«Incluso en la hora más oscura se puede seguir siendo libre para amar hasta el final»

Catequesis del Papa sobre el arresto de Jesús

«Incluso en la hora más oscura se puede seguir siendo libre para amar hasta el final»

En la audiencia general de este miércoles el Papa León XIV ha continuado el ciclo de catequesis sobre el Jubileo 2025, dedicado a Jesucristo como esperanza de la humanidad. El Pontífice ha meditado sobre la escena del arresto de Jesús en Getsemaní, subrayando que su entrega no ha sido un signo de debilidad, sino un acto de amor y libertad.

(InfoCatólica) El Papa ha asegurado que «el evangelista Juan nos muestra a un Jesús que se adelanta y toma la palabra, afrontando con valentía la hora en la que puede manifestarse la luz del amor más grande».

Citando el pasaje del Evangelio, ha recordado que el Señor sabía lo que iba a pasar: «Jesús, sabiendo todo lo que le iba a suceder, se adelantó y les dijo: “¿A quién buscan?”» (Jn 18,4).

León XIV ha asegurado que el gesto de Cristo constituye la raíz de la esperanza cristiana: «Jesús no es capturado: se deja capturar. No es víctima de un arresto, sino autor de un don». Y ha añadido que en medio de la oscuridad «se puede seguir siendo libre para amar hasta el final».

El Pontífice ha destacado además la importancia de lo ocurrido ante las palabrasde Cristo:

«Cuando dice “Soy yo”, los soldados caen al suelo. Es una expresión que evoca el nombre mismo de Dios: “Yo soy”. De este modo, Jesús revela que la presencia divina se manifiesta en la injusticia, en el miedo y en la soledad».

El Papa ha constatado la actitud del Señor hacia sus discípulos en el momento de la detención: «Si me buscan a mí, dejen que estos se vayan» (Jn 18,8). Para el Papa, esta frase ha mostrado «que su sacrificio es un verdadero acto de amor. Jesús se deja capturar y encarcelar por los guardias solo para dejar en libertad a sus amigos».

León XIV ha exhortado a los fieles a vivir según la lógica del Evangelio:

«En la vida no es necesario tenerlo todo bajo control. Basta con elegir cada día amar con libertad. Esta es la verdadera esperanza: saber que, incluso en la oscuridad de la prueba, el amor de Dios nos sostiene y hace madurar en nosotros el fruto de la vida eterna».

Paz en Tierra Santa

Al final de la audiencia, el Papa ha renovado su llamamiento a favor de la paz en Tierra Santa. «Ruego que se libere a todos los rehenes, se alcance un alto el fuego permanente, se facilite la entrada segura de la ayuda humanitaria y se respete íntegramente el derecho humanitario», ha pedido, denunciando «el castigo colectivo, el uso indiscriminado de la fuerza y el desplazamiento forzoso de la población».

León XIV ha asegurado unirse a la declaración conjunta de los patriarcas greco-ortodoxo y latino de Jerusalén, quienes han reclamado el fin de la violencia. «Imploramos a María, Reina de la Paz, fuente de consuelo y esperanza. Que su intercesión obtenga la reconciliación y la paz en esa tierra tan querida por todos», ha concluido.


 

León XIV

Audiencia general

Aula Pablo VI
Miércoles, 27 de agosto de 2025

Ciclo de catequesis - Jubileo 2025. Jesucristo, nuestra esperanza. III. La Pascua de Jesús. 4. La entrega. «¿A quién buscan?» (Jn 18,4)

Queridos hermanos y hermanas,

Hoy nos detenemos en una escena que marca el inicio de la pasión de Jesús: el momento de su detención en el huerto de los Olivos. El evangelista Juan, con su habitual profundidad, no nos presenta a un Jesús asustado, que huye o se esconde. Al contrario, nos muestra a un hombre libre, que se adelanta y toma la palabra, afrontando con valentía la hora en la que puede manifestarse la luz del amor más grande.

«Jesús, sabiendo todo lo que le iba a suceder, se adelantó y les dijo: “¿A quién buscan?”» (Jn 18,4). Jesús lo sabe. Sin embargo, decide no retroceder. Se entrega. No por debilidad, sino por amor. Un amor tan pleno, tan maduro, que no teme el rechazo. Jesús no es capturado: se deja capturar. No es víctima de un arresto, sino autor de un don. En este gesto se encarna una esperanza de salvación para nuestra humanidad: saber que, incluso en la hora más oscura, se puede seguir siendo libre para amar hasta el final.

Cuando Jesús responde «Soy yo», los soldados caen al suelo. Se trata de un pasaje misterioso, ya que esta expresión, en la revelación bíblica, evoca el nombre mismo de Dios: «Yo soy». Jesús revela que la presencia de Dios se manifiesta precisamente allí donde la humanidad experimenta la injusticia, el miedo y la soledad. Precisamente allí, la luz verdadera está dispuesta a brillar sin temor a ser abrumada por el avance de las tinieblas.

