(Fides) En Filipinas los “tifones retrasados“,-respecto a la temporada habitua, se han vuelto más frecuentes y feroces“, señala el padre Mesiona. El 27 de septiembre, el tifón “Pedring“ tocó tierra en la parte norte del país, causando la muerte de 55 personas, daños a la propiedad, la agricultura y la infraestructura, por 9 millones de pesos ($ 215.000.000 ).
“Muchos pueblos están sumergidos por el agua. La gente tenía que subir a los tejados para escapar del agua, las personas sanas han ayudado a los ancianos y los niños. Los agricultores, a la espera de la cosecha en un par de semanas, están desesperados por ver sus fincas destruidas por el tifón” dice el P. Sócrates.
Justo cuando se estaba tratando de hacer un balance de los daños, cuatro días después del desastre, otro tifón llamado “Quiel“ llegó a la misma área.
Iglesias, centros de acogida
Centros de Servicio han sido establecidos por el gobierno y las organizaciones gubernamentales, mientras que se necesitan con urgencia alimentos, medicinas, ropa y otras ayudas. “Muchas iglesias se han convertido en centros para acoger a los refugiados, y los voluntarios católicos están profundamente involucrados en el rescate y la asistencia“, dice el Director de las OMP.
“Las personas desplazadas en su conjunto, son alrededor de 600.000, en su mayoría mujeres y niños. Muchos pueblos están aún bajo el agua y escasea la comida, los alojamientos y el saneamiento. De acuerdo con los meteorólogos, entre otras cosas, es posible que la serie de tifones no haya terminado“, afirma preocupado el padre Mesiona.
Entre las cosas positivas de esta devastación, se encuentra “la gran prueba del apoyo y la solidaridad que viene de un pueblo generoso y de buen corazón. El daño es tan grande que la ayuda y la asistencia siempre son bienvenidos y apreciados “, dijo el director nacional de OMP.