La historia de Iman Hijaze: conversión, persecución y esperanza bajo las bombas en Líbano

De atea en familia musulmana a cristiana refugiada

La historia de Iman Hijaze: conversión, persecución y esperanza bajo las bombas en Líbano

Iman Hijaze, criada en una familia chií del sur del Líbano y atea convencida durante años, emprendió un sorprendente camino de conversión al cristianismo tras una experiencia que se podría definir como mística con un rosario. Su historia está marcada por la fe, el conflicto familiar y la guerra que devastó su hogar en 2024.

(CNA/InfoCatólica) En 2017, Iman Hijaze trabajaba en la oficina del Programa Mundial de Alimentos, en el edificio Azarieh del centro de Beirut. Un día, al ver un rosario caído en el suelo, lo recogió. Era de su compañero Alex Imad, un exmusulmán chií convertido al cristianismo. «Cuando lo toqué, sentí una descarga eléctrica en todo el cuerpo», recuerda. En lugar de devolvérselo, se lo guardó en el bolsillo.

Al revisar las cámaras de seguridad, Imad descubrió lo ocurrido. En lugar de reprenderla, la abrazó con delicadeza y trazó una cruz sobre su espalda. «Sentí otra descarga eléctrica. Fue la primera vez que experimenté algo religioso», confesó Hijaze.

Educada en un entorno culturalmente chií en el sur del Líbano, Hijaze se consideraba atea. «Me burlaba de los creyentes», reconoció. Pero algo cambió. Pidió asistir con Imad a una iglesia para observar cómo rezaban los cristianos. Al día siguiente, él le regaló tres libros: la Biblia, el Corán y un folleto sobre cómo rezar el rosario.

El Rosario me llevó a otro mundo

«No abrí el Corán —ya lo conocía—, pero el folleto del rosario me llevó a otro mundo. Supe que tenía que empezar a rezar», explicó.

Compartió su creciente interés por el cristianismo con Ravid, un entrenador cristiano. Al conocer su historia, la presentó al padre Francis, un sacerdote católico que se convirtió en su guía espiritual.

Durante sus visitas a santuarios cristianos, Hijaze comenzó a tener pesadillas. «Soñaba con monjes con caras de momias, con el demonio pegándome. Alex aparecía en los sueños intentando protegerme».

Aterrada, pensó abandonar el camino de la fe. «No podía dormir. Le dije al padre Francis que ya no quería rezar ni bautizarme. Sentía que me estaba destruyendo la vida». Sin embargo, el sacerdote no se rindió. La recogía a diario después del trabajo para rezar oraciones de exorcismo. «Me dijo que estaba en una batalla espiritual y no debía rendirme nunca».

Rechazo en su casa

También sufrió rechazo en casa. «Mi familia me vio con la Biblia y entendió que quería cambiar de religión. Fueron tres años muy duros».

A comienzos de 2021, volvió al monasterio con la esperanza de bautizarse. Tres días después, lo consiguió en el Santuario de Nuestra Señora del Líbano, en Harissa. Eligió el nombre cristiano de Rita, en honor a santa Rita de Casia.

«Después del bautismo, cesaron las pesadillas. Pero el diablo buscó otro camino: la agresividad de los que me rodeaban. Ya no podía llegar a mi mente, así que usaba a los no bautizados».

Su madre, Hadidza, fue la primera en confrontarla. Al verla llegar con imágenes de santos y regalos de bautismo, temió por su seguridad. Una amiga la advirtió que no regresara a casa, pero lo hizo.

Al principio, su madre no le dirigió la palabra, pero aquella noche tuvo un sueño impactante. «Vi a un hombre alto y apuesto, con una corona de oro. No habló, pero supe que era Isa al-Masih —¡la paz sea con Él!» Poco después, soñó con la Virgen María, como la estatua de Harissa, con el Niño Jesús en brazos.

«Lo besé en la frente. Entonces me dije: ‘Déjala vivir su religión en paz. No me voy a oponer más’», relató Hadidza.

La guerra

En septiembre de 2024 estalló la guerra en Líbano. Bombardeos israelíes alcanzaron Douris, su localidad natal. «Nos fuimos justo a tiempo. Diez días después, nuestra casa ya no existía», dijo Hijaze. Había vendido su coche para construir un pequeño restaurante junto a su vivienda. Todo quedó destruido.

Ella y su madre se refugiaron en escuelas y albergues superpoblados. «Somos personas limpias. Dormir entre sesenta personas fue durísimo». Gracias a su madrina, lograron salir de un sótano y fueron acogidas en la «Casa de San José», un antiguo monasterio en Harissa, junto al santuario mariano. El lugar está siendo transformado en centro de retiros por Doud y Kate Tayeh, un matrimonio libanés-estadounidense con seis hijos.

Kate confesó sus miedos: «¿Y si traen a alguien de Hezbolá? ¿Y si somos objetivo? ¿Y si los vecinos nos odian por ver a mujeres con hiyab? Pero lo peor sería perder nuestra humanidad. No vamos a permitirlo».

Acordaron recibirlas con la única condición de que no se alojaran hombres. «Ellas estaban encantadas con eso», dijo Kate.

Poco después, una hermana de Hijaze llegó también con sus cuatro hijos, huyendo de otro ataque. Otra hermana permanece a salvo en Beirut.

«Cuando bombardean pueblos chiíes, muchas familias buscan refugio en iglesias de montaña. Creen que son lugares menos propensos a ser atacados», explicó Kate.

Al llegar a la Casa de San José, Hijaze vio a Doud con un rosario y le pidió uno. Desde entonces, no se separa de él. Lo lleva colgado al cuello como símbolo de su nueva vida.

Hoy, Iman Hijaze —ahora Rita—, su madre y su hermana viven en Harissa, entre la incertidumbre y la esperanza. Pide oraciones por un futuro seguro y estable, ya sea en el Líbano o en otro lugar del mundo.

1 comentario

María
Siempre es una alegría ver cómo Dios amplía la familia católica. Y más en gente de otras creencias.
¡¡Para Dios nada es imposible!!
21/04/25 10:00 AM

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