En plena noche, cuando todo parece derrumbarse, Jesús muestra que la esperanza cristiana no es evasión, sino decisión. Esta actitud es fruto de una profunda oración en la que no se pide a Dios que nos libre del sufrimiento, sino que nos dé la fuerza para perseverar en el amor, conscientes de que la vida ofrecida libremente por amor nadie nos la puede quitar.

«Si me buscan a mí, dejen que estos se vayan» (Jn 18,8). En el momento de su detención, Jesús no se preocupa por salvarse a sí mismo: solo desea que sus amigos puedan irse libres. Esto demuestra que su sacrificio es un verdadero acto de amor. Jesús se deja capturar y encarcelar por los guardias solo para poder dejar en libertad a sus discípulos.

Jesús vivió cada día de su vida como preparación para este momento dramático y sublime. Por eso, cuando llega, tiene la fuerza de no buscar una vía de escape. Su corazón sabe bien que perder la vida por amor no es un fracaso, sino que posee una misteriosa fecundidad. Como el grano de trigo que, al caer en tierra, no permanece solo, sino que muere y da fruto.

También Jesús se siente turbado ante un camino que parece conducir solo a la muerte y al fin. Pero está igualmente convencido de que solo una vida perdida por amor, al final, se reencuentra. En esto consiste la verdadera esperanza: no en tratar de evitar el dolor, sino en creer que, incluso en el corazón de los sufrimientos más injustos, se esconde la semilla de una nueva vida.

¿Y nosotros? Cuántas veces defendemos nuestra vida, nuestros proyectos, nuestras seguridades, sin darnos cuenta de que, al hacerlo, nos quedamos solos. La lógica del Evangelio es diferente: solo lo que se da florece, solo el amor que se vuelve gratuito puede devolver la confianza incluso allí donde todo parece perdido.

El Evangelio de Marcos también nos habla de un joven que, cuando Jesús es arrestado, huye desnudo (Mc 14,51). Es una imagen enigmática, pero profundamente evocadora. También nosotros, en nuestro intento de seguir a Jesús, vivimos momentos en los que nos vemos sorprendidos y quedamos despojados de nuestras certezas. Son los momentos más difíciles, en los que nos sentimos tentados de abandonar el camino del Evangelio porque el amor nos parece un viaje imposible. Sin embargo, será precisamente un joven, al final del Evangelio, quien anunciará la resurrección a las mujeres, ya no desnudo, sino vestido con una túnica blanca.

Esta es la esperanza de nuestra fe: nuestros pecados y nuestras vacilaciones no impiden que Dios nos perdone y nos devuelva el deseo de retomar nuestro seguimiento, para hacernos capaces de dar la vida por los demás.

Queridos hermanos y hermanas, aprendamos también nosotros a entregarnos a la buena voluntad del Padre, dejando que nuestra vida sea una respuesta al bien recibido. En la vida no es necesario tenerlo todo bajo control. Basta con elegir cada día amar con libertad. Esta es la verdadera esperanza: saber que, incluso en la oscuridad de la prueba, el amor de Dios nos sostiene y hace madurar en nosotros el fruto de la vida eterna.


Llamamiento

El viernes pasado acompañamos con la oración y el ayuno a nuestros hermanos y hermanas que sufren a causa de las guerras. Hoy vuelvo a hacer un fuerte llamamiento tanto a las partes implicadas como a la comunidad internacional para que pongan fin al conflicto en Tierra Santa, que ha causado tanto terror, destrucción y muerte.

Ruego que se libere a todos los rehenes, se alcance un alto el fuego permanente, se facilite la entrada segura de la ayuda humanitaria y se respete íntegramente el derecho humanitario, en particular la obligación de proteger a los civiles y la prohibición del castigo colectivo, del uso indiscriminado de la fuerza y del desplazamiento forzoso de la población. Me uno a la declaración conjunta de los patriarcas greco-ortodoxo y latino de Jerusalén, que ayer pidieron que se pusiera fin a esta espiral de violencia, que se pusiera fin a la guerra y que se diera prioridad al bien común de las personas.

Imploramos a María, Reina de la Paz, fuente de consuelo y esperanza. Que su intercesión obtenga la reconciliación y la paz en esa tierra tan querida por todos.

3 comentarios

Pacomio
¡¡ GRACIAS Señor, por tu Vicario León XIV !!!
MADRE del Buen Consejo, ¡¡ Protégelo !!!!
27/08/25 6:40 PM
maria
Totalmente de acuerdo con nuestro queridísimo Papa León.
Gracias porque con su magisterio, sus palabras y sus catequesis, nos hace vivir cada día, lo que el Señor nos enseñó hace mas de dos mil años.
Que la Reina del Cielo le proteja y cuide siempre.
28/08/25 4:20 PM
Maricarmen
Un gran artículo que encierra un gran mensaje: el amor y la entrega a los demás. Confiemos en Dios, incluso en los momentos más difíciles.

Saludos.
28/08/25 10:56 PM

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