"Es una ley que hace legal lo que nunca podrá ser moral, como es el asesinato de niños inocentes e indefensos en el vientre de su madre y para lo cual el Estado prestará su aparato de salud para estos execrables crímenes, instituciones que en otros tiempos buscaron defender el principio de la vida. Contemplamos con pesar el egoísmo y mezquindad humana que defiende la muerte antes de la vida y por ello elevamos nuestras súplicas a través de la oración y del sonido de las campanas para que, en señal de dolor, luto y penitencia por la matanza indiscriminada de infantes, pidamos perdón a Dios por quienes han promovido, votado y ratificado esta ley asesina".
Esto se da a conocer luego de que ayer en un pronunciamiento, la Archidiócesis de México criticara la decisión de ministros de la Corte de permitir que continúe aplicándose la ley que permite el aborto antes de las 12 semanas de gestación.
En el documento firmado por los obispos auxiliares y encabezados por Norberto Rivera, piden en nombre de Dios a los médicos y enfermeras, principalmente a aquellos que han sido bautizados en la fe católica, para que protejan a toda costa la vida de los niños concebidos y sean fieles a su vocación y conciencia cristiana. Les conmino a ejercer su derecho de objeción de conciencia y repudiar en sus espacios laborales este acto de lesa humanidad. Así mismo, llamamos a las autoridades sanitarias a que, acatando la ley, respeten la conciencia de los médicos que se rehúsen a practicar estos espantosos asesinatos.
Llaman también a todas las religiosas y responsables de casas conventuales para que -según su carisma y apostolado- acojan a las madres embarazadas en situación de desamparo, o a los hijos de éstas, para que el amor de su comunidad sea signo sensible de hermandad cristiana y del amor de Dios entre los más necesitados.
Exhortan a todos aquellos laicos que se desempeñan en el ámbito gubernamental o empresarial, y en cuyas manos se encuentra la posibilidad de procurar beneficios a las mujeres en situación de embarazo, a participar activamente en la tarea de salvar a los niños concebidos, procurando leyes que ayuden a las mujeres y promoviendo empleos dignos que permitan el sano desarrollo de la familia. Piden a las autoridades no negar la oportunidad de una ayuda económica digna a mujeres embarazadas, portadoras de la vida y del futuro de nuestra sociedad.
Igualmente, llaman a todas las familias a "actuar con bondad y cariño para que toda mujer viva su embarazo con la mayor protección y cuidado de sus parejas, padres, parientes y amigos, porque no hay mayor dolor que ser rechazado o señalado por la propia familia o la sociedad".