(InfoCatólica) En el informe, los expertos en el ministerio del exorcismo advierten con firmeza que la obra no puede considerarse un manual fiable ni una fuente adecuada para el acompañamiento espiritual, por contener doctrinas, prácticas y afirmaciones contrarias a la enseñanza oficial de la Iglesia católica. El informe detalla una amplia variedad de errores, distribuidos en cinco grandes apartados: comunicación con los difuntos, sanación intergeneracional, clasificación de demonios, las llamadas seis puertas, y prácticas rituales.
1. Comunicación entre vivos y difuntos: doctrinas contrarias al Catecismo
La AIE denuncia que el autor sostiene que existen vínculos activos entre vivos y muertos, lo cual se manifiesta en fenómenos como mediumnidad, apariciones o interacciones en exorcismos. Entre los casos citados:
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Bebés abortados que no habrían podido alcanzar el cielo por sentimientos de rencor hacia quienes los abortaron. Se dice que estos «almas perdidas» requieren ser “liberadas” con oraciones específicas.
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Almas del purgatorio que se rebelarían por no aceptar su situación, llegando a manifestarse de forma agresiva a través de personas vivas.
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Almas condenadas que actuarían con rabia sobre sus descendientes y colaborarían con los demonios.
La AIE responde recordando que:
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No hay “biografía postmortal” tras la muerte (Catecismo 1021-1022).
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Las manifestaciones post mortem descritas por el autor no tienen fundamento doctrinal.
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Las almas del purgatorio, según la Iglesia, no pueden perturbar a los vivos.
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Los demonios pueden fingir ser almas humanas, como enseñó Santo Tomás de Aquino.
2. Sanación intergeneracional y ataduras ancestrales: una práctica rechazada por la Iglesia
Javier Luzón propone que ciertos males físicos, espirituales o emocionales se deben a “cargas epigenéticas” heredadas de antepasados, y que pueden eliminarse con oraciones específicas. Cita ejemplos como:
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Ruinas económicas, abusos sexuales, fracasos matrimoniales o enfermedades atribuibles a “pecados graves” cometidos por antepasados no arrepentidos.
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Oraciones para que «las aguas del Bautismo fluyan a través de todas las generaciones pasadas».
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Manifestaciones de espíritus de familiares que habrían sido brujos, como el caso de una bisabuela que lloraba y pedía perdón a través del poseído.
La AIE y diversas conferencias episcopales (España, Francia, Polonia) contradicen estas afirmaciones con fuerza:
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No hay transmisión espiritual hereditaria de pecados (Nota doctrinal CEE 2024).
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La «comunión de los santos» transmite bienes espirituales, no culpas.
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Estas prácticas pueden generar confusión psicológica y culpabilización injusta de antepasados.
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Se desaconsejan las Misas con intención de sanar generaciones anteriores.
3. Clasificación jerárquica de demonios y niveles de posesión: una teoría personal
El libro describe una jerarquía demoníaca detallada, con nombres como Satanás, Lucifer, Belcebú, Leviatán, Muerte, Lilith, entre otros, atribuyéndoles funciones específicas.
También distingue entre tipos de posesión según niveles de la psique: consciente, subconsciente, inconsciente, infraconsciente.
La AIE responde:
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La Iglesia reconoce la existencia de los demonios, pero no clasifica sus jerarquías con esa precisión.
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No se puede afirmar que unos demonios sean “más poderosos” según el daño causado en exorcismos, ya que solo actúan en la medida en que Dios lo permite.
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Tales clasificaciones pueden inducir a superstición o desviar la atención de lo esencial: la gracia de Dios.
4. Las seis puertas del enemigo: doctrina sin respaldo eclesial
Luzón postula que el demonio accede a las personas a través de seis puertas: pecado, ocultismo, rencor, maleficios, heridas de seno materno y ataduras ancestrales. Entre sus afirmaciones más polémicas:
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El aborto o el abuso durante la gestación generan heridas espirituales que abren estas puertas.
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El lado del cuerpo donde se siente el mal (izquierdo o derecho) indicaría si la atadura proviene del padre o de la madre.
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El demonio actúa incluso cuando hay práctica religiosa, si existen esas puertas abiertas.
La AIE objeta:
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Las causas señaladas pueden predisponer a una acción demoníaca, pero no son causas eficientes ni suficientes.
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Algunas, como las «heridas de seno materno» o las «ataduras ancestrales», no tienen fundamento doctrinal.
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La liberación espiritual no depende del conocimiento de la causa que abrió la puerta.
5. Ritos y oraciones propuestos: desviaciones litúrgicas graves
El autor propone múltiples prácticas no incluidas en el Ritual de Exorcismos:
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Rituales simbólicos como «esferizar» demonios en esferas selladas con la Sangre de Cristo, o «triturarlos» con la espada de san Miguel.
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Objetos introducidos espiritualmente en el cuerpo (cascos, lanzas, cadenas, etc.) que deben ser “extraídos” en oración.
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Telas con palabras de Cristo cosidas al pijama, previamente exorcizadas.
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Poseídos apartados de la vida litúrgica como medida de protección espiritual.
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Imposición de manos por laicos o sacerdotes con “vida doble” que transferirían “influencias negativas”.
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Órdenes específicas a los demonios sobre dónde deben ir, aduciendo que el Ritual es insuficiente al respecto.
La AIE considera todas estas prácticas como ajenas al ritual aprobado y con riesgo de superstición. Recuerda que:
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La eficacia del exorcismo no depende de acciones simbólicas sino de la autoridad de Cristo conferida por la Iglesia.
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El poseído no debe ser automáticamente excluido de la vida litúrgica.
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No hay base doctrinal para temer “transmisión de males” en la imposición de manos.
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La liturgia no contempla ordenar a los demonios adónde deben ir, ni impone fórmulas fuera del rito oficial.
Conclusión: un libro que puede inducir a error, superstición y daño espiritual
La Asociación Internacional de Exorcistas concluye que Las seis puertas del enemigo no debe ser utilizado ni como manual formativo ni como guía espiritual. Aunque el autor cita doctrina de la Iglesia y documentos del Magisterio, muchas de sus afirmaciones se basan en su experiencia personal y en fuentes teológicas no reconocidas.
Por tanto, la AIE exhorta a los exorcistas y a todos los agentes pastorales a evitar este texto y a ceñirse exclusivamente a la doctrina y rituales aprobados por la Iglesia, para no inducir a los fieles a errores doctrinales ni a prácticas espirituales perjudiciales.
Texto completo de la nota de la AIE sobre el libro del P. Luzón (sin notas al pie de página